jueves 18, abril 2024
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El muy largo camino desde la patria

La larga marcha hacia la desesperación, fue algo que no nos llegó en un día ni una semana, ni un año, ni una administración política, no, nos llegó calculadamente: fue la herencia de un híbrido entre el estado empresario-socialistoide de Oduber y Monge y el cíclope de Oscar Arias.
¿Cómo?
Bueno, la historia es más o menos sencilla. Antes de los años cincuenta del siglo XX, éramos un país con mucho de cultura europea (de la antigua cultura europea, que ya no es la misma) un país sensato, sus políticos y su pueblo: estábamos ubicados en tiempo, espacio y persona. Costa Rica comenzó mal porque al tener una migración masiva: 20% de su población fue extranjera en menos de una década, perdimos sin percatarnos nuestra identidad, ni lo polo nos quedó auténtico, lo mezclamos con ese ruralismo que traían las mayorías de migrantes. Quiero aclarar que no soy xenófobo, mi esposa es extranjera y yo he vivido casi la mitad de mi vida fuera del país, me han hecho sentir tan extranjero que en realidad llegué a creer que yo era también un inmigrante en la tierra que me vio nacer.
Una cosa hay que dejar claro, los hijos de inmigrantes no se adaptan tan sencillamente a una nacionalidad que desde niños les fue parcialmente negada en la figura de uno o los dos progenitores.
En México, muy sabiamente, él o la hija de un inmigrante, aunque haya nacido en ese país, no puede ser Presidente. Claro que aquel legislador que ideó este enigmático apartado, sabía que ningún hijo de extranjero se sentirá del todo nacional, aunque haya nacido en ese país, será la tercera generación la que si lo consiga. No me pregunten que aclare lo que no se, es algo similar a la herencia de la identidad judía en forma matrilineal, aunque el padre sea judío, si la madre no lo es, nacerá entonces no judío. Esto es bastante más de, dominio sociológico y biológico que político, pero es, quizá la idea en ambos casos sea estar seguros que se hará la transición adecuadamente y no de golpe y porrazo: Trump no podría ser Presidente de EEUU, su madre era escocesa.
Recuerdo cuando por los aires de guerra empezaron a ingresar enormes cantidades de nicaragüenses a Guanacaste hace cuarenta años, me tocó dar dictámenes médicos que les solicitaba migración, ellos venían porque sabían que Nicaragua no cambiaría aunque cayera el Tirano Somoza.
Un día, años después, un alumno mío nicaragüense, cuando le dije que porqué razón no dejaban sus costumbrismos si tenían toda una vida en Costa Rica, su respuesta fue muy interesante: ¡mi madre no me permitiría que llegue a la casa hablando como tico! Me asombró esa respuesta y me dediqué a estudiar ese fenómeno, no solo en nicaragüenses, no, lo hice incluso en mi casa, con mi esposa extranjera y mis hijas nacidas en Costa Rica. Es real, las costumbres de la madre o del padre nunca desaparecen, por bien adaptado que se logre estar.
Fuimos un país de labriegos por cuatro siglos, encerrados por las montañas, felices de ser quienes éramos, hasta que la influencia exterior nos expuso de lleno a otras culturas, porque venían acá o porque íbamos a ellas, comenzamos a hablar “innecesariamente de TU”, dejamos el vos, perdimos la identidad y creamos una especie de pachunglish que no nos dejaría jamás, adoptamos el dólar en el subconsciente, queríamos parecer gringos, nos volvimos una sociedad del tener y no del ser, comenzamos a juzgarnos y juzgar por la “pinta” al vecino, si él tenía carro nuevo, yo compraba dos carros, si no cabían en la sencilla cochera, votamos la sala e hicimos doble cochera, nos hicimos socios de cuanto club inventaban para poder estar por encima del vecino, eliminamos la palabra “pudiente” que acompañó a nuestros padres y abuelos y nos creíamos iguales a los ricos, pero claro que no lo éramos la mayoría.
