miércoles 17, abril 2024
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La hidra acecha, ¿Aparecerá Hércules?

De cal y de arena

Pudimos construir el primer ferrocarril de costa a costa que hubo en el Continente Americano. Prácticamente con las uñas, en marcado desafío a unos recursos materiales misérrimos. Hoy evidentemente el país no está en capacidad de emprender una obra de similar envergadura. Increíble, pero así es.

El Estado y su frondoso árbol institucional están gravemente atascados, con efectos nocivos respecto al dictado y ejecución de la agenda de trabajo relacionada con el progreso del país. Poco es lo que camina. La toma de  decisiones en torno a las políticas públicas y a la ejecución de los  acuerdos de las autoridades de gobierno, se ve entrabada porque ese Estado no está a la altura de los tiempos actuales; sus conductores no saben leer el dictado del reloj de los tiempos.

Las instituciones han florecido en buen número sin orden ni medida, con potestades que se entrecruzan y complican la toma de decisiones. Una compleja armadura de leyes y reglamentos da vida a lo que se conoce como “la dictadura de los incisos”, todo un muro con el que se tropieza cualquier propósito de orientar los pasos de la institucionalidad pública por la ruta de la eficiencia. A su sombra medra una espesa burocracia que disfruta con hacer manifiesta su vocación de mando, más que porque así resulta del deber de vigilancia del acatamiento de la ley, por el afán de hacer ostentación de su poder de imperio. ¡A saber si por allí no se incuba la corrupción, la del que da y la del que recibe para que las cosas caminen!

El aparato estatal cojea. No por falta de proyectos ni de recursos. Simplemente por la incuria de quienes se entronizan en él. Para pleno disfrute personal y sin rendir cuentas. Veamos.

El Ing. Rodolfo Méndez, ministro de Obras Públicas y Transportes, encuentra una “botija” con más de 3.000 millones de colones por allí presupuestados, sin que  administraciones precedentes dieran señales de entender la razón de ser de esos fondos y de los compromisos a ellos ligados. ¿Cómo es que la avenida de circunvalación de la capital, a casi 40 años de haberse empezado a construir, aún está inconclusa? El colapso vial –en el corazón de la Gran Área Metropolitana y en los centros urbanos próximos- es pavoroso, de resultados graves en lo que respecta al gasto por consumo de combustibles, por tiempo perdido, también por el impacto en el estado de ánimo del ciudadano. Ah, pero en la gaveta estaba una larga lista de obras para abatir el problema, a las que ahora se añaden otras con la carátula de remediación del caos aunque sin el impulso y la  presión de una autoridad superior decidida a extirpar el tumor. ¿Quién dice que esas 106 obras en la lista de tareas para agilizar el tránsito no va a quedar atascada, también, por la gracia de la incuria burocrática y del efecto depredador de la dictadura de los incisos?

La directora de la escuela Rosario, en Nicoya, confiesa su frustración y su tristeza pues el terremoto de setiembre de 2012 destruyó el edificio y dejó a la intemperie a sus 21 alumnos. Como este, hay más casos que han golpeado las ansias educativas de 7.000 muchachos de la región, hoy sin aulas. Y no porque falte el dinero. No.  Los recursos económicos fueron girados y la planeación técnica fue aprobada. Simplemente la negligencia burocrática y la dictadura de los incisos hacen mella en este reino en el que la irresponsabilidad pasea de un lado para otro, sin someterse nadie a la rendición de cuentas.

¿Y qué pasó en la construcción de la radial que conecta la carretera nacional a la Terminal Portuaria de Moin? Una “pifia” –la famosa metida de pata con la que el presidente Solís Rivera quiso hacer chiste- se tradujo en una pérdida de recursos y de tiempo ingentes. ¿Quién fue sancionado?

