Esto acaecía durante la empinada «cuesta de enero», cuando Negrita, la emprendedora hormiga y su familia de cinco miembros recibieron una gran noticia: habían sido los afortunados ganadores de un viaje al Pastel de Calabaza, además de cinco mil dólares en efectivo para gastarlos en lo que más quisieran en las famosas confiterías libres de impuestos de esa fantástica y dulcísima tierra, también conocida como Budín de Ayote.
Tres días con sus noches todo incluido…
Pero resultó los zánganos del Gobierno se enteraron y fueron a poner orden a la casa de la Negrita, la feliz hormiga ganadora.
Así, en la víspera del viaje tocaron, más bien aporrearon su puerta…
Con dificultad ella (valiente jefa de hogar) y su prole de cinco hormiguitos lograron hacerse paso entre el laberinto de grandes maletas vacías, y así las llevaban para llenarlas de todas las golosinas durante el viaje y ya en destino, del afamado y rico Pastel de Calabaza, por lo que con todos esos dulces podría Negrita hasta realizar su sueño de abrir una tienda de altura y dar trabajo a un montón de hormiguitas desempleadas debido a la megacrisis creada por los mismos zánganos burócratas que ya tienen la vida asegurada con su trabajo fijo, más una lista de todo tipo de beneficios e incentivos por cumplir con sus deberes, por cierto, realizados a medias.
Pero los bellos sueños duran poco: a punto de derribar su puerta, Negrita, evidentemente asustada, abrió. Respiró algo aliviada porque no se trataba de las «golondrinas» (avispas empoderadas por culpa de los zánganos administrativos del Estado) que asolan ese país de hormigas, o sea, el hormiguero.
No obstante, la visita no fue precisamente de Santa Klaus: ahí estaban siete zánganos vestidos de impecable traje negro que venían a aclararle las cosas a Negrita:
«No se emocione mucho, señora hormiga, debe pagar impuestos por el premio y ya sabe usted los alimentos de verdad, confitería, chocolates y demás dulces, como turrones, mazapanes, polvorones y el mismo Pastel de Calabaza son prohibitivos para ustedes, las hormigas negreras (entiéndase hormiguero trabajador del sector privado), todos los excluidos de la canasta básica, quiero decir, el azúcar de tercera es lo único que deben aspirar por ley, esa es su canasta básica, libre de impuestos, una concesión de este Gobierno de acción ciudadana».
Y ahí estaban los siete de esa comisión de osos hormigueros gubernamentales: los funcionarios del servicio eléctrico y de agua, de la hacienda pública, de protección animal, del seguro social, salud y, como si no bastara, un representante municipal que de una vez anunciaba a la emprendedora Negrita que no se emocionara mucho y bebiera todo un tonel de «Ubicatina» porque el concejo municipal no estaba aprobando más patentes en el pueblo por lo que restaba del año (y eso que aún faltaban once meses para finalizar el 2020).
Una vez que partieron los osos hormigueros, cabizbaja, Negrita hizo cuentas, y con lágrimas en los ojos aceptó la triste realidad, reunió a sus cinco hormiguitos y les dijo:
«Hijos, con esta sarta de condiciones, servicios elevados, trámites excesivos, inseguridad ciudadana, cargas tributarias y sociales, resulta que tendremos que pagar con deuda premio y viaje, porque los zánganos osos hormigueros no desean una parte de este Pastel de Calabaza ¡sino todo completo!, viaje cancelado».
Para sorpresa de Negrita sus pequeños tomaron a bien esa dura decisión y vociferaron al unísono el sabio dicho tan empleado por su madre:
«¡Para qué confites en el Infierno!».
Ante los siete osos hormigueros se asustaron mucho e intuyeron la próxima vez vendrían a engullirlos, como hicieron con su pobre padre, reventado dos años antes por cargar tantos impuestos y otra sarta de pesos fijados por los osos hormigueros del Gobierno. «La vida vale más que un simple viaje al Pastel de Calabaza y cinco mil dólares», concluyeron todos.
Y, hasta donde se sabe, ninguna hormiga negra había muerto por no viajar a ese mágico paraíso a probar el delicioso Pastel de Calabaza: mejor atesorarlo en sueños donde ni los impuestos, ni los osos hormigueros podrían robarles siquiera una pizca.
**
Frank Ruffino es escritor, poeta y periodista independiente. «Negrita y el viaje al Pastel de Calabaza» también forma parte de su libro de cuentos y microcuentos inédito «Golpes bajos», que espera ver la luz a mediados de 2020.