viernes 19, abril 2024
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Del hombre-masa al demagogo de hoy

Los que sabemos que no sabemos, hemos dejado el gobierno en manos de quienes ni siquiera saben que no saben. Hace un siglo, José Ortega y Gasset escribió La rebelión de las masas. El hombre masa es definido como aquel que no se valora a sí mismo en bien o en mal, el que vive a su sabor siendo como todo el mundo… En contraposición existen las minorías selectas, aquellos y aquellas que saben valorarse, conocen sus límites y piensan por sí mismos. Ortega aclaraba que esta distinción no era económica o nobiliaria, sino mental o espiritual. Él había encontrado aristócratas-masa mientras que entre los obreros había almas “egregiamente disciplinadas”.

Conozco muchas personas –me incluyo- que saben valorar sus limitaciones y virtudes.

Comprenden que el país es prácticamente ingobernable y no se meten en política por no sentirse preparadas para arreglar la situación. Esto ha dejado el gobierno y las alcaldías en manos de los que se lanzan al agua sin saber nadar. El resultado es el naufragio en que vivimos.

Abel Pacheco no firmó el TLC “hasta tanto no me demuestren que es bueno para Costa Rica”. Nombró una junta de notables para que lo analizara y así logró terminar su período sin decidir nada al respecto. Un mandatario debería ser capaz de analizar un tratado de esta clase y conocer sus ventajas y desventajas sin acudir a nadie. Laura Chinchilla, en un discurso sobre la trocha, cada vez que tocaba aspectos legales o de ingeniería aducía que eran cuestiones técnicas que no le correspondían. El actual presidente ha nombrado una comisión para que ponga orden y le despeje el camino para gobernar. Afirmó hace poco que le dejaron el país hipotecado, siendo él mismo ministro del anterior gobierno y, por tanto, debía saber en qué se estaba metiendo. Alrededor de la mitad de los alcaldes o candidatos a alcaldes tenían líos legales o eran cuestionados…

Los partidos políticos carecen de una ideología clara. Son maquinarias recolectoras de votos. Cuando un partido gana una elección, los favorecidos son quienes lo financiaron o quienes toman puestos secundarios bien pagados y pueden hacer negocios desde ellos. Normalmente, el candidato no es el más preparado, el líder, sino alguien con “carisma” o popularidad. No está lejano el día en que una agrupación elija como su representante a un o una ex futbolista o cantante, para que a la hora de los reclamos pongan el rostro ante las bofetadas.

La situación es trágica. Platón decía que el peor momento para un Estado llega cuando los ciudadanos se dan cuenta de que quienes los gobiernan no son mejores que ellos, no son más sabios ni más virtuosos. Es la hora del demagogo. Aparece un conductor del pueblo que toma el poder y luego se convierte en tirano porque, para complacer a algunos ciudadanos, debe reprimir a otros. En el fondo, el demagogo buscó el poder por ambición personal, sin saber que no sabía gobernar.

(*) Luis Alberto Solórzano Sojo es Profesor de Filosofía, Universidad de Costa Rica.

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4 COMENTARIOS

  1. Los filósofos vienen llamando la atención sobre la transición que hemos sufrido como sociedad. Del hombre masa al demagogo en este artículo y en la columna de Mirom de los lunes: De los chupópteros a los parásitos. Me parece que deberíamos poner atención a sus señalamientos y no como hacen muchos, usualmente ignorantes, que desdeñan a la filosofía y tratan de decir que no es importante para las sociedades. Quienes así opinan se retratan de cuerpo entero y probablemente son chupópteros y demagogos o ambos a la vez.

  2. Gracias por el artículo, acá lo malo es que éstas cosas uno la deja en en las redes sociales y los más engañados no están interesados en leer nada.

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