martes 23, abril 2024
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El final de la democracia

“Justicia, democracia y libertad: palabras gastadas”, con este folleto dedicado a Ricardo Jimenez Oreamuno en 1942 durante el exilio, José Figueres inaugura una turbulenta era de protestas que terminarán hasta después de 1948. 

Palabras Gastadas

José Figueres Ferrer
México, 1942.

A Ricardo Jiménez Oreamuno, que encarna el ideal platónico del rey filósofo; a la nación costarricense, que es a la vez su madre y su hija; a la humanidad, que en el instante de pocos milenios ha forzado su camino, a la luz de hombres como él, desde las hordas hasta las repúblicas; dedico estas mediteciaciones anhelantes, fruto de media vida de observación y actividad.

El Autor

Después de más de siete décadas, la historia se nos repite por culpa de una clase política descastada y desgastada, hoy cuando los costarricenses estamos sumidos en un marasmo de incertidumbre, solo cabe preguntarnos: ¿tendremos que repetir toda la historia? Cuando se escribió este librito, el país atravesaba una crisis grave de Justicia, de Democracia y de Libertad. Entre la oligarquía criolla inflexible a las necesidades del pueblo e ignorante de los deberes del capital dentro de una sociedad libre, aunado a una dictadura de hecho prohijada por los EEUU en las manos de los hermanos Calderón donde el concepto de justicia no existía, los costarricenses vivían una época de miedo, envalentonados por el poder de los cuarteles, los Calderón hacían lo que siempre se había hecho: irrespetar la voluntad popular y repartir los bienes públicos en una orgía de expropiaciones y reparto de bienes entre sus allegados. Este fue más o menos el ambiente imperante en Costa Rica antes de 1948. 

Pasada la guerra se entró en una era de represalias y “otro nuevo reparto de bienes” entre los seguidores de Figueres, que de paso nunca fue un ángel. Vivimos tres décadas de un socialismo para el pueblo y un capitalismo para la oligarquía y los políticos de turno.

Llegó lo inesperado: la puesta en escena del capitalismo de Milton Friedman de la mano de Ronald Reagan y Margaret Tatcher, un capitalismo despiadado puesto en marcha por los llamados Chicago Boys, precursores de los ruines y ruinosos babyboomers que crearían en provecho propio la “burbuja inmobiliaria”que daría pie a una nueva depresión, la mayor en 75 años en EEUU, que afectaría poco a Costa Rica en ese momento por las políticas de reparto de puestos de trabajo público y de gollerías a los gremios y sindicatos, obra del gobierno de turno.

Ya no había bienes que repartir entre los allegados, se los habían copado todos, entonces solo quedaban gollerías. El imperio de la Ley empezó a flaquear ante la impresionante penetración del narcotráfico y actividades conexas, los nombramientos de jueces a dedo era ya una práctica común, ahora lo grave era la sed de tener y aparentar de esta nueva clase burocrática: no se sacian con nada y todo lo salpican, diría un amigo mío.

Hemos llegado al cúlmen del descaro y ante nuestros ojos vemos mezclados los bienes públicos con los privados, las licitaciones sin respaldo, los programas de desarrollo nacidos bajo una amalgama de padrinos y madrinas: crucitas, la 27, la trocha, el cementazo y una lista espeluznante de negocios cuestionables.

El ciudadano costarricense asombrado, no ve hacia dónde volver la vista, no hay partidos, no hay figuras ni programas, todo es una lucha feroz por el Trono de Zapote y los principados de Cuesta de Moras.  

Cuando se terminan las democracias no regresan, pueden metamorfosearse en lo que sea, menos en una democracia: dictadura en democracia o democracia secuestrada, llámese como se quiera es el último escalón del desorden social, porque la delincuencia protegida es una verdadera anarquía donde nadie manda; hay una verdadera sectorización de carteles políticos que se rifan el patio a carta mayor.

