viernes 29, marzo 2024
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La actual cacería de brujos

Columna Poliédrica

Al igual que en el pasado estos temas generan mucha polémica. Hay hombres que en este momento no dicen nada por miedo a ser tildados de machistas, patriarcales y otro montón de adjetivos que tienen una connotación negativa en la actualidad. No obstante, se trata de intentar llevar un poco de racionalidad a un debate que se ha convertido en una especie de cruzada por parte de algunas personas que asumen posturas radicales, situación que tampoco es nueva en la historia de la humanidad.

La cacería de brujas está asociada, entre otras cosas, a la inquisición. El sistema inquisitorio se sustentaba en la acusación que hacía una persona a otra con solo su dicho,es decir, bastaba una denuncia verbal para que el sistema represivo iniciara sus procedimientos sancionatorios. Se trataba de un sistema que combinaba la sanción psicológica con la privación de libertad y la tortura, entre otros aspectos.

Durante mucho tiempo este sistema se aplicó para someter a todo tipo de personas a un determinado sistema de creencias religiosas y valores asociados a ellas. Las religiones y los grupos que las acuñaban, castigaban a las personas que no creían y no pensaban como ellos. Esta dinámica desembocó en una serie de excesos en los que se condenó a la vergüenza pública, la cárcel, la hoguera y otro tipo de castigos a muchas personas inocentes.

Una situación parecida está sucediendo con los planteamientos de algunas personas en relación con la interacción que se da entre mujeres y hombres. Que hay hechos de violencia y agresión física o sicológica contra las mujeres nadie lo va a negar, siempre los ha habido y probablemente los seguirá habiendo; sin embargo, también hay hechos similares contra los hombres, pero la valoración social que se hace de esta misma circunstancia, en la actualidad, suele ser diferente.

La comprensión de la axiología jurídica es clave para analizar este tipo de fenómenos. Durante la inquisición el sistema imperante de creencias hizo que se valorara como herejía una serie de conductas que, según el criterio de autoridades religiosas, atentaban contra el dogma y la doctrina religiosa. Desde científicos connotados hasta personas con costumbres diferentes, fueron denunciados, torturados y posteriormente sancionados por este tipo de prácticas inquisitoriales.

Algo similar está ocurriendo en la actualidad con las personas radicales del feminismo. Al igual que en el pasado se trata de una serie de ideas en relación con la lucha por la reivindicación y equidad entre hombres y mujeres, hasta ahí nada que objetar porque en eso no creo que haya mucho desacuerdo en el postulado. El problema está en los procedimientos para lograr eso, en los cómos, ya que se ha incurrido en mecanismos similares a los utilizados durante la inquisición religiosa.

Al igual que en el pasado, hay supuestos de hecho que no son claros y a pesar de ello, se activan procedimientos sancionatorios contra las personas. Antes no estaba para nada claro cual era una conducta acreedora del calificativo de brujería, una persona que se dedicaba a la alquimia o a la ciencia podía ser calificado de tal. El procedimiento inquisitorial podía arrancar sin que mediara prueba alguna en contra de la persona denunciada.

En la actualidad en lugar de brujas, ahora estamos cazando brujos. Al igual que en aquel tiempo, no está para nada claras las conductas que suponen acoso hacia una mujer; en otras palabras y como diría la gente relacionada con el derecho: se trata de un supuesto de hecho impreciso y abierto, totalmente ambiguo y cuyos medios probatorios dependen, en mucho, de la arbitrariedad del juzgador.

Por supuesto que estamos hablando de las conductas que están en el límite y que no son tan evidentes. Un hombre que se abalanza sobre una mujer en la calle para tocarle sus senos o glúteos, siendo grabado por cámaras y ratificado su actuar por testigos de diversa procedencia, es una conducta cuya imprecisión y ambigüedad resulta difícil de negar; sin embargo, cuando la conducta se trata de una frase exclamada verbalmente, lo que antes llamaban un piropo, la imprecisión o ambigüedad aparecen porque el acoso depende de la valoración que haga la posible ofendida de la frase.

El punto medular es que, en ambos casos, la cacería de brujos se va desplegar. Sea con el tocamiento no consentido o por la frase valorada negativamente y como acoso, el hombre será sometido a un proceso que supone, ya de por sí, una sanción en el ámbito social. Al final poco importa si la denuncia es cierta o no, la sanción que supone aparecer públicamente como acosador de mujeres es suficiente para desgraciarle la existencia a cualquier hombre. No se debe obstaculizar que las mujeres puedan hacer las denuncias, pero se debe establecer un mecanismo para que las personas no puedan plantear denuncias sobre hechos que no son ciertos.

