martes 23, abril 2024
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El tiempo de morir debe ser una decisión personal

Columna Poliédrica

La muerte es algo tan seguro que no debería ser objeto de preocupación para nadie. Heidegger decía que es la posibilidad que siempre está presente en nuestro devenir o dicho de manera, más coloquial: para morirse lo único que se requiere es estar vivo. También Ingmar Bergman lo destacó en su famosa película denominada el “Séptimo Sello”, el protagonista en varias escenas juega un partido de damas con la muerte y aunque algunas jugadas dan una esperanza de poder ganar, la muerte siempre le dijo: recuerda que al final yo siempre gano.

La muerte es un tema apasionante desde tiempos inmemoriales. Una civilización tan antigua como los egipcios desarrollaron toda una cultura en relación con esta realidad, su visión es que había un más allá y que desde aquí había que preparar todo para cuando hubiese que iniciar ese viaje. La simple esperanza de una vida diferente hacía que las personas se sintieran mejor frente a la incertidumbre de lo efímero.

La muerte es una transformación de la materia. Hay personas que piensan, únicamente, en las formas que han visto en este mundo; sin embargo, la muerte supone que la materia se convierte en energía, es decir, el cuerpo pasa a ser energía porque la materia no se destruye y su transformación ya fue sintetizada por la famosa fórmula de Einstein: E=mc2

Nos hemos acostumbrado a pensar la muerte desde la ideología religiosa y más en concreto desde la perspectiva cristiana. La gente sigue pensando en que al morir irá al cielo, al infierno o que se quedará vagando en el purgatorio. Se trata de ideas que no permiten asumir la muerte desde otras perspectivas que se acerquen a la realidad que supone este hecho. Desde que nacemos estamos programados para morir: ¿en qué consiste la sorpresa entonces?

La muerte como un hecho seguro está relacionado con el tiempo. El punto no es si nos vamos a morir, la verdadera pregunta es cuándo ocurrirá ese hecho. Siendo una cuestión de tiempo y teniendo en cuenta que, hasta el momento, no es posible comprar el tiempo o devolverlo: ¿por qué no dar la oportunidad para que las personas decidan sobre el tiempo que supone el hecho de morirse?

Las personas deberían tener derecho a morirse cuando ellos quieran. No se trata de vivir o no vivir, se trata de tener la posibilidad de ajustar el reloj, el tiempo, para que un hecho que es inevitable se adelante a voluntad. Desgraciadamente el ser humano no puede hacer lo contrario, no tiene la posibilidad de ajustar el tiempo para retardar el hecho de la muerte. ¡Al menos hasta el momento!

En consecuencia, lo que sí se puede es otorgarle a las personas la posibilidad de decidir sobre el tiempo que tienen para que ocurra su muerte. ¿Por qué hay personas, instituciones, iglesias que se quieren meter y normar algo tan íntimo como la muerte?

(*) Andi Mirom es Filósofo

columnapoliedrica.blogspot.com

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3 COMENTARIOS

  1. Sí hay un lugar preparado para los espíritus. La materia física se corrompe más no la espiritual. Somos seres integrados de materia y espíritu y para ambos hay un lugar destinado al momento de la muerte.

  2. La fórmula de Einstein no tiene nada que ver con la muerte. E=mc2 significa que una partícula material de masa m tiene una energía en reposo en algún sistema inercial que es equivalente a un fotón con energía mc2. Es un efecto rotalmente físico sin ningún contenido místico. La materia orgánica lo único que hace al morir es descomponerse químicamente y ya. Por ptro lado, el «decidir cuándo morir» no es válido pues no existe el derecho universal de matar (ya sea a otra persona o a sí mismo). Aceptar matarse a sí mismo es formalmente igual a aceptar matar a otro, y nos tomó muchos siglos llegar a entender que eso no es válido. Sería un retroceso en lugar de un avance.

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