Entramos jurídicamente en un vacío donde el ciudadano se auto encarcela en su casa para poder paliar el miedo, ya no siente esperanzas de ir hacia algo mejor. A tres meses de unas elecciones cantonales (ultima esperanza directa de los ciudadanos), no vemos hacia dónde se dirige el país, con un gobierno desprestigiado, un poder judicial mayormente cuestionado no sabemos cómo actuará el tribunal electoral: hemos perdido la fe en todo y en todos, la dilación del resultado electoral de 2006 dejó un sinsabor en muchísimos costarricenses, ese precedente impensable después de siete décadas, no nos pinta el mejor panorama.

Sin necesidad de mirar la bola de cristal, por lo que sabemos sobre el verdadero estado de la República, el año siguiente será muy difícil económicamente para los costarricenses y quizá no tendremos un líder que sepa enfrentar los retos: enormes por lo demás, en materia fiscal, en la salud de las instituciones pioneras y peor en materia de seguridad ciudadana.

Cuando un país enfrenta una crisis económica-social, el incremento de la delincuencia es enorme, la falta de credibilidad en amplios sectores del poder judicial y legislativo, hacen ver el panorama bastante oscuro.

La Democracia no se construye en un día, ni en un año, es un proceso largo y multifactorial, y cuando llega el descrédito ante los ojos de las mayorías, es casi imposible recuperarla sin un esfuerzo doloroso.

Los partidos políticos con culpa mayoritaria sobre la crisis: PLN,PUSC yPAC han perdido crédito entre los ciudadanos, si se tiene más de un millón de “votantes que no votan”, la cosa empeora, porque ese millón de ciudadanos pueden cometer cualquier locura electoral por despecho.

No podemos negar que el anterior presidente llegó al poder por un desquite civil contra el huidizo contendor: 1.300.000 votos no fueron por simpatía sino por “sacada de clavo”, quizá eso le hizo mucho daño porque creyó que le querían mucho(!).

El presidente actual se sacó 1.300.000 votos de miedo al Neopentecostalismo, no fue su sonrisa: fue el pánico al fundamentalismo religioso. (Cuando la crisis de la FEUCR llevó a la presidencia de la federación a Cotito, quedó demostrado lo que significa el despecho). 

Debemos sumar un factor externo muy importante: la inestabilidad del capitalismo como sistema (capitalismo salvaje) y la emergencia de China como líder económica mundial, con el consiguiente desplazamiento de EEUU a un primer lugar cuestionable  y compartido, que no notamos aun porque estamos dentro de su zona de influencia y se puede disfrazar, pero la realidad es otra.

Hoy vemos a Latinoamérica incendiándose, donde la lucha es entre la derecha y la izquierda: una lucha por el poder. Es muy posible que en los próximos dos a cuatro años, a nivel mundial se plantee de manera muy clara la necesidad del regreso al sistema socialista europeo, en el mejor de los casos, como única alternativa a mantener a las masas tranquilas, nosotros ni fu ni fa, ni sumamos ni restamos respecto a estos asuntos clave de la política económica mundial, y no parece que tengamos líderes criollos capaces de comprender y enfrenar esos retos que marcarán época. Quizá Ottón Solis únicamente fue uno más entre todos, capaz de sacar un conejo del sombrero: salió por la puerta trasera.

Estos y muchos detalles más, nos muestran cuál es la enfermedad de la democracia costarricense, nos pintan un cuadro de desesperanza y cierto escepticismo que no es lo mejor, recordando que nosotros no tenemos una democracia centenaria, que el último siglo estuvo marcado por dos dictaduras político-militar y por una dictadura peor: la denominada “dictadura en democracia” de los últimos años y su gran aliada, la DICTADURA MEDIÁTICA, hija putativa de la oligarquía criolla.

Nuestra coyuntura económica es un verdadero nudo Gordiano, difícilmente se podría arreglar por las vías de derecho, quedará para la historia el juicio de los autores.

¿Justicia-Democracia-Libertad? Nos cuesta entender el alcance de las palabras de Pepe Figueres, 78 años después, pero con un verdadero pandemónium de gollerías por un lado y abandono a más de un millón de costarricenses que viven en la pobreza. 

Adam Smith no era economista, aunque se le considere el padre de la economía, pero se preocupó siempre por los más desposeídos. 

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico 

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