De cal y de arena
La victoria de Carlos Alvarado por la que ha sido electo Presidente de la República, fue contundente por las cifras que alcanzó y aplastante por las cábalas que pulverizó. Le sacó 20 puntos de ventaja a su rival Fabricio Alvarado y acreció sus respaldos ciudadanos ni más ni menos que en 849.630 sufragios respecto al número de papeletas que le avalaron el 4 de febrero. Las conjeturas que se tejían para fundamentar su derrota quedaron molidas, trituradas, por la elocuencia de su triunfo: la versión de la inexpugnabilidad del dominio del Partido Restauración Nacional en las zonas rurales, particularmente en las provincias costeras, quedó hecha trizas con la victoria de Carlos en 62 de los 81 cantones nacionales, en 56 de los cuales con cifras contundentes y que en algunos de ellos sobrepasaron el 60% de las papeletas. De las tres provincias costeras donde PRN había ganado holgadamente en febrero, el Carlos le arrebató el triunfo en Puntarenas y Guanacaste el pasado domingo.
Las especulaciones sobre la capacidad de movilización del PRN atribuidas a las concepciones religiosas y a las reglas de obediencia imperantes en sus estructuras dominantes y determinantes de su presencia y de sus estrategias, fueron exageradas. Fabricio tuvo un incremento de 300.000 votos respecto a los depositados en su cuenta el 4 de febrero, cifra que contabiliza las adhesiones ciudadanas de distintas tiendas y advocaciones, evidencia de que a la hora de las verdades hubo un influjo de aire muy distinto y distante del que la intensa versión especulativa había construido, y que contrasta marcadamente con el incremento captado por Carlos (cercano a 850.000 sufragios).
Otro resultado muy divergente de lo que se había pronosticado fue el del abstencionismo. Se situó en 34,34%, debajo del histórico en segunda ronda.
En este balotaje el efecto depredador que se quiso insertar como elemento adverso en la campaña de Carlos Alvarado por los muchos errores acumulados en la administración Solís Rivera, también quedó pulverizado por la elocuencia de los números del 1 de abril. Es decir, las pifias y las corruptelas del gobierno ya se habían juzgado con crudeza en febrero, cuando se produjo un castigo al PAC con una menor asignación de curules parlamentarias, apenas diez. Fue un castigo al partido de gobierno que no alcanzó –sintomáticamente- al candidato oficialista. Carlos no quedó tumbado en el camino sino que más bien recibió una segunda oportunidad. ¿Cómo así?
Carlos Alvarado se convirtió, de hecho, en la trinchera de lucha contra la intolerancia que se destapaba en esta campaña como uno los trazos fundamentales de las concepciones de la jerarquía del PRN, destapadas en las últimas semanas con características de explosión en las catacumbas religiosas. Cabe interpretar que un número determinante de los electores privilegió la necesidad de cerrarle el portón de la presidencia a Fabricio por los temores a la influencia que eventualmente tendrían los autores (pastores y guías espirituales de él) de virulentos ataques a instituciones y valores de la religión católica, particularmente la Virgen de los Ángeles. Este es tema de marcada importancia que el CIEP de la Universidad de Costa Rica va a espulgar.
Carlos Alvarado triunfó por sus méritos, por su hábil gestión como candidato ante un rival que –más allá de sus destrezas escénicas- no consiguió demostrar suficientes fortalezas políticas y aptitudes para el arte de gobernar, por su cercanía a la agenda de problemas nacionales (los desafíos del agro, por ejemplo), por el contenido y la forma en que forjó sus respaldos desde otros partidos y porque al final saltó al escenario aquella cuestión de factores propios de la temática religiosa, los que a la vuelta de la esquina terminaron desplazando el efecto distractor de temas que en el pasado habían tenido presencia primaria (el de la corrupción, v.g.).