Los gobernantes de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX, fueron especialistas en improvisar, hacían lo que amanecían pensando, la planificación nunca fue su norte, por esa razón empezaron la titánica tarea de repartir el Estado en una especie de mini principados, donde no escatimaron bienes públicos, para conseguir cómplices dóciles y eliminar a los incómodos, comprándolos por salarios, prebendas, pensiones de príncipes y en fin todo un abanico de gollerías que terminó con la poca oposición que dejó la estrepitosa caída del comunismo y los países satélites. Claro, en esto hay que aclarar que la mayoría de nuestros presidentes nunca fueron geniales, eran mayoritariamente personas sin un perfil de estadista, quedaban elegibles por consenso del directorio de sus partidos, que estaban o están conformados mayoritariamente una elite electa por quienes hacen el proselitismo o pegan las banderas y por los que ponen la Plata del baile: nuestros empresarios, los primeros sin ninguna capacidad de decisión dentro del seno de ese “politburó”. No puede surgir nada que medio funcione, incluso Oscar Arias que tenía un buen currículo a cuestas, nunca fue un estadista y relegó las mayores reformas en terceros que poco o nada podían conseguir. Su Nobel, que de paso lo merecía el país quizá, aunque fue José Napoleón Duarte junto a Vinicio Cerezo Arévalo, quienes lograron La Paz de Centroamérica. Desconozco cómo lo consiguió, pero se lo dieron, aunque esto a muchísimos nos tiene sin cuidado, máxime cuando sabemos que la mayoría de escritores brillantes jamás consiguieron el premio, Estocolmo es un lugar extraño donde se tejen e hilvanan extraños contubernios, que por lo menos yo, nunca he comprendido.
Volvamos a nuestra increíble y triste historia, (increíble y triste historia de la Cándida Herendira y de su abuela desalmada, Garcia Márquez), que nos tiene en un problema social, económico, moral, prácticamente paralizante y que ya este gobierno demostró ser incapaz de arreglar.
Nuestra economía cuesta abajo, dentro de una recesión en los EEUU que asusta y parece ser la segunda parte de la del 2008, su continuación, y que los republicanos han tratado de manejar bizarramente con su flamante presidente, no obstante aún hay incertidumbre sobre su reelección.
Por otro lado los países no alineados, que están mayoritariamente coqueteando con la China y Rusia, no parecen ser fuente de inspiración. Mientras eso sucede, Europa se debate ante oleadas de migraciones famélicas que desbordan sus fronteras y a duras penas consigue medio sostener,
España se mueve en tierra difícil, con los nacionalismos empeorando y todo esto al calor del recuerdo del franquismo no castigado. Son tiempos recios, dijo santa Teresa, según la última novela de Mario Vargas Llosa. Ya no hay marcha atrás, queda ver lo que instintivamente decidamos, más por instinto de supervivencia que por olfato político.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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3 COMENTARIOS

  1. Dr : mis sinceras felicitaciones.Y de nuevo todo lo ud dice es verdad ! Así es el mundo, y aquí no vamos a inventar nada !
    La gracia que tenia nuestra Costa Rica, es la de aquel país bucólico de paz, de respeto entre sus ciudadanos, y de adherencia a los principios básicos de moral y valores.Donde todo era sencillo.
    Sin ejercito, sin violencia.Una Costa Rica donde Salom era un revoltoso y no Rector de una Universidad Estatal y Albino era un oficinista en el ICE !
    A tiempos aquellos !

  2. Excelente retrato de la realidad nacional don Rogelio, igual que usted, considero que el intercambio cultural es importante, pero mejor como dicen: juntos pero no revueltos, la política migratoria debería ser más estricta.
    Aparte de la ola de inmigrantes, la segunda mitad del siglo pasado se vió marcada por grandes avances en las tecnologías de comunicación y transporte, con esto, una fuerte influencia de la propaganda consumista que a gran parte de la población le vendió la sociedad estadounidense como ideal, con sus excesos y excentricidades, que ellos se costean con la hegemonía económica y militar, aquí un grupo de empresarios, políticos y empleados públicos lo costean con sudor de pobre.

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