viernes 29, marzo 2024
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De prácticas piadosas está urgido el mundo

No pretendo hacer ninguna propaganda o proselitismo religioso, si soy católico, más no sectario; creo en el ecumenismo que respete incluso a los escépticos y los ateos.

Este siglo XXI se ha caracterizado por una desordenada idolatría en el mejor sentido del término. Amamos los bienes y adoramos al dinero, buscamos mas poseer que ser, ignoramos todo lo que no es lujo y riqueza, hemos destruido el planeta entero en ese afán de tener todo, al costo que sea.

La humanidad atraviesa una crisis que si bien no es nueva (ha habido épocas tan difíciles o peores que esta) nos está golpeando a todos, quitándonos hasta el último resabio de esperanza.

Las generaciones más jóvenes han caído en una desesperanza que los hace apáticos a todo, aunque es un mal de todas las generaciones, los menos jóvenes no guardan ya ninguna esperanza.

Basta mirar el renacimiento del nacionalismo idolátrico en Europa, para saber lo mal que estamos. Esa Europa que sufrió al menos cinco carnicerías en los últimos dos siglos, insiste en el culto a la personalidad y el esnobismo llevado a ultranza, con un sentimiento de xenofobia que no quiere disimular ni le interesa.

La Segunda Guerra Mundial fue producida por la idolatría NAZI desmedida, alimentada por un culto a la personalidad que hizo ignorar cualquier signo d solidaridad humana. Si bien las bases fueron echadas por Nietzsche, Georg con Schönerer y capitalizadas por el fanático Hitler, todo el pueblo alemán se desvivió por una falsa gloria, una resurrección de la época de los bárbaros.

Hoy, a tres cuartos de siglo de distancia nos volvemos a encontrar de nuevo ante esa encrucijada, peligrosa porque amenaza no sólo la integridad de las minorías, sino la misma paz mundial. Pero, quizá el peor de los peros, es el daño ecológico causado por un cambio de mentalidad que ha convertido a la sociedad en voraz consumista, donde no gana nada pues cada vez es menor el uso de mano de obra y se reemplaza por maquinaria moderna y manejo informático, que causa mayor número de desempleados.

En Europa, y ahora en América, los templos cristianos han ido quedando desolados, la gente en su confusión únicamente quiere vivir dentro del materialismo olvidando sus propios orígenes, no hay restos de espiritualidad, si la hay es más por modas como el yoga que por necesidades espirituales.

Pasamos la calle saltándonos literalmente los mendigos, ya nos hemos acostumbrado a ellos de tal manera que los vemos como parte del paisaje urbano. No significan absolutamente nada para nosotros, sin importar que hoy en la mañana echamos al camión de la basura la ropa que ellos tanto necesitaban, botamos los restos de comida que hubieran hecho la diferencia entre la desesperanza y la esperanza en ellos: mudos testigos de una época sin valores de ningún tipo, donde lo único que importa es nuestra histriónica existencia.

Indiferentemente de si se cree o no en un Ser o ser Supremo o supremo, si se deja de creer en el espíritu, nos estamos condenando al caos y le estamos heredando a nuestros hijos y nietos un mundo sin mañana. Es aquí donde la práctica piadosa hace la diferencia entre el bien y el mal, aún por mero cálculo filantrópico, la piedad tiende a devolvernos la calidad humana de manera más depurada.

Hay un ejemplo muy interesante, utilizado por los cristianos, donde se pone el caso del “mar de Galilea” ante la triste realidad del “Mar muerto”, mientras el primero es pródigo en fauna que alimenta a las poblaciones ribereñas, y aún así da el agua que va al mar muerto, el segundo que no da nada, está yerto y en sus entrañas no hay vida. Así mismo es nuestra vida, cuando no damos nada, sencillamente nos morimos, somos como “the walking deads”, somos sombras tenebrosas de material biológico inerte, incapaces de sentir pena y mucho menos amor. Cuando la vida humana pierde esos atributos, la vida desaparece y únicamente podemos denominarnos “muertos vivientes”.

No hay que confundirse, no se trata de prácticas religiosas, se trata de ejercitar la piedad, de ser solidarios con nuestros semejantes y de hacer semejantes a todos, no ser selectivos viendo la humanidad solo en nuestros iguales, ahí está uno de los peores males del mundo de hoy, quizá siempre hubo esa tendencia malévola en los seres humanos, más con la explosión demográfica es tan evidente, que no deja de provocar miedo y desesperanza.

Si algo tiene de bueno el budismo, es esa gran solidaridad y respeto por la vida en todas sus formas y más aún por los seres humanos. Ha empezado después del concilio Vaticano II un diálogo inter religioso que trajo inicialmente una esperanza, más este se ha desvanecido con el advenimiento del materialismo occidental a ultranza. Según el budismo, todos llevamos un Buda adentro, esto significa que todos sin excepción de raza, credo o condición, podemos ser Buda en todo su esplendor. Su enseñanza del Sutra del Loto, es una esperanza que lleva miles de años, ese renacer como la más bella flor en el peor lodazal es la esperanza budista.

La piedad cristiana está llena de enseñanza sobre el amor a los que nos rodean, pero lo hemos olvidado, y “dejar de amar a Dios, por amar a dios, no es amar a Dios”.

Solo el amor nos puede salvar, pues la Caridad es el amor más grande.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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2 COMENTARIOS

  1. Don Rogelio cree en un ecumenismo que respete » incluso a los ateos» . Como es eso don Rogelio? .Sera que los ateos deben ser vistos algo asi como bichos raros . Y que deben esperar que los creyentes les hagan el «favor», la concesion de aceptarlos. Otra cosa , no se puede buscar el frio en las cobijas. Cuando las personas se alejan de una creencia religiosa , puede ser que esta no haya sido esa alternativa transformadora , que calara en ellos y les diera ese verdadero desarrollo y crecimiento espiritual a que aspira el ser humano. Y si tiene razon ,solo el Amor podra salvarnos. El amor que es un estado del ser , no un sentimiento que se proyecta hacia unos si y otros no .

  2. Muy mal de entendederas! Diría Quijote a Sancho. Si estoy parado del lado de los creyentes, así lo confirmo, reafirmo la obligación de aceptar a los que no creen, no es estar o no de acuerdo, me es indiferente ( que se les respete desde el lado nuestro), si fuera no creyente otra hubiera sido mi frase! Entendes??

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