No estamos descubriendo el agua tibia, la mayoría de gente informada sabe que estas cosas se están dando. ¿Quién no ha escuchado un caso de alguien denunciado por violencia doméstica y que al final resultó que no era cierto el hecho denunciado? Sin embargo, la denuncia implicó que el hombre fuera sacado del lugar donde habitaba, casi siempre bajo el escarnio público y aunque la casa fuese propiedad de este o estuviere siendo pagada por su persona. Lo mismo ha ocurrido con una buena cantidad de denuncias por acoso sexual, lo cual evidencia lo delicado del manejo que se le ha venido dando a esta situación.

En consecuencia, debe haber un manejo equilibrado y racional de estas situaciones. No se puede permitir que los fanatismos y radicalismos nos lleve a denunciar sin fundamento y desgraciarle la vida a una persona inocente, pero tampoco se puede establecer procedimientos que inhiban a las mujeres de denunciar cuando ha estado sometidas a una situación de real acoso sexual. En un caso se requiere una sanción fuerte que sirva para disuadir a las personas que quieran hacer denuncias temerarias sin ningún asidero fáctico, y en el otro caso, es necesario facilitar el procedimiento de denuncia, una investigación rápida y, sobre todo, que el procedimiento jurídico se eficaz y no permita la impunidad.

Finalmente y para que quede muy claro: nadie está abogando por los hombres acosadores. Aquel al que se le pruebe que realizó la conducta que se denuncia debe ser sancionado con fuerza, sin embargo, aquella denuncia que se realizó por el simple hecho de perjudicar al hombre, entonces, debe ser sancionada ejemplarmente para evitar que sirva de instrumento para, como dice nuestro pueblo, sacarse clavos por gusto.

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

columnapoliedrica.blogspot.com

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5 COMENTARIOS

  1. Conozco la experiencia de un conocido que fue despedido por acoso sexual injustamente, esta persona es un joven el cual este es su primer trabajo, si usted lo conoce se da cuenta de que el es incapaz de acosar a alguien, el asunto fue que una compañera en un cargo más alto se le insinuó y el la rechazó, ella lo amenazó y días después lo despidieron, a la empresa le quedó muy cómodo el despedirlo a él antes de verse envuelta en una lucha legal.
    En una situación de esas los hombres son automáticamente culpables, el acoso es un arma cargada que tienen todas las mujeres a su disposición para dispara disparar y deshacerse de cualquier persona que no les caiga bien.

  2. Este asunto es realmente muy complejo. Pero es primordial la proteccion e las victimas o presuntas victimads , sobre ante situaciones de violencia domestica y abusos de menores. Si es necesario para este fin sacar del hogar temporalmente al presunto agresor y o agresora , debe hacerce sin demora . Tambien debe separse del puesto a educadores , pastores , curas , ect en caso de acusacion por abuso sexual a menores . Eso si la investigacion en todos estos casos debe hacerse pronta y efecientemente , no como ahora que estos casos duran años en delucidarse. Ya que al final eso es lo que termina causando el mayor daño. Y en caso de encontrar que se ha acusado falsamente a alguien , debe penalizarse seriamente al acusador.Ademas de hacerse una aclaracion publica sobre la inocencia del acusado. En caso del acoso callejero no siempre habra camaras que dejen constancia de que se dio. O cuando el acoso sucede en un ambito que solo estan el acosador y la victima .Entonces es donde se da el dilema de que quien creerle. Seran los jueces y bajo una investigacion lo mejor fundamentada posible , los que con su experiencia y prudencia traten. de dar el fallo mas justo en cada caso. Pero en principio no se debe dejar de creer a las presuntas victimas. Aunque es cierto que se cometeran injusticias. Pero debe haber protocolos de reparacion en todo caso. Se que esto es muy duro , tengo un amigo desde la adolecencia , y por el cual pondria mis manos al fuego , de que es incapaz de agredir a una mujer , que fue sacado injustamente de su casa acusado de violencia domestica. Vi su sufrimiento . Pero por otro lado a diario vemos mujeres y niños victimas de esta violencia y abusos ,( son muchos los casos que llegan a los hospitales) y es aqui donde hay que entender que se debe tomar la desicion de protegerlos , aun en caso de duda. Tambien vemos el sufrimiento acumulado por años de muchas mujeres que fueron acosadas sexualmente y entendemos la situacion .
    Por otro lado cuando se menciona a la nefasta, la perversa Inquisicion, y la brutal agresion a las mujeres en la Caceria de Brujas , es importante mencionar que fue obra de la IC ; por que no decirlo con todas sus letras . Y no solo decir «de las religiones y los grupos que las acuñaban «

  3. Como siempre el señor Mirom diciendo lo que ningún otro dice. Le felicito por tener la valentía de expresar lo que muchos hombres actualmente no se atreven a manifestar. Algunos por cálculo político, otros por congraciarse con la moda feminista, en fin, hay hombres que tienen miedo de poner los puntos sobre las íes.

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