Lo que le espera es tan retador como lo fue toda esta campaña electoral. Ni más ni menos que, cual habilidoso joyero, hacer la delicada filigrana que necesita el país como plataforma de gobierno multipartidista idónea para acometer la tarea de resolver ingentes problemas nacionales, sin marginar la reconstrucción de la fe del ciudadano. Coincido con quienes creen que Carlos Alvarado llegará al gobierno con una fuerza al mismo tiempo que aplastante también pírrica, vigorosa y frágil a la vez, tanto como cargada de promesas y cuajada de peligros.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
Por ahora se respira un cambio más allá de retóricas, es el comienzo y no todos se van a poner a tono con el presidente electo. Creo que la juventud ha dado ejemplo de que efectivamente ese cambio es posible, pero basado en la ética y la transparencia con ideas y fortaleza. A pesar de todo hay esperanza y todos debemos estar llamados a construirla junto al presidente y junto a las nuevas generaciones que están asumiendo su papel y todo parece que lo van a hacer muy bien.
Interesante artículo. El proceso social que ocurrió, ante esta elección de presidente, es digno de un análisis profundo. Cómo un pueblo reaccionó ante el riesgo de perder conquistas de muchos años, cómo lograron los jóvenes movilizarse, comprometerse, responsabilizarse. Tienen que existir sentimientos democráticos muy profundos, una cultura de muchos años sobre del poder del voto que sorprendió a propios y extraños. Este hecho, junto con el peso de la opinión y actividad popular, ante la elección de la Fiscala General, nos dan esperanza en el futuro. Una esperanza que día a día esta muriendo en muchos países cercanos y lejanos. El pueblo de Costa Rica aún tiene un potencial democrático fuerte, a pesar de sus limitaciones y debilidades, a pesar de la presión que ejercen sectores neoliberales con intereses ajenos al bienestar de la población, a pesar de grupos corruptos poderosos, a pesar de las presiones externas de países inescrupulosos que desearían gobiernos títeres.
Lamentable la apología y creo que prematura. Muy lejos de la verdad están las afirmaciones que como si fueran hechos históricos ciertos se afirman en esta opinión, haciendo eco de las mismas falacias de composición usadas en los días de campaña que asumí habían teminado el domingo, según las cuales la cosa en mi querida Costa Rica tierra estárían así: 60% de personas intelectuales, progresistas y pro derechos humanos y 40% de ignorantes, sin estudios y fanáticos religiosos -como quieren dejar ver estos artículos- cosa que a todas luces no es verdad. Es imposible que las personas no involucren sus creencias (entre ellas las religiosas) a la hora de pensar un voto y eso no hace fanático a nadie. El señor Alvardo debe, está obligado a escuchar tanto al 60 por ciento que lo eligió como al cuarenta que lo rechazó. Se habla por conveniencia de unidad nacional, otra sería la opinión del Periodista y Abogado que escribe el artículo si el otro candidato hubiese ganado. Por último el tinte rojo de esta opinión con la retórica anti-liberal tipo chavista (no religiosa pero si doctrinaria) resuena desde los confines de un partido casi muerto que se aprovecho de la disparidad de opiniones de los costarricenses, el Frente Amplio, cuyo caudillo ya salio de la cueva al estilo del murciélago en la fábula de Esopo para gritar victoria y cobrar su regalías oportunistas.
Lo más grave para mi, es que un grupo importante de costarricenes y de POLÍTICOS de renombre fueron capaces de votar y unírsele a Fabricio, una persona ultra conservadora pero además tremendamente desconocedora de la realidad nacional y de los principios democráticos y derechos humanos funtamentales de nuestro país (como se demostró en los debates y el diz que plan de gobierno el 1.0 y el 2.0; llamar nazi facistas a las personas que no estaban de acuerdo con su pensamiento, es una total aberración, o decir que libertad de una persona se entiende a razón de los principios cristianos solamente, va en contra de nuestra idiosincracia de libertad). Se logró frenar este oscurantismo por esta vez, pero ¿qué pasará dentro de 4 años? Se percibe en la población votante de RN, odio, resentimento, deseos de ataque, rencores.
Recordemos que ahora RN cuenta con C6.000 millones en sus arcas producto de la deuda política, más lo que puedan recoger de otras «bendiciones».
Espero que Don Carlos logre hacer un buen gobierno pero los ciudadanos debemos ayudarlo al máximo porqu estoy seguro que vendrán los torpedos desde la Asamblea Legislativa y ciertos medios de comunicación, similar a lo que le ocurrió a LGSolís.