jueves 18, abril 2024
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El necrocapitalismo

El capitalismo ha sido el único sistema económico y estatal que ha conocido la humanidad, desde la revolución neolítica, revolución que permitió el surgimiento de la sociedad excedentaria, embrión de la sociedad capitalista.  Este sistema no aparece así de pronto, como por arte de magia, sus elementos se fueron desarrollando en diferentes lugares del planeta y por más de veinte siglos.  Las clases dominantes también fueron evolucionando, desde la casta sacerdotal, pasando por el monarca ungido por los dioses, hasta las burguesías presidenciales y parlamentarias.  La primer fracción de la burguesía en aparecer, históricamente, fue la comercial.  Una fracción muy dinámica que se encargó de crear el dinero como medio de cambio, de iniciar el largo camino de la globalización, a través de la diversificación y modernización de los medios de transporte, se hizo cargo de la construcción de las grandes ciudades, entre otras novedades en el desarrollo social y económico humano.  Esta fracción obtiene sus ganancias del intercambio de mercancías.  Es una burguesía, en sus inicios, creadora, modernizante, amante de las artes y la literatura, que abre el camino a la separación de la Iglesia y el Estado.  Por esta acumulación de capital, que involucra no solo el comercio “normal”, el intercambio de productos entre diversas regiones del planeta, sino también el saqueo de regiones más pobres y menos desarrolladas militarmente, el pirataje marítimo, y otras acciones depredatorias; se comienza a conformar en las ciudades, una nueva fracción de la burguesía, la industrial, cuyo origen inmediato fueron los artesanos en la edad media.  La burguesía industrial revoluciona el sistema capitalista y transforma al planeta mismo.  Es una fracción caracterizada por la conquista, el dominio, la transformación (hasta la destrucción) de la naturaleza.  Irrumpe como una fuerza modernizante, capaz de brindarle al ser humano todo lo que necesite para su vida plena.  Es así como, pensadores y artistas, quedan pasmados ante las creaciones iniciales de esta burguesía.  Incluso Marx queda impactado por la energía de esta fracción burguesa, y le dedica su obra principal, El Capítal.  Tal es la admiración de este autor, por el desarrollo industrial, que va a concluir, que de esta forma del capitalismo, solo queda un camino, el socialismo, haciendo el intento fallido de darle “cientificidad”, a una aspiración humana por una sociedad diferente a la conocida hasta nuestros días.  Sin embargo, contra todos los pronósticos de las “inevitables” y permanentes crisis del sistema económico y su colapso, este sistema ha demostrado su capacidad de superar cualquier escollo y adoptar cualquier forma para sobrevivir, incluso el capitalismo de Estado, que algunos llamaron y llaman “socialismo”.

La última fracción de la burguesía en aparecer es la financiera.  Esta surge, en su versión actualizada, por el mismo desarrollo industrial y la necesidad de la burguesía industrial de financiamiento permanente, para sostener la interminable revolución tecnológica y la feroz competencia que esta desata a nivel mundial.  Originariamente es la burguesía bancaria, que ofrece sus servicios a las demás fracciones de la burguesía, obteniendo sus ganancias de la captación de capital de toda la población y los préstamos con intereses.  Sin embargo, con el transcurrir de un siglo de “desarrollo” industrial, esta fracción de la burguesía comienza a desarrollar actividades similares a las descritas por Marx, en lo que este autor llamó “acumulación originaria de capital”.  Es decir, actividades depredatorias, violentas o no, para la acumulación de capital, incluyendo toda clase de maniobras y operaciones “delictivas” a gran escala (por lo que dejan de ser delictivas).  Las “crisis” de la producción capitalista, se vuelven el objeto de esta fracción de la burguesía, es a través de esta crisis permanente, inflación, depresión, que esta fracción alcanza su clímax a través de las bolsas de valores.

Es claro que todas estas fracciones de la clase dominante, obtienen sus utilidades de la explotación de la mayoría de la población.  El capital no se reproduce de manera regulada, ni en armonía.  La reproducción del capital es esencialmente caótica y desordenada, en donde la fracción de la burguesía que mejor saque provecho, es la que domina la coyuntura o el largo plazo.  Y dentro de una misma fracción, los elementos más despabilados.  Esa es la esencia del capital financiero, un capital esencialmente especulativo, corrupto, sin ética alguna (y no es que las otras fracciones tengan ética, pero esta es desalmada, no tiene vergüenza alguna), devorador, insaciable…  He ahí la fracción dominante a nivel global en estos últimos años.  Por eso, el mundo ha vivido, “crisis” tras “crisis”, y digo “crisis”, así entre comillas, porque es crisis para quienes tenemos que trabajar (manual o intelectualmente) y para los sectores de la burguesía que se quedan rezagados, que no se modernizan, o que no son aptos para navegar en las turbulentas aguas del neoliberalismo.

