¡Una explosión natural de colores atrapados más cerca del cielo anuncia esta época, que tanto gusta: jacarandas en fiesta, cortez-amarillos reventados, robles sabanas en tonos rosa pastel, troncos de malinches chillados y hermosas cepas de bambú, más verdes, erguidas y anchas, que nunca!
Todo ese esplendor, permite hacer más bellas las caminatas, el senderismo y los extensos recorridos por las costas pacífico norte, sur y central. Sin duda, uno de los grandes amores de temporada que con fervor esperan los costarricenses, cada año.
Parte de ese amor fiel e infinito, lo constituyen las abundantes cosechas de frutas, … dulcísimas y hermosas, mangos-rosa orotinenses mangas color de atardecer, melones verdes y amarillos del Guanacaste, caimitos con efectos bembón, nances y marañones de Quepos y otros lugares cercanos.
Cielos azul claro, un cardúmen de árboles crecidos como llamas del bosque, convierten en alfombras naranja las maltrechas calles josefinas, hasta la época en que estallan las primeras lluvias con ese brote de abejones, aunque cada vez menor, cada mayo en el año.
Así inicia, luego, una hermosa y urgente cultura de siembra.
Sí, y no hace falta tener un espacioso jardín en la casa para sembrar albahaca verde, morada; tomillo, eneldo para las cremas de papa, tomates, orégano, perejil, estragón, apio y culantro. O, esos palos de limón mesino, mandarinas, naranjas o la enredadera de granadilla, frente a cada casa.
Esta muy basica ‘seguridad alimentaria’ inicia en cada familia, en la que poco a poco se dispone a contar con hortalizas, plantas aromáticas, medicinales, árboles frutales y plantas de gran follaje, u otros alimentos que satisfagan más que el tener que pagar por los ingredientes para la ensalada o comidas. Lo sano es una costumbre que extiende la salud .