viernes 29, marzo 2024
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El paradojal destino de la sociología contemporánea (VI)

Eugenio Rodríguez Vega, in memoriam. Sexta parte.

“En cierta medida, el modelo de tipo orgánico ha caído actualmente en descrédito en la sociología porque algunos de los primeros autores que lo emplearon, como Herbert Spencer, parecían más preocupados por conservar la analogía que por el modelo como fuente de hipótesis verificables. Es por ello que algunos historiadores de la teoría sociológica se expresan como si la teoría del organismo social fuera algo del pasado, propio de los viejos y malos días de los constructores de sistemas. Pero esto es engañoso, pues aun cuando pueda haber poca disposición para ponerlo de manifiesto, se lo emplea todavía en muchos estudios sociológicos, y muy especialmente en la antropología social. Toda vez que en sociología encontremos los términos de “estructura” y “función” podemos estar seguros de que el autor abriga en su mente alguna concepción de la sociedad como un organismo” John Rex PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE TEORÍA SOCIOLÓGICA. Amorrortu Editores Buenos Aires 1977 página 82.

“Pero, ¿qué tiene que ver esto (del coronavirus covid 19 y sus temibles consecuencias) con la sociología?
Bien, un sociólogo no puede describir el comportamiento biológico de un virus: cómo muta, cómo se propaga, cómo se extingue. No tenemos remedios, ni recomendaciones sanitarias.
Pero sí podemos hacer un análisis comprensivo, en sentido weberiano, de cómo se comportan los agentes que lo portan y lo transportan. Éste es el principio social de las epidemias y las pandemias: su capacidad masiva de alcance.
La conducta y la acción social de los individuos es lo que da significado y caracteriza que, un microorganismo que habita en un ser humano en un momento determinado de un lugar determinado, acabe habitando en cientos de miles de personas alrededor del mundo.
Comprender la globalidad de estos fenómenos se escaparía a los límites de la aproximación que pretender ser este ensayo, requeriría de un estudio profundo, interseccional y multidisciplinar. Por eso, en el transcurso de éste, se abordará de manera superficial el papel que juega el análisis sociológico en el estudio de las pandemias y los distintos factores que pueden intervenir en su expansión. Valeria Ruiz EL CORONAVIRUS OBSERVADO DESDE UNA MIRADA SOCIOLÓGICA, Ahoracosta, martes 24 de marzo de 2020. Granada España.

Si la sociología, contemporánea o no, puede tener un destino, si es que cabe aplicarle a la ciencia social así llamada, esa condición o atributo que por lo general suele atribuírsele a los seres humanos, como el resultado de la exteriorización de una “fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos” (Diccionario de la Lengua Española  de la Real Academia Española Tomo 4 Edición colombiana 2001 página 544), dentro de lo que es una especie de sino fatal, como solía serlo para los griegos de la antigüedad y otros pueblos que veían como inevitable el “destino” que las estrellas o los hados otorgaban de antemano a los seres humanos, en tanto individuos, ni tampoco se trata del destino como un punto de llegada, una significación que suele aplicársele con más frecuencia dentro del lenguaje de uso cotidiano en nuestras sociedades. Lo cierto, en cambio es que la historia, no tan larga como la de las ciencias físicas y naturales, del devenir evolutivo de una disciplina científica como la sociología siempre estuvo presidida por una serie de eventos de orden social y político, sobre todo después de la gran revolución francesa de finales del siglo XVIII, un período en el que desde una perspectiva conservadora comenzó a tomar cierta carta de ciudadanía, con la filosofía positivista del orden y el progreso de Augusto Comte, la que se consolidó posteriormente con los estudios sistemáticos de Émile Durkheim, dando a lugar a sus nociones acerca de lo que llamó la solidaridad mecánica y orgánica, además de la importante noción de anomia, propia de los períodos de crisis social, entre otras como expresiones importantes del acervo teórico de una sociología empírica, la que fue reconocida en el ámbito académico francés durante las últimas décadas del siglo XIX, si bien fue importante también el despliegue de la obra de pensadores sociales anglosajones como Herbert Spencer, con su visión organicista orientada hacia el darwinismo social, y la notable aportación del alemán Ferdinand Tönnies con su antes mencionada obra COMUNIDAD Y SOCIEDAD de capital importancia en la evolución de la sociología misma, con la discusión acerca de la desaparición o el debilitamiento de los viejos lazos comunitarios, como parte de una tendencia hacia el fortalecimiento de los vínculos societales, propios de las sociedades urbanas de masas de la modernidad, dentro de lo fueron unos aportes  que discurrieron, de manera simultánea, durante el cambio de siglo y la entrada al siglo XX. Nada más paradojal para la sociología que la sospecha de que fue siempre objeto, como hemos venido indicando, en los ámbitos sociales y políticos de aquella época, e incluso más recientemente, tanto desde los defensores del status quo como también, desde los horizontes revolucionarios de la tradición socialista marxista o anarquista.

