jueves 18, abril 2024
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Crímenes del 48

Para que la sociedad costarricense construya su destino con el hilo más justo de su historia, en honor a los hombres y mujeres que han dando de sí sus mejores capacidades para el pueblo costarricense, y han dando de sí, hasta la vida misma, debemos  saber y valorar a  los costarricenses que murieron en la guerra civil, los que murieron en combates, que rondan los 2000, los que murieron en emboscadas, como los del crimen de la Cangreja, en el Cerro de la  Muerte, y los de prisioneros políticos como el conocido Crimen de el Codo del Diablo de Turrialba del 19 de diciembre de 1948.

Ellos son el diputado Federico Picado Sáenz, Secretario de la Federación de Trabajadores de Limón, Octavio Saénz Soto, dirigente de los trabajadores ferroviarios, Tomás Vaglio Sardi, empresario agrícola y dirigente de trabajadores agrícolas, Lucio Ibarra y Álvaro Aguilar, dirigentes de trabajadores campesinos,  y  Narciso Sotomayor,  que desde Nicaragua había participado en la guerra civil, como tantos centroamericanos.

Una sociedad está enferma, cuando convive su presente entre muertos de fosas comunes y crímenes silenciados.

La  sociedad democrática a nivel mundial se expresa en el repudio general a estas inhumanas situaciones, ocultar de los textos educativos y de los panegíricos de los vencedores , no diluye a las víctimas, lo contrario, las vuelve majestuosas en su dignidad humana y trascendente, nos relatan el fin de una guerra civil desde sus fosas, a la espera de sus exhumaciones y justicias.

Las fosas del 48 están dispersas en los lugares donde fueron ultimados, muchos heridos fueron rematados, según los mismos vencedores en sinceros relatos de combatientes que se encuentran en el Archivo Nacional, y testimonios publicados, [.Barahona . Documentos de 1948. Editorial Costa Rica]

Las víctimas del crimen del Codo del Diablo, un diputado electo, dirigentes del partido proscrito y dirigentes de también sindicatos proscritos, dan un terrible muestrario de esos días, los vencedores en sus fiestas de poder y gloria, cachuchas y buenos negocios, y los proscritos, diputados, dirigentes de partido y de sindicatos, cárcel, destierros, y muerte.

Las víctimas, que hoy se conmemora los 71 años de sus asesinatos, se han convertido en la verdad oculta de los vencedores, son cadáveres que hablan y defienden desde sus tumbas en el Cementerio Obrero, sus derechos violados, sus vidas segadas , sus compromisos con el pueblo trabajador,  con un concepto de patria, superior a sus hijos homicidas, que nunca fueron encontrados, ellos nos narran de injusticia y pendientes de una sociedad política y económica que en la mentira, el silencio, la tergiversación y el oportunismo construyó un relato alterno construido  de falacias ,  donde los derechos humanos fueron ultimados en sus integridades físicas y morales.

La persecución, el pillaje, la vendetta, el escarnio público a mujeres y hombres, a maestras, maestros , profesoras universitarias, profesores universitarios, sucedió sin que estos hechos fueran considerados oprobiosos y humillantes, ante las consideraciones de derechos humanos y trató de prisioneros políticos.

En este aniversario de la muerte de estas víctimas, creo que la sociedad cultural la Universidad de Costa Rica, debe repensar, y como en otros países sucede, pedir disculpas, a través de las autoridades institucionales, por el trato oprobioso del que fueron objeto tanto funcionario académico y del magisterio, por lo inhumano del crimen de los prisioneros políticos, un resarcimiento público a sus descendientes de parte del Ministerio de Justicia, gestos públicos que enarbolan  decencia y compensen el silencio y la complicidad.

(*) Macarena Barahona Riera, Investigadora Universidad de Costa Rica.

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2 COMENTARIOS

  1. La generación de antes y después del 48 siempre supimos los dos autores intelectuales de la matanza del Codo del Diablo. Yo, personalmente muy amigo del hijo de un doctor que se salvó de morir porque lo necesitaban en Limón. Los dos autores intelectuales fueron prominentes miembros del PLN después del crimen y murieron de viejos.

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