¿Y los recursos perdidos en cuantías millonarias por los fracasados administradores del Proyecto Limón Ciudad Puerto? Agréguese –en esta misma jurisdicción- el asentamiento delictivo que el crimen organizado ha construido para disfrazar los envíos de droga sacando partida de la disfunción en la gestión de quienes han tenido la responsabilidad (¡!) de vigilancia tecnológica de los contenidos de los contenedores en que el país exporta sus productos. Pudieron pasar 1.600 kilos de coca por allí y hoy desde Europa, nos tiran de las orejas y nos enlistan con el negro de la hoja delincuencial. ¿Cuántas veces habrá sucedido lo mismo!?

Y para añadir otra muestra de esa inopia burocrática, ¿no es que agarraron en la dormidera a las jerarquías de JAPDEVA que debían anticipar las enmiendas a los impactos negativos en la masa laboral que pudiera traer la nueva terminal portuaria?

Esta forma de gestionar irresponsablemente anda por todo lado. Lo acabamos de padecer en los ámbitos de  Aviación Civil con la exposición a la inseguridad de nuestras instalaciones aeroportuarias. Nuestra Dirección General de Aviación Civil fue apercibida por incumplimientos de la normativa de la OACI sobre seguridad aeroportuaria. Pasa el tiempo, y como nada se corrige sobreviene la degradación de la calificación con lo que ello significa. ¿Y quién asume la culpa?

Los famosos consejos (las hermanitas perversas) del MOPT siguen haciendo gala de torpezas en la gestión a su cargo. Y la promesa de someterlas a cirugía sanadora, quedaron en cantos de sirena.  Hay que añadir al listado los empeños dignos de mejor causa, con que algunas instituciones autónomas quieren zafarse del marco restrictivo que les impone la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas. El nudo gordiano de requisitos, formularios, condiciones, al que deben hacer frente los esfuerzos por reactivar la economía; una cruda realidad contra la que se estrella cualquier lírica declaración presidencial o ministerial dirigida a convencer al empresario para que eche a lomos de espalda lo que le concierne para abatir el desempleo y resucitar la economía.

Como que no es solo una cuestión de claridad en la acción, de energía en la toma de decisiones, de coherencia en la gestión política. Hay que admitir que también nos está ahogando ese espeso árbol burocrático que anda de la mano de la “dictadura de los incisos” y  -en la nueva arquitectura de la política criolla- que medra a la sombra de un ejército de oportunistas, inexpertos e improvisados políticos que han explotado la sensación de repudio y temor a la reaparición de los desmanes de una versión bastarda del bipartidismo. No la del bipartidismo que posibilitó el fortalecimiento de la democracia y la expansión de la justicia social.

O procuramos la regeneración de la política para construir los acuerdos de amplia base que saquen al país del atolladero, o la nueva  hidra de la mitología nos terminará ahogando. Y no se sabe que Hércules ande cerca para que nos socorra.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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1 COMENTARIO

  1. Por circunstancias muy particulares me tocó ir varias veces a la Estación del Pacífico.

    Debo mencionar que cada vez que llegaba a ese imponente edificio, entre rieles y construcciones magníficas moviliario soberbio y locomotoras que fueron tristemente abandonadas por un caprichoso «inciso», solamente me pregunto:

    ¿Porque insistimos en compararnos con gente de otros países y el desarrollo alcanzado en lugar de ver hacia adentro y compararnos con nuestros propios abuelos que fueron capaces desarrollar obras tan imponentes como ese ferrocarril ínter oceánico?

    Hoy, la reparación de un puente una y otra vez porque la «pinche platina» es inconcebible. Construir un edificio para la Asamblea Legislativa acaba en un adefesio de concreto que está costando una obsenidad. La sólidas y hermosas escuelas de antaño hoy no pueden siquiera construir un aula unidocente en gypson.

    Y qué decir, una terminal de contenedores o administrar un aeropuerto existente, hoy son labores titanicas para los nietos de hombres descalzos pero sesudos; sencillos pero esforzados.

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