viernes 29, marzo 2024
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El paradojal destino de la sociología contemporánea (V)

Eugenio Rodríguez Vega, in memoriam. Quinta parte.

“La sociología afirma que los cánones del razonamiento científico pueden ser aplicados provechosamente al estudio de las relaciones de los hombres en sociedad. Así, en un comienzo, Comte consideró que la sociología introducía en el estudio de las  cuestiones sociales los métodos “positivos” que habían permitido los grandes adelantos en las ciencias naturales.. En una tradición diferente, Marx llamó “científico” a su análisis socialista de la sociedad del siglo XIX, en contraposición con otras teorías socialistas, a las que calificó de “utópicas”. En el curso de su polémica con Comte y Spencer, Durkheim sostuvo que el enfoque de éstos no era suficientemente científico y afirmó que los hechos sociales, al igual que los naturales, deben ser tratados como “cosas”. Pareto defendió la aplicación de métodos “lógico-experimentales” a la sociología, y hasta Max Weber, sin duda el maestro de la sociología, más sensible a las argumentaciones contra una ciencia de la sociedad, juzgó necesario exigir a los partidarios de la “comprensión”, como método apropiado para la historia y los estudios sociales, que sus argumentos se ajustaran a los cánones de la prueba científica”. John Rex PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA TEORÍA SOCIOLÓGICA Amorrurtu Editores Buenos Aires 1977 página 13.

Desde la perspectiva singular de la sociología,  la más joven de las disciplinas que han procurado llevar a cabo un enfoque científico acerca de ese ámbito de estudio e investigación que las definen, al que podemos calificar en principio como “lo social” con todos sus derivados y componentes, propio de las ciencias sociales o de la cultura (Cassirer, dixit), sucede que cuando se presentan grandes crisis en la historia de la humanidad, dado que la presente no es la única de que se tenga memoria, resulta indispensable detenerse a reflexionar acerca de los rasgos definitorios más importantes que caracterizan la convivencia social entre los seres humanos,  una que es propia de una especie (presuntamente racional) que es esencialmente gregaria en sus comportamientos, como algo que la desmarca de la gran mayoría de las otras especies animales que pueblan el planeta, aunque si bien algunas de ellas presentan importantes formas de organización social, ninguna de ellas posee un lenguaje elaborado (v.g.r. Ernest Cassirer MITO Y LENGUAJE Ediciones Galatea Nueva Visión Buenos Aires 1959) como una herramienta que le permite elaborar un pensamiento abstracto, capaz de trascender el reducido ámbito espacial y temporal, propio del aquí y el ahora en el que se mueven todas las restantes especies, con excepción de la que conforman los seres humanos, capaz de viajar con la mente hacia diferentes ámbitos espaciales, al mismo tiempo que elaborar a partir de ahí, las distintas formas y manifestaciones de un pensamiento complejo, y representarse de manera abstracta el recuerdo de las diferentes épocas históricas de su larga evolución, teniendo la capacidad de planificar sus acciones en el mediano y el largo plazo, todo ello como resultado de lo que algunos antropólogos han calificado como el proceso de hominización.

Conviene destacar entonces que, ante las graves amenazas a su supervivencia individual y colectiva, como sucede en el caso de la presente pandemia del coronavirus Covid 19, la que hoy se propaga aceleradamente por todo el planeta, el ser humano reacciona y actúa, dentro de una especie de dualidad, a ratos incluso ambigua, conformada por una parte por los componentes biológicos y por otra, a partir de aquellos, de naturaleza específicamente social y cultural. Es entonces cuando cabe preguntarnos ¿cómo y de qué manera se expresa, en medio de una crisis tan compleja, lo que podemos calificar como la dimensión sociológica propiamente tal dentro de estos eventos? Nos bastaría con llevar a cabo un ejercicio de observación y una cuidadosa caracterización de las dimensiones de la mencionada pandemia para darnos cuenta de la gran diversidad que asumen las formas y los contenidos de las reacciones colectivas, de naturaleza social si se quiere, que se pusieron de manifiesto, casi de inmediato, ante la inminencia del peligro, cuando aún no se había podido dimensionarlo en toda su gravedad. Las conexiones de lo que es un fenómeno biológico en principio con  todo el ámbito social, político y económico se evidenciaron, desde el inicio, para el caso del primer país o estado nación afectado, cuando las autoridades chinas, reaccionaron de una manera específica que, como es de suyo evidente, es propia de la “naturaleza” del régimen político y de la cultura, forjada por una las más antiguas civilizaciones humanas en el continente asiático. La determinación, digamos que “draconiana” (v.g.r. las duras leyes de Dacrón, implantadas en la Atenas de la antigüedad helénica) y autoritaria en sumo grado del sistema político imperante en esas latitudes, tanto en la ejecución de los procedimientos de la cuarentena impuestos a la población afectada, como en las sucesivas, además de rigurosas, acciones terapéuticas llevadas a cabo en la ciudad de Wuhan, una urbe industrial que fue el foco inicial de la amenaza colectiva representada por la pandemia, a la que podemos caracterizar en términos sociológicos evidenciando no sólo su  particular manera de enfrentarla como una amenaza para todo el conjunto social, sino también a partir de ¿cómo se movilizan y actúan en una cierta dirección los distintos componentes de la estructura social, más allá de sus diferencias y particularidades, para lograr ese objetivo? o dicho de otro modo ¿cuál es la actuación de esa sociedad china vista en términos generales y abstractos en procura de contener la pandemia? Ahora bien ¿de qué manera las sociedades humanas procuran, más allá de la existencia de intereses particulares de determinadas clases o sectores sociales y políticos, posponer o mitigar los conflictos o diferencias que puedan existir en su interior? las que no sólo se pusieron de manifiesto en una serie de acciones “políticas”, propias del régimen que gobierna y administra esa sociedad de forma más visible, sino que a pesar de ello, la sociedad misma con toda la diversidad de sus componentes, se puso en tensión para producir un resultado esperado por todo el colectivo: detener el contagio de la pandemia, reducir el número de muertes y buscar una salida terapéutica con vacunas y tratamientos que permitan el restablecimiento de los afectados, a medida que se vaya superando el pico más alto de afectación a la población por parte del coronavirus Covid19, lo que puede calificarse como una vuelta gradual a una cierta “normalidad” para un sistema social y político determinado.

En la medida en que el amenazante fenómeno inicialmente biológico se ha venido extendiendo dentro del rango de una escala planetaria, hasta ahora insospechada para toda la humanidad, las diferentes reacciones y tensiones hacia el interior de las distintas sociedades y estados nacionales han mostrado una diversidad, al principio sorprendente, aunque en realidad no lo es en modo alguno, dada la existencia de regímenes políticos, sociedades e instituciones con culturas organizacionales y respuestas políticas muy diversas, aún dentro de una misma área continental. Es posible que la presente pandemia haya exacerbado ya en muchos casos, y desde la perspectiva del mediano y largo plazo, los conflictos sociales más o menos abiertos que existían en muchos países, de tal manera que en naciones como Ecuador y  Chile los gobernantes se apresuraron a decretar la ley marcial para lograr el objetivo, no siempre manifiesto, de reprimir a sus adversarios en el orden de lo político y lo social, criminalizando la protesta social en medio de una grave crisis política como la que han venido experimentando esos regímenes, los que por ahora han dado una respuesta conservadora y totalitaria a la crisis, si bien alegan que lo hacen para combatir la pandemia.

Las formas de reaccionar, por parte de los distintos gobiernos y aparatos políticos, al ser tan diversas crean tensiones entre ellos o abren paso a distintas formas de cooperación que se traducen en acuerdos y en pactos para apoyarse en la búsqueda de soluciones para un problema tan complejo y con tantas facetas, o por el contrario, dando lugar en  algunos casos a un agravamiento de la amenaza de la pandemia, tal como sucedió en los casos de Italia y de España, donde tanto las autoridades como el conjunto del sistema social y político, no pudieron calibrar la gravedad de lo que estaba ocurriendo, al no conocer bien las formas del contagio ni la amenaza que estas pudieran representar para la capacidad instalada de los sistemas de salud pública. El número de contagiados y de fallecimientos ha venido aumentando, de manera exponencial, y esos países no han encontrado todavía las formas adecuadas para detener el contagio, cosa que al parecer si han logrado la República Popular China y Corea del Sur, uno de sus vecinos asiáticos más afectados inicialmente.

La naturaleza sociológica de los componentes de esta crisis múltiple, a medida que se va profundizando, se muestra ahora en todas sus dimensiones cualitativas y cuantitativas de todo tipo, especialmente cuando podemos observar la afectación a todo el conjunto de la sociedad, ya no sólo en términos de los frágiles sistemas de salud pública, sino también en el plano económico al reducirse la inversión y el consumo, en lo social con un aumento vertiginoso de la inequidad entre la población como resultado de las acciones concertadas de los grupos sociales más poderosos. Por otra parte, las medidas de control epidemiológico implican costos  importantes, y cada vez más crecientes en cuanto a la erogación de recursos, a la vez que implican e imponen de hecho (a medida que la pandemia va avanzando y se crea incluso un clima de terror, entre las poblaciones que se sienten cada vez más amenazadas, sobre todo por las medidas de control restrictivo que se van anunciado, día a día) una reducción creciente de las actividades productivas llevándolas casi al mínimo de su capacidad, en medio de crecientes tensiones sociales, cuando muchas economías se encontraban ya al borde de la recesión desde hace bastante tiempo. Todo esto afecta, de manera profunda y sostenida, a las economías nacionales en su conjunto y a las bolsas de valores, con una importante caída del Producto Interno Bruto, un brusco e imparable aumento del desempleo, una reducción del consumo que termina por impactar a toda la sociedad, yendo desde lo económico hasta las múltiples y diversas manifestaciones de lo social y político. Las luchas entre los distintos componentes de la sociedad afloran de inmediato y se van agudizando día a día, especialmente cuando los patronos, y sobre todo el capital financiero se resisten, con el decisivo concurso de un poderoso aparato mediático que controlan, al ver afectados sus cuantiosos beneficios, fruto de las actividades especulativas que ejecutan o del poder de que disponen para no tributar del mismo modo, y con el mismo grado de proporcionalidad con que lo hacen las grandes mayorías de la población, que son las que costean el funcionamiento del conjunto de la economía, a pesar de tener menores ingresos, aunque se repita hasta la saciedad exactamente lo contrario.

Pareciera que el “organismo social”, no necesariamente análogo a un organismo biológico, está enfermo de múltiples maneras y que su existencia, al menos como ha sido conocido hasta el presente, parece estar amenazada de extinción o de una conversión postrera, la que nos resulta todavía indescifrable, para dar paso a una sociedad más regresiva o por el contrario, una que vuelve sobre sus pasos ultraliberales para retomar las políticas sociales de épocas anteriores. ¿Existirán actores sociales capaces de revertir esas tendencias destructivas? Esa, y no otra, es la interrogación que cabe formularnos en este punto.

Es aquí donde la sociología, como la mayor parte de las  disciplinas de las llamadas ciencias sociales o ciencias del hombre (en la tradición francesa), que estuvo desde el principio de su existencia muy influenciada por los métodos y perspectivas propias del método y del objeto de estudio propios de las ciencias de la naturaleza (hard sciences para los anglosajones), se ve enfrentada al desafío de desentrañar la naturaleza y los componentes de una crisis múltiple y compleja, cuya solución está muy lejos de ser encontrada. Partiendo de la tendencia a mirar a la sociedad humana como un todo desde la perspectiva de un modelo orgánico, es decir la sociedad vista como un gran organismo (especialmente dentro de la corriente sociológica del estructural-funcionalismo del sociólogo estadounidense  Talcott Parsons y otros autores contemporáneos) cuyas partes interrelacionadas no sólo conforman el todo, sino que cumplen determinadas funciones, dentro de los diferentes sistemas sociales y sus especificidades culturales en las que sea posible dividir a las sociedades humanas debemos explorar, una vez más, las virtudes y las limitaciones de ese enfoque. Por ahora, resulta innegable reconocer que la sociología y las otras disciplinas de las ciencias sociales deberán contribuir a buscar una luz a la salida del largo túnel de amenazas de la globalización neoliberal agravadas por esta pandemia, también global, dentro de lo que es algo así como una especie de solución o salida que todavía no se vislumbra en el horizonte.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor.

 

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10 COMENTARIOS

  1. Vivimos en tiempos atribulados, no se sabe a ciencia cierta el destino de una humanidad que ha estado en un proceso de deshumanización que perdió su rumbo invirtiendo en cosas sin importancia y dándole valor a lo material, evadiendo la realidad en las iglesias, los bares, en los partidos de fútbol negando la existencia de los más desprotegidos y vulnerables. El coronavirus ha puesto en evidencia la decadencia en la que venimos cayendo desde hace tiempo, ha hecho caer máscaras y mostrado lo peor y lo mejor de nuestra especie. El sistema ha colapsado dejando a la humanidad como un rebaño perdido, mientras algunos se aferran a lo imposible y otros egoístamente amasan fortunas. También ha colapsado la naturaleza que se ve arrinconada ante la violencia y explotación del capitalismo y de la cual necesitamos para nuestra supervivencia y para ello ocupamos vivir con ella en armonía. Espero que los pensadores sensibles, hombres de ciencia y gentes concientes le puedan dar un nuevo rumbo a la historia, pero sobre todo apostar por la dignidad para todo lo que represente a la vida en este planeta.

  2. En el caso de China, en un primer momento, al no atender la burocracia provincial los requerimientos de los médicos terminó produciéndose una tensión con los poderes centrales, la que se definió con las acciones coercitivas de estos últimos, veamos lo que dice al respecto el sociólogo español Manuel Castells, en la última parte del texto que cito a continuación: «No estábamos preparados para una pandemia de estas proporciones y con tal velocidad de propagación. La subestimamos cuando apareció, incluido yo mismo. Hay esperanza de que podamos superarlo, al menos en su dimensión sanitaria, como demuestra el hecho de que China y Corea ya parece que han conseguido doblegar el contagio. Aunque China tardó más de un mes en tomar en serio la epidemia por ignorancia burocrática de los avisos que dieron los médicos de Wuhan, con el sacrificio de la vida de uno de ellos.»

  3. Del grupo de médicos italianos, que trabajan en el Hospital Juan XXIII en Bérgamo, conviene examinar el siguiente texto que muestra como los contrastes de la organización social entre China y Occidente, además de los rasgos culturales específicos de sociedades tan distintas, constituyen un insumo para lo que se ha dado en llamar una «sociología del coronavirus»: “Los sistemas de atención de salud occidentales se han construido alrededor del concepto de atención centrada en el paciente (…) y el virus explota eso». Esa es la premisa de la que parten los 12 médicos que trabajan en el Hospital Juan XXIII de Bérgamo, con flamantes instalaciones de última generación con 48 camas de cuidados intensivos. Pero todo es insuficiente para contener al Covid-19 y a su capacidad de contagio.
    Por eso, la idea de concentrar la atención a los pacientes parece echarle combustible a un fuego ya muy avanzado, al menos en Italia: “En una pandemia, la atención centrada en el paciente es inadecuada y debe ser reemplazada por una atención centrada en la comunidad. Se requieren soluciones para Covid-19 para toda la población, no solo para los hospitales. La catástrofe que se desarrolla en la rica Lombardía podría ocurrir en cualquier lugar”, alertan.

  4. UNA PUBLICACIÓN DE INFOBAE.
    Se viene hablando en estos dias de una “sociología del coronavirus”: cuando la cultura de los países puede ser una ayuda o un obstáculo ante la pandemia
    La velocidad de propagación y la tasa de mortalidad del COVID-19 muestra diferencias notables entre las naciones más afectadas. Si bien las distancias económicas y en la infraestructura sanitaria explican buena parte de la variación, las costumbres y la idiosincrasia también parecen tener un papel importante. En el caso de China, nos encontramos ante una dictadura política, lo que facilita el control de los movimientos de la población y la exigencia de disciplina. Sin embargo, sería sesgado pensar que el éxito en China ha sido solo por el factor político, porque entonces no habría explicación para lo que ha sucedido en Japón o en Corea del Sur. El factor cultural, en este caso, es crucial. Hay una tradición en la cual el sacrificio, el honor y el sentido colectivo es mucho más acentuado que en los países europeos, al menos en los mediterráneos. Eso, sin duda, ha ayudado al control de una epidemia como ésta”, explicó Jesús Rivera Navarro, profesor del Departamento de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, consultado por Infobae.

  5. De Rafael Poch de Feliu en Rebelión:»Dilemas y estrategias de los gobiernos
    Con su estricta política de contención en el foco inicial e intenso intercambio de información con el resto del mundo, China ayudó a Occidente a prepararse. Brindó tiempo. El hecho de que esa política exitosa fuera también practicada en lugares como Taiwán o Corea del Sur, invalida el tontorrón argumento de la “ventaja de la dictadura”. La diferencia que habrá que explorar apunta más bien a mentalidades colectivas, prácticas de buen gobierno y prioridades gubernamentales. No se trata de China, sino de lo que podríamos llamar “estrategia de Asia Oriental”.

  6. De Valería Ruiz: Pero, ¿qué tiene que ver esto con la sociología?
    Bien, un sociólogo no puede describir el comportamiento biológico de un virus: cómo muta, cómo se propaga, cómo se extingue. No tenemos remedios, ni recomendaciones sanitarias.
    Pero sí podemos hacer un análisis comprensivo, en sentido weberiano, de cómo se comportan los agentes que lo portan y lo transportan. Éste es el principio social de las epidemias y las pandemias: su capacidad masiva de alcance.
    La conducta y la acción social de los individuos es lo que da significado y caracteriza que, un microorganismo que habita en un ser humano en un momento determinado de un lugar determinado, acabe habitando en cientos de miles de personas alrededor del mundo.
    Comprender la globalidad de estos fenómenos se escaparía a los límites de la aproximación que pretender ser este ensayo, requeriría de un estudio profundo, interseccional y multidisciplinar. Por eso, en el transcurso de éste, se abordará de manera superficial el papel que juega el análisis sociológico en el estudio de las pandemias y los distintos factores que pueden intervenir en su expansión.

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