jueves 28, marzo 2024
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El empinado camino de los Derechos de la Mujer

En la actualidad, una mujer costarricense no puede imaginarse no tener el derecho a votar, estudiar o trabajar. Si dieran una mirada a décadas pasadas, podrían ver que las mujeres no votaban ni podían estudiar principalmente porque el rol establecido a la mujer por la sociedad se centraba en encargarse de los quehaceres del hogar y de los hijos, era absurdo pensar que una mujer pudiera acceder a estudiar o que tuviera la inteligencia de compartir y obtener el mismo lugar con los hombres en puestos de alto poder.

Se debe aclarar que la disminución en la brecha de género sucedió por la ardua lucha y valentía de las mujeres. Un ejemplo de esto fue la lucha por el derecho al voto que duró cien años, iniciando en 1848 con la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls,  mujeres de distintas partes del mundo salían a las calles en forma de protesta para la obtención de este derecho, realizaban fuertes manifestaciones, con el fin de que todos en el mundo pudieran ver el cambio que se deseaba y que se iba a obtener, porque las mujeres no iban a rendirse y reproducir un sistema que reprimió a sus antepasadas, a ellas mismas y a sus futuras generaciones. Su lucha dio frutos en 1948 con la Declaración de los Derechos Humanos Universales en los cuales se le otorgaba el voto a las mujeres.

La obtención de una igualdad en la sociedad está lejos de ser una realidad, ya que las mujeres diariamente tienen que vivir con un sistema y una estructura social que les establece un rol, que deben cumplir y cuando alzan la voz por la lucha de sus derechos se les define como dramáticas o exageradas. Considerando lo anterior, es importante abordar una de las principales problemáticas para lograr una equidad entre los géneros que existe en la actualidad, la cual es el crecimiento personal de la mujer en el ámbito laboral, donde se enfrentan grandes barreras desde el desempleo, diferencias salariales y discriminación por su biología.

Es esencial para cualquier persona tener un trabajo con el cual pueda vivir una vida digna, si la situación económica en Costa Rica es crítica como puede ser aún posible que existan cifras tan distantes entre los géneros en el tema del desempleo, en el cual según datos del INEC en el segundo trimestre del 2019 el desempleo de las mujeres es de 15% y de los hombres el 9,9%. Estos datos demuestran de manera clara que es aún más difícil para las mujeres conseguir un trabajo, tristemente una de las principales razones de esta injusticia es simplemente porque son mujeres. Esto crea una discriminación directa hacia el género femenino, ya que los empleadores prefieren contratar a un hombre con menor experiencia o nivel profesional que contratar a una mujer en edad reproductiva que en un futuro pueda quedar embarazada y crearles gastos adicionales.

Aun cuando la información anterior parece exagerada, ¿se debe mencionar la diferencia salarial? En Costa Rica la brecha salarial es según la OIT del 2018 al 2019 de 7,8%, a pesar de trabajar las mismas horas laborales y recibir la misma carga de trabajo, la remuneración salarial de la mujer es siempre menor, pero esto es una situación que se ha normalizado e invisibilizado en la sociedad a través de los años.

Considero, que la lucha por décadas de la mujer por obtener una igualdad entre los géneros aún está lejos de terminar, quedan brechas que se deben eliminar para que toda persona sin importar su género pueda tener las mismas posibilidades de crecimiento y desarrollo personal, que no exista ningún tipo de barreras políticas, sociales y económicas que limiten el actuar de una persona solo por su sexo de nacimiento. En el entorno laboral se necesita un cambio, en el cual deben de reconocerse los méritos de los empleados sin importar su género, que si se contrata a una persona es ya sea por su experiencia o su nivel académico no por su biología.

Pienso que todas las mujeres deberían leer y comprender las luchas que están inscritas en la historia, que fueron realizadas por mujeres valientes y tenaces con el único deseo de ser reconocidas con un papel igualitario, que el de los hombres ante la sociedad y la ley. Que cada discriminación obtenida por ser el “sexo débil” sirva de motivación para todas las mujeres para luchar por sus derechos.

(*) María Alejandra Gómez Cascante, Estudiante Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Costa Rica.

 

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