viernes 29, marzo 2024
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“No hay peor castigo para una musa que nos haya ignorado, que leer un poema sin saber que fue escrito por y para ella”. Ernesto Cardenal

Esto que escribo no es un tributo al poeta nicaragüense, es sencillamente un pensamiento personal en voz alta.
Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote, revolucionario y místico. Un nicaragüense de estirpe real que abandonó la comodidad para meterse a la Trapa, donde fue discípulo y amigo de Thomas Merton. La figura de este hombre me sedujo desde la revolución del sandinismo, cuando con una boina ladeada estilo Che Guevara y una barba y melena larga blancas, en unos jeans y con una camisa de manta India, era visto en todos lados. Años después me propuse leer todo lo que encontré escrito por él y acerca de él, lo cual solo aumentó mi admiración por el poeta. Hay una frase de Ernesto Cardenal que dice:
“No hay peor castigo para una musa que nos haya ignorado, que leer un poema sin saber que fue escrito por y para ella”.
Años después la he utilizado en poesía, más que nada cuando se que aquella musa leyó mi poema y no sabía que era para ella.
Ernesto Cardenal tuvo una novia, una mujer de la sociedad leonesa, no obstante por una especie de “experiencia espiritual”, la dejó y se fue a los monjes Trapenses (la Trapa) en EEUU, donde se convertiría en discípulo y amigo del brillante Thomas Merton.
Su obra en verso y en prosa es aclamada en todo el mundo hispanoparlante, sus poemas de Solentiname, llenan muchos corazones de dolor y de dicha. Su vida estuvo marcada por la lucha, primero contra el somocismo tiránico y cruel, luego contra grupos que querían su separación del proceso revolucionario, incluso Juan Pablo II le excomulgó por su participación abierta en la Teología de la Liberación. Se le levantó ese estado cuando estaba ya muy enfermo, lo hizo Francisco el papa, conocedor de su obra, aunque fuera contra las normas eclesiásticas, sin duda Ernesto Cardenal fue un enamorado de los más pobres de los pobres, entre los cuales vivió toda su vida adulta y su vejez.
Hoy, cuando me entero de su partida al lugar donde no hay dolor ni pena, siento la nostalgia del poeta ido. Todo poeta es un enamorado del amor y esa vocación se trae o no se trae, no puede uno educarse para poeta, no, uno viene armado desde el vientre de la madre para ser poeta. No hay poetas buenos y poetas malos, no, solamente hay poetas, poesía y poemas. Un poeta no puede mentir, la poesía sale de lo más hondo del alma, no importa cuán equivocado se esté, lo que se dice y se escribe es lo que se siente. Hubiera deseado conocerle el persona, pero muchas veces damos largas a todo y al final la vida no alcanza para más. Lo conocí a través de sus libros, lo leí, lo estudié, lo viví enteramente y eso me hace sentir como si lo hubiera conocido en persona.
En mi mente se inmortalizó con la frase que cité arriba, porque la escribió en una especie de autobiografía, donde dejaba ver que su amada de joven muchacho, quizá nunca se dio por aludida respecto a la presencia de ella en su poesía. Es que las mujeres dejan un tatuaje indeleble en el alma de un poeta, una o mil muda, que más da, pero ellas son la tinta que mueve el mundo de los poemas.
Cada poeta que atraviesa el firmamento literario es un rayo de esperanza para la humanidad.
(*) Dr.  Rogelio Arce Barrantes es Médicoc

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3 COMENTARIOS

  1. ¡Excelente artículo en homenaje a lo mejor de lo mejor!

    Esto publiqué en mi muro al enterarme, por este medio, de su deceso:

    ¡ERNESTO VUELA!

    Se me fue el viejo, mi querido viejo, a sus 95 años: ya la Chayo y el dictador no te perseguirán más. Ahora alcanzas tu estado energético ideal, ¡deja tu cansado cascarón y vuela en el cosmos infinito de mi reino interior! Paz Maestro.

    Este poema de mi libro «Viaje de ausentes» (2006), premiado en México en 2007.

    ERNESTO EN EL PARQUE SOLEDAD

    Hoy Ernesto, el poeta
    que parece el padre de todos
    sin criar a nadie,
    llegó al parque Soledad,
    el más impopular del alma mía.

    Cruzó mi Soledad
    diagonalmente
    escoltado por los seis
    cuervos de aquí
    y alzando una pancarta
    entre dos nubes
    donde estaba escrito
    su célebre poema
    de Marylin Monroe.

    Ni siquiera se dio cuenta
    que por tomar atajos
    pasó por el parque Soledad,
    el más impopular del alma mía.

  2. El necio y reaccionario polaco de Karol Wojtila, alias Juan Pablo II, no hizo otra cosa que tratar de humillar en vano al poeta granadino solidario con su pueblo, bienvenida la desobediencia creadora y de amor por las gente de sus lares que siempre tuvo, en especial frente a los tiranuelos a la cabeza de una vieja y poderosa institución como la Iglesia Católica, la que sólo al final con Francisco lo rehabilitó a medias. Por lo demás, todo poeta es un enamorado del amor y esa vocación se trae o no se trae como con acierto nos dice don Rogelio Arce Barrantes. Lindo y sentido homenaje para un poeta que bien lo merece.

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