Como tema del azar o del destino, durante estas primeras semanas y meses del fin de la segunda década del inicio del siglo XXI, cuando corre el año 2020, ha surgido súbitamente un gran desafío para la sociología contemporánea y toda la comunidad científica, dado el hecho de que nos encontramos enfrentados a un evento que ha venido a trastrocar todos los componentes de la vida social, económica, cultural y política de nuestros días, alterando incluso la vida cotidiana de las gentes: este es el despliegue o irrupción primero gradual, allá lejos como una amenaza para otros y luego acelerada de la pandemia del Coronavirus covid 19, en medio del terror y el caos que ha terminado por suscitar, dentro de un elevado rango propio una escala planetaria de gran magnitud, una jamás sospechada en la historia de la especie humana, como una amenaza a la que hay dar una respuesta global e inmediata para poder contrastarla, dando lugar además a un intenso y sostenido debate dentro de la comunidad científica, como también en la sociedad en su conjunto particularmente entre quienes detentan el mando de los poderes públicos, los representantes de los intereses económicos y sociales de las distintas clases de nuestras sociedades contemporáneas, los llamados poderes fácticos,  y también los diversos grupos sociales o sectores sociales, situados al margen de la riqueza y el poder político, dando lugar a un conflicto que se ha venido escalando conforme se expande exponencialmente la patología, de orden biológico, por todos los continentes, mientras tanto hemos llegado al punto en el que las grandes potencias económicas como China y los Estados Unidos se acusan entre sí de haber producido y propagado el virus, con segundas intenciones, como parte de un complejo juego de poderes. Al tratarse de una compleja pandemia que no sólo abarca la perspectiva del orden de lo clínico, y la búsqueda de las acciones terapéuticas que resulten apropiadas para enfrentar la emergencia médica, sino que demanda la toma de decisiones que impactan todo el orden económico y social, alcanzando a la totalidad del globo terráqueo de una forma jamás vista hasta entonces, especialmente por la necesidad de implantar una cuarentena (algo no acordado, ni aceptado hasta ahora, por todos los actores sociales y políticos involucrados), y de hecho paralizar el aparato productivo de la casi totalidad de los estados nacionales existentes, creando una catástrofe de grandes proporciones, por lo que ya se habla de una recesión de la economía mundial, incluso más grave que la de los años 2008 y 2009, lo que ha creado un debate entre los economistas y sociólogos que defienden las posturas neoclásicas o neoliberales y los que son defensores del keynesianismo, como parte de las políticas del estado de bienestar, prevalecientes durante la segunda mitad del siglo pasado

En medio de este panorama social, cada vez más complejo y tan lleno de tensiones, se ha producido el surgimiento de una “sociología del coronavirus”, cuyos cultivadores han divulgado sus reflexiones y trabajos a través de las redes sociales, tal es el caso del siguiente texto: “Sociología del coronavirus: cuando la cultura de los países puede ser una ayuda o un obstáculo ante la pandemia. La velocidad de propagación del COVID 19 muestra diferencias notables entre las naciones más afectadas. Si bien las distancias económicas explican buena parte de la variación, las costumbres y la idiosincrasia también parecen tener un papel importante” Darío Mizrahi INFOBAE 22 de marzo de 2020”, lo que en mi opinión, la ha llevado a ser también en principio, una disciplina social que o no logra escapar a las modas intelectuales, convirtiéndose en una especie de sociología à la carte, o por el contrario ha abierto un nuevo campo de aplicación e investigación para los estudios sociológicos sistemáticos, una rama de la sociología que estudia los efectos diferenciados “sociológicamente” por las contingencias y/o desafíos coyunturales que suