viernes 6, diciembre 2024
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Vemos a los demás como somos

“Vemos a los demás como somos”, dicen en psicología, o sea los defectos ajenos nos perturban porque subrayan los nuestros: nos desnudan las faltas de los demás al hacer un ejercicio de mimetismo. Parece que si, porque es una extraña reacción que muchas veces tenemos a la primera vista de alguien: nos disgusta, no ha hecho nada para ofendernos y nos disgusta. Esta reacción nuestra solo podrá explicarse en base a una de dos razones. O que haya reencarnaciones y encontremos alguien que nos causó daño en otra vida anterior, o que veamos proyectados en esa persona algunos de nuestros peores defectos. La primera opción aunque nos llama la atención es totalmente indemostrable. La segunda podría perfectamente explicarnos muchas actitudes nuestras hacia algunas (pocas o muchas) personas, cuya vista nos disgusta, no obstante con frecuencia en encuentros posteriores veremos que ya no nos disgusta, quizá veamos muchas actitudes que cambian aquella primera impresión. Yo desde que descubrí esto, hace muchos años, me tomo el tiempo para analizar mejor a esa persona.
Leyendo un artículo de don Oscar Arias, acerca de Donald Trump, muy interesante porque sin saberlo el expresidente, hace un auto análisis de su persona, expone en una especie de “mea culpa” su perfil. No pretendo decir que Trump se parezca a Óscar, no, pero si me ha hecho recordar muchos conceptos erróneos que se han vertido sobre el ex presidente Arias, que analizados posteriormente, mostraron cuán equivocados eran. Don Oscar utilizaba el poder para mandar, lo que siempre molesta a las mayorías.  Ningún Presidente en Costa Rica, después de Daniel Oduber, ha tenido esa capacidad de mando; más cuando no se utiliza como en el caso actual, vemos que mal resultan las cosas.
Oscar, como Donald (me tomo la tiquedad de llamarles por su nombre) llegaron al poder siendo adinerados y acostumbrados a mandar, ambos tienen un origen muy similar de descender de familias campechanas, es decir no de la primera línea del hi society, aún cuando fueran ricos.
Los dos son tímidos en exceso, aunque muchos pensarán que son pedantes, no, son tímidos y responden de primera intención con rasgos de prepotencia, es lo normal de la timidez. Ambos implementaron políticas impopulares, que les molestó a muchos, lo cual subraya más ese repudio no justificado por sus figuras.
He dicho en reiteradas ocasiones, que Oscar Arias tuvo que poner en práctica en Costa Rica, lo que ya era una posición mundial: el TLC. No entraré a discutir si era o no era necesario o qué porcentaje fue bueno y cuánto fue malo, no, porque sencillamente era un experimento del capitalismo, que aunque ha demostrado sus enormes yerros, era algo que no dependía de él. En los meses antes a las elecciones del año 2006, no había en el horizonte nada mejor, de hecho Oscar fue una especie de seguro (aunque no existe seguridad en nada) para enfrentar el reto.
Tengo grabada una entrevista que le hizo un periodista de Al Día, en noviembre del 2005, donde él reflexionaba que quizá había cometido un error, pues antes los estudiantes de la UCR lo saludaban y al postularse para presidente su popularidad caería en picada (sic).
Donald Trump se enfrentó a un vacío de poder dejado por Obama, que representaba a la tradición demócrata de los Clinton, al ser Hillary la oponente, no mostraba nada diferente a Clinton-Obama, por ende los votantes sabían que nada podía cambiar. Desde que tuvo un reality show, Trump mostraba sus rasgos grandilocuentes, no era un mal tipo, pero sin haber logrado superar ser hijo de una inmigrante escocesa, su reacción era esa de levantarse por encima de los demás, reacción totalmente comprensible, aunque no justificada. Los grandes empresarios estadounidenses sabían que éste sería un Presidente de derecha totalmente y además fácilmente manipulable por ellos. Los demócratas ya habían demostrado cierta debilidad en el ejercicio del poder, dejando abierto el espacio para una era republicana autocrática. La impopularidad extra fronteras de Trump no tiene parangón en la historia, pero de ahí a creer que es el peor Presidente de los EEUU desde George Washington, dista un mundo, no obstante ese es el criterio de don Oscar.
Su actitud xenofóbica la equipara Oscar con la actitud de los ticos frente a los nicas, los colombianos, los dominicanos. Yo no veo eso de esa manera, la xenofobia es un rasgo de inferioridad, que en una reacción acomodaticia, achaca todos los males a los extranjeros (ahora hemos querido achacar a todos los orientales el mal del Covid 19, y culparlos por la pandemia).
Muchos de sus rasgos (de Trump) son etiquetados por nuestro ex presidente como un mal mayor, producto de los errores de los estadounidenses. “El Presidente de los EEUU representa los peores anti valores, pero ¿qué tal si vemos cómo anda nuestra sociedad?”, esta frase debe hacernos revisar cómo pensamos los costarricenses y cómo actuamos. “Si no vivimos como pensamos, terminaremos pensando como vivimos” (Figueres dixit). Hay grandes verdades en ese artículo de don Oscar que nos llevan a cuestionarnos qué tanto nos parecemos nosotros a Donald Trump o a Óscar Arias.
Algo es claro, tanto Oscar como Trump, o son odiados o son queridos, no existen en la indiferencia. Posiblemente ambos fueron producto de su época y de su entorno, es decir fueron un mal necesario.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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2 COMENTARIOS

  1. Personalmente me gusta mas Trump que Oscar.La razon : Con Trump estoy segura por donde va…… con Oscar como buen tico,se acomoda,palanganea.

  2. Y yo que siempre he pensado que Arias era la copia inédita de Mr. Bean (UK), sabiendo de mis familiares heredianos como era en su juventud. Hay que tener panza para entregar a Costa Rica.

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