sábado 20, abril 2024
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El “proyecto del nuevo siglo americano” vive

De cal y de arena

Hay ciertos movimientos políticos que por sus efectos son como el glifosato: allí por donde se esparcen, sus efectos son devastadores y se prolongan por largo tiempo. Es el caso del “Proyecto del Nuevo Siglo Americano” -PNAC-, una entidad nacida en los más depurados ámbitos del neoconservadurismo estadounidense con la misión de promover el liderazgo mundial de los Estados Unidos apelando, fundamentalmente, al poderío militar para “preservar y extender un orden internacional amigable a nuestra seguridad, nuestra prosperidad y nuestros principios”.

Figuras destacadas de la política y el empresariado impulsaron sus movimientos al socaire de sus influencias en los gobiernos republicanos. Particularmente en los de los Bush: Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Dan Quayle, Paul Wolfowitz, Francis Fukuyama, el nefasto Elliot Abrahams –que hoy recupera figuración, cuando creíamos que sus perniciosas aventuras en el conflicto de los contras en Nicaragua lo habían “quemado”- son apenas unos pocos nombres de los muchos que alentaron y ejecutaron una teoría dominante que en las tierras donde se afincó, hizo las del glifosato.

Todo bajo la inspiración de “una estrategia de seguridad que responda a las nuevas realidades y provea adecuados recursos para el rango completo de misiones necesarias para ejercer el liderazgo global de los Estados Unidos”. Fue la invasión que devastó tierras e instituciones a lo largo y ancho de muchos países, con resultados funestos: ni la libertad ni la democracia ni el orden instituido dentro de un Estado de Derecho ni los derechos humanos han podido reaparecer y florecer allí con vitalidad para desgracia de esos pueblos depredados por el PNAC  en el Medio Oriente, en el norte de África, en nuestra vecindad caribeña.

Formalmente, el PNAC se disolvió en 2006. Pero los hechos muestran que sus venenos siguen desparramados e igualmente devastadores.

El PNAC es la expresión absoluta  del poder del Imperio, inspirada en la proclama de James Monroe “América para los americanos” que sirvió de razón de ser para imponer una manera determinada de hacer y concebir el arte de gobernar y su deriva hacia la consolidación de intereses muy concretos allende los mares.

Al fin y al cabo, su razón es dominar y someter con el poder de sus ejércitos. “Las fuerzas armadas americanas estacionadas en el extranjero son la caballería de la nueva frontera Americana”, se lee en sus proclamas.

¿Cuánto de esta visión absolutista e intolerante está complicando la redención libertaria de los pueblos que luchan por rescatar sus libertades, su democracia, los derechos humanos, sin sumisión a imperios ni a concepciones políticas liberticidas? Pobres ellos que no pueden desatarse de las garras de las potencias que juegan su particular ajedrez, de contenidos y razones totalmente ajenas a los intereses de quienes quieren forjar con propias manos el futuro en democracia.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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