Ciudad de México, 6 Nov (Sputnik).- A contracorriente de las opiniones mayoritarias, el periodista, escritor y poeta originario de Cuajinicuilapa (Guerrero) Eduardo Añorve Zapata desgranó los argumentos sobre la discusión en torno a los afrodescendientes en México en su entrevista para Sputnik.
Añorve no tiene pelos en la lengua y no los ha tenido durante las tres décadas en que ha reporteado y estudiado el papel y legado de las personas traídas de manera forzosa a México desde el África subsahariana. Autor de decenas de artículos y publicaciones al respecto, actualmente forma parte del equipo de Trinchera —política y cultura—, un medio independiente y autogestivo que se imprime semanalmente en Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, donde tiene a cargo el suplemento El Sambo de Guerrero.
«Lo que se necesita es una reforma en la Secretaría de Educación para que se enseñe la historia de los pueblos y que la gente pueda realmente saber cómo se considera», agregó.

El especialista reconoce «una bronca ideológica» entre tres términos: negro, afromestizo y afromexicano. Y aunque de los tres prefiere el término afromexicano explica que este también implica un apartheid (sistema de segregación racial, ‘separación’ en afrikáans) porque «los afrodescendientes somos mexicanos, somos parte de este país y así se reconocen desde la Guerra de Independencia», sostuvo.Añorve señaló que la abolición del sistema de castas en el comienzo de la Guerra de Independencia en 1810 fue el gran triunfo de personajes históricos como José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero, ambos afrodescendientes. Explicó que han vivido un proceso histórico distinto al que vivieron los pueblos indígenas frente al Estado mexicano, quienes existían previamente como naciones constituidas en el territorio.
«Lo que nos enseñan en la escuela es que el mexicano es el mestizo descendiente del indio y del español, esos son los paradigmas pero entonces ¿por qué somos negros nosotros?», sostuvo.
Añorve señaló dos procesos en la historia reciente que se han dado desde afuera y desde arriba en pos de la difusión del discurso ‘negro’ y luego, del multiculturalismo.
El primero, señaló Añorve, fue impulsado por la Iglesia católica, con el envío del pastor antillano Glyn Jemmot Nelson a mediados de los años 80, quien fundó un taller llamado Cimarrón en la comunidad el Cerezo, de Pinotepa Nacional, en la parte oaxaqueña de Costa Chica.

«El concepto que entendíamos por negro en la zona era ‘criollo’, que refiere a quien nació aquí, pero Glyn creó el grupo México Negro con el que promovió el nuevo discurso, recibió fondos internacionales y fracasó en la promoción de un desarrollo impuesto desde afuera, por no entender el contexto cultural en que vive la gente», sostuvo Añorve.
El segundo momento fue a partir de la presidencia de Vicente Fox (2000–2006) quien sustituyó la vieja idea del ‘mestizaje’ de José Vasconcelos (filósofo, escritor y funcionario público quien promovió esta noción a partir de su ensayo La raza cósmica en 1925) por la idea del multiculturalismo.»Estas políticas sajonas que aplicaron en Canadá y Europa para las minorías, las empiezan a aplicar aquí: a promover el reconocimiento constitucional y a crear instituciones que no han servido de nada», analizó. Sin embargo, los gobiernos locales de Oaxaca y Guerrero asumieron como propio este discurso y crearon sus respectivas leyes locales de reconocimiento.
«Estas leyes no fueron conquistadas por movimientos o luchas, fueron concesiones que hicieron los gobernadores», sostuvo y que también vino desde afuera y desde arriba.

La fiesta que transmite
Durante este proceso o a pesar de él, los diablos ya bailaban. Sentado en el cordón de la vereda, mientras los diablos del barrio de la Iglesia de Cuajinicuilapa toman un descanso, Añorve reflexiona cómo la danza conquista el corazón de los más jóvenes que son la franja poblacional más atacada de México. Aquí, niños y adolescentes se educan colectivamente en la danza de sus pueblos.Existen registros de esta fiesta al menos desde 1846, en un escrito del autor y político Ignacio Manuel Altamirano que la llama «danza repugnante de negros»: «Altamirano está enojado porque en ese momento los franceses amenazaban con entrar a Acapulco (principal puerto del estado de Guerrero, próximo a esta zona) y piensa cómo es posible que nos iban a invadir y la gente andaba bailando esos grotescos diablos, entonces es que no son patriotas», explicó Añorve.

Aunque existe un registro previo de que entre 1550 y 1560 llegaron cien familias africanas a Costa Chica, traídas forzosamente para realizar trabajos de vaquería.
«De ahí viene la cultura dura de Costa Chica: la cultura criolla, los diablos, el toro de petate (que se usa en las fiestas de septiembre del santo local) y muchas cosas más que necesitamos tres vidas para investigar, porque no hay documentos», sostuvo.
«Por todo esto digo que lo importante es el conocimiento de la historia. En México, las políticas indigenistas han existido durante todo el siglo pasado y ¿en qué han mejorado la situación de los pueblos? El Estado nos divide pero en los hechos somos los mismos, tenemos las mismas problemáticas de pobreza, desempleo e inseguridad», sostuvo. «Nos están enfrentando con los indígenas para pelear por el presupuesto», concluyó. (Sputnik)