El neoliberalismo, es quizás, la cumbre del poder del capital financiero.  El llamado neoliberalismo, no fue más que una vuelta al capitalismo más feroz, solo que ahora encabezado por una fracción burguesa también feroz y con un apetito insaciable.  El capitalismo financiero vio que el Estado acumulaba capital en muchos sectores de la economía, principalmente en electricidad, agua, salud, seguros, bancos, educación, y en toda la gama de servicios públicos.  Allí vieron el nuevo botín, había que entrar al gobierno y a privatizar todos los servicios.  Privatizar es darle un dulce nombre al saqueo, al robo, a la rapiña desatada, por apropiarse de la riqueza social a precio de remate.  Se disfrazaron de serios y laureados economistas, para asaltar las arcas de los Estados.  Todo este despliegue criminal se realizó a fines del siglo pasado hasta el principio de este.  Desde la derrumbada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con Gorbachov, hasta Chile con Pinochet, México con Salinas de Gortari, Reino Unido con Margaret Tatcher, Estados Unidos con Reagan, Mireya Moscoso en Panamá…  Cualquier personaje de pacotilla era bueno para dirigir la trama de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

Al tomar el Poder el capital financiero, que empezó estableciendo el denominado neoliberalismo, comprendió que su actividad depredatoria, por la acumulación de capital no tenía límites de ningún tipo, ningún control estatal o policial.  Luego de saquear los Estados, el capital financiero se dio cuenta, que “al margen de la ley” había una importante actividad económica dirigida por el denominado “crimen organizado”, actividades que permitían una fuerte acumulación de capital, en orden de importancia: el tráfico de mercaderías adulteradas, el tráfico de personas con diferentes fines y el tráfico de drogas ilegales.  Sin embargo, ya ese “crimen organizado” estaba circulando por los pasillos de los bancos, de las bolsas de valores, además de la seguridad del Gobierno y el poder judicial, desde hacía tiempo atrás.  Así que lo único que tenía que hacer el capital financiero era establecer peajes, reglas…, si así como lo hacen las pequeñas mafias en los barrios más pobres de costa rica. Y así fue como nos condujeron del neoliberalismo al necrocapitalismo actual.  En Colombia significó la matanza originada por el caso de Pablo Escobar, en Panamá la masacre para capturar y derrocar a Noriega, en Cuba el fusilamiento de Arnaldo Ochoa, Tony De La Guardia y otros, en Venezuela las medidas contra Maduro y sus cómplices, en México la “guerra contra las drogas” que desangra permanentemente a ese país…  El capital financiero se confunde con el crimen organizado, no hay forma de diferenciarlos, estableciendo el reino de la muerte.  La política principal de esta fracción de la burguesía hacia la población es promover y fortalecer la ignorancia, el regreso de pensamientos mágicos, el aislamiento, la ausencia total de solidaridad, el sálvese quien pueda, como mandamiento, el posmodernismo como religión: yo cuando digo una cosa, digo otra, tengo o no tengo razón.  Ya en el necrocapitalismo, descubrieron el coronavirus, la cereza que corona el pastel.  Tras un mar de muerte, creo que este sistema ya no da más, lo digo con más intuición que ciencia.  ¿Suicidio colectivo?  Un simple virus lo enterrará, no sin enterrar un buen poco de nosotros y nosotras, antes.  ¡Qué vergüenza, los pobres defendiendo las medidas autoritarias de los Estados frente a la peste, defendiendo su propia muerte!

(*) Julián Arenales

Un día después del viernes 13 de un año bisiesto. Cabo Velas.

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7 COMENTARIOS

  1. Mejor descrito no puede ser… el necrocapitalismo sinónimo de muerte. Y el estado, crimen organizado, traficantes de droga y burguesía, «la misma m….a».

  2. El necrocapitalismo sinónimo de muerte… y el estado secuestrado por la burguesía que es lo mismo que crimen organizado, y traficantes de drogas quienes lo ejercen.

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