Llegó el momento en que los ciudadanos nos limpiemos de las suciedades con que nos han manchado algunos de los partidos políticos en esta campaña llena de mentiras, medias verdades, promesas absurdas por imposibles de cumplir dada la crítica situación fiscal del país, insultos personales entre los candidatos, intromisiones religiosas hasta el punto de hablar en lenguas y profetizar el futuro, como si estuviéramos en un aquelarre histérico de la edad media, amenazas de mano dura al mejor tipo del desquiciado de los EEUU, y muchas cosas más, que sería larguísimo repetir aquí.
Llegó el momento de la reflexión inteligente, de poner a un lado los intereses personales o gremiales egoístas, e ir a votar con mente clara y decisión firme. De limpiarnos de las nebulosas mal olientes con que algunos partidos políticos enrarecieron el ambiente de lo que debería ser una celebración cívica de altura, y dejaron en el aire una pestilencia intelectual y emocional que provoca náuseas.
Nunca antes la indiferencia, en unos casos, y la incertidumbre, en otros, habían afectado tanto lo que podrían llamarse los agüizotes de las encuestas de opinión, y los ciudadanos han guardado prudente silencio o han mentido descaradamente para deformar las conclusiones de esas organizaciones que encuestan con objetivos claramente intencionados, lo cual no es un misterio para nadie.
Nunca antes se habían entrometido tanto en la reflexión política, con nefastas consecuencias, los temas religiosos, deformándola absoluta y totalmente. De la misma forma que nunca antes había quedado tan claro el conservadurismo generalizado de las masas menos educadas de la población, que reaccionaron de forma incivilizada luego de la opinión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es mucho lo que ha manchado la campaña política, lo cual está bastante claro, y además que la crítica situación financiera generalizada ha obligado a los partidos a abandonar toda aquella parafernalia absurda de los símbolos externos y concentrar sus gastos en lo que ahora se sabe es efectivo para llegar a los votantes.
Llegó el momento, en consecuencia, de ir a votar por el candidatos que haya demostrado mayores conocimientos, coherencia intelectual, no se encuentre él o su partido manchado por la corrupción que llevó a sus cúpulas ante los tribunales. Sabemos quiénes han mentido siempre, quiénes se han aprovechado de los cargos públicos de elección o de escogencia ejecutiva, para llenarse los bolsillos ellos y sus compinches; quiénes son los que han causado el descalabro que hoy padecemos, y que han tratado de endilgarle al actual gobierno, como si las barbaridades y las estupideces no vinieran desde hace decenios.
Y llegó el momento de votar por un partido, no por un candidato, en el sentido de darle al triunfador una representación legislativa lo suficientemente fuerte como para cumplir con las promesas de cambio ofrecidas. Para que no suceda lo que este gobierno ha tenido que padecer: gobernar contra la corriente de egoísmos y absurdidades representadas en la Asamblea Legislativa. Hay que darle suficientes diputados al triunfador.
Y finalmente, ha llegado el momento de demostrarle a aquellos que desean continuar con el modelo neoliberal en nuestro país que deseamos decirle: ya se basta, se acabó la fiesta.
El neoliberalismo atraviesa por una coyuntura crítica. El enfriamiento económico y la crisis política e institucional, han configurado un escenario de ruptura del equilibrio que existía entre el poder político y económico y que, por lo tanto, abre la posibilidad de cambios significativos en la economía y en la política. El proceso electoral que debió estar dominado por la discusión sobre la insostenibilidad del modelo económico neoliberal, con la participación de expresiones políticas nuevas que pondrían en entredicho a las viejas estructuras partidarias. Se trata de un momento de cambio decisivo porque recién, después de treinta años, son evidentes los daños causados por el neoliberalismo en la economía y en la sociedad.
Además, el neoliberalismo, en su expresión política, fomentó el individualismo y la despolitización, privatizó la función pública y propició la penetración del poder económico en las funciones de gobierno. A todo esto se sumó la crisis de los partidos que desprovistos de ideologías, se convirtieron en estructuras formales de poder y de usufructo del poder (ejecutivo y legislativo) por las oligarquías partidarias que compiten periódicamente con ese fin.
Llegó el momento de la reflexión y de demostrar que, en primer lugar, no somos tan estúpidos como nos han tratado los políticos tradicionales, y que ponemos por delante a Costa Rica y no los intereses egoístas de pequeños grupos que, controlando los bienes económicos, se apoderan del poder político para proteger sus negocios y el de los gremios que representan.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
2 Comments
Jaime Lopez V.
Se acabo la fiesta.Viene la tormenta.
Vamos para una situacion economica incierta,asi que ahora quien se endeudo mas alla de sus posibilidades, o no cuido de su trabajo es el que mas sentira el peso de la crisis.
Los que se salvan son los politicos y allegados al gobierno y a las instituciones publicas quienes siempre tienen su chequecito mensual, asi llueva o truene.
Vicky Langley
Cual sera el candidato y partido que nos saque de esta situacion ?
Como reactivar la economia ? Sera cobrando mas impuestos drenando el bolsillo de los costarricenses ?
Sera produciendo energia barata ?
Que incentivos debemos ofrecer para que mas empresas de calidad del extranjero consideren Costa Rica para instalar una fabrica o centro de negocio ?
Que facilidades puede dar la Caja para que sea menos oneroso y engorroso el enrolar empleados ? recibiran estos buen servicio de salud ?
Cuales son las tasas de impuestos de la renta que sean competitivos en este nuevo mundo ?
Cuales son las obras de infraestructura mas urgentes que debemos construir y como financiarlas ?
Cual es el sistema educativo que debemos ofrecer,para que los alumnos salgan preparados para obtener trabajos que demanda la nueva economia ?
Estas son algunas de las grandes interrogantes con que nos enfrentamos los costarricenses este 4 de febrero. Tenemos bancos estatales, pero los que nos quedan, aumentaran sus tasas de interes ,el estado requirira cada vez mas dinero para sus gastos.La pregunta clave,de donde,quien pagara la fiesta que termina ?