sábado 30, septiembre 2023
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La triste realidad

Está por terminar el período que transcurre entre la primera y la segunda vuelta electoral, el cual no ha sido fácil de digerir y soportar para los ciudadanos comunes y corrientes, como yo, por causa de las múltiples deformaciones en sus mensajes y salidas de tono de ambos bandos, pero sobre todo del lado del candidato que representa la postura religiosa fundamentalista.

Varias cosas han quedado claras en estas semanas. Una de ellas es la manera ridícula en que, cualquier hijo de vecino que se considera a sí mismo una persona importante, publicita su adhesión a aun u otro candidato, como si eso fuera a incidir en el resultado final, olvidándose que es el pueblo, el más bajo y sencillo, el que decide en una votación. Ningún político, ni académico, ni profesional, ni representante de algún gremio, incide en nada en la decisión final de quienes no gozan de las mieles del poder o de posiciones de privilegio. Insistimos, es el pueblo sencillo, el que sufre los avatares y los delirios de los políticos y gobernantes, el que decide al final.

Más bien, pareciera que la intencionalidad de estas publicitadas adhesiones obedece más al deseo de figuración personal, de vanidad, de desear permanecer en las palestras políticas como una persona importante, al que hay que tomarle opinión. Y ello no le importa en nada al ciudadano que más bien tiene que luchar día a día para subsistir, y considera todas estas veleidades políticas como un asunto ridículo y sin importancia, porque es consciente de que es él quien decide, no esos figurones de oropel.

Otra ha sido la utilización del chantaje religioso (porque así es como debería llamarse realmente) y la falta de respeto hacia las creencias más íntimas y personales de inmensos sectores de la población, por parte de quienes han utilizado dichas creencias para manipular las conciencias y la ausencia de criterios cívicos en los posibles votantes. Esta ha sido una campaña deformada, corrompida por elementos religiosos, en vez de haberse centrado en la exposición de las situaciones que afectan a los ciudadanos del país, las propuestas de solución y la forma y los mecanismos en que cada candidato y su partido enfrentarían para solucionarlas.

Valerse del argumento religioso para retorcer la decisión de un ciudadano en un hecho no solamente absurdamente medioeval, sino que demuestra que no existe en quienes lo utilizan, los arrestos intelectuales, profesionales, políticos y especializados, para convencer a un electorado que la propuesta de su partido es la más sensata y factible. Que se aferran a lo emocional y la manipulación de sentimientos, temores y extrañas interpretaciones de la existencia, para que esos segmentos menos escolarizados de la población, marchen como rebaños hacia las urnas, a cumplir los deseos de sus pastores, no los propios.

Otra más ha sido el irrespeto absoluto que se ha demostrado hacia las instancias institucionales del país, y sobre todo hacia el Tribunal Supremo de Elecciones, organismo garante de la integridad del sistema electoral en nuestro país, y sobre todo incumpliendo uno de los dos partidos con la obligación de presentar sus atestados financieros a la máxima autoridad gubernamental, como lo establece la ley. Pero en parte tiene la culpa el mismo TSE, por no mostrarse exigente ante los irrespetos a la Constitución y las leyes, exigiendo el cumplimiento estricto de las normas establecidas. Y por otro lado, según las noticias últimas, la forma en que parientes y elementos cercanos a las máximas autoridades del Partido Restauración Nacional se han beneficiado con sumas millonarias dentro de los gastos de campaña. Lo cual nos permite colegir, de inmediato, que si lo hacen con los fondos de una campaña política, qué no harán con el presupuesto nacional y el de las instituciones autónomas, si desgraciadamente llegaran al poder.

Y finalmente, para  o seguir mencionando más cosas, el descaro con que ciertos políticos de los partidos tradicionales, se rasgan hoy las vestiduras y acusan al actual gobierno de corrupción, cuando han sido sus partidos los ejemplos más acabados de la corrupción institucionalizada, cuando han sido gobierno. Eso se llama descaro, desvergüenza, hipocresía, y creer que los ciudadanos somos todos estúpidos, que se nos puede engañar fácilmente. Y mientras tanto, lo peor de lo peor de ambos partidos tradicionales han corrido a cobijarse bajo el toldo de Restauración Nacional, pensando ingenuamente que, por no tener dicho partido cuadros adecuados para gobernar, ellos podrían hacerlo sin haber sido elegidos para ello por el pueblo.

Lo que está en juego en esta elección es, ni más ni menos, el avance o el retroceso de lo logrado por el Partido Acción Ciudadana, que a pesar de los errores del actual gobierno que termina, erradicó la feria de corrupción, latrocinio y desvergüenza que estábamos padeciendo por causa de quienes recurrentemente gobernaban.

Los daños a la institucionalidad y al sistema electoral, por el irrespeto a la Constitución y las leyes cometido por el Partido Restauración Nacional, con la connivencia de aquellos políticos de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana que se aliaron con dicho partido, están frente a nosotros. Nos toca el próximo domingo 1 de Abril decirles: Alto. En este país se respetan las leyes y la Constitución.  Y ninguna creencia religiosa está por encima del orden establecido. Lo religioso debe quedarse en el ámbito íntimo de cada persona.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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2 COMENTARIOS

  1. Lamentablemente, esos hijos de vecinos, figurones del PLN PUSC y otros mas con su actuar en favor de Restauración Nacional han demonstrado que les vale un bledo la institucionalidad democráctica, el respeto a la diferencia y la tradición de paz y tolerancia que han caracterizado a nuestro pais desde siempre. Debería de retirarseles su nacionalidad costarricense. Son hijos indignos de su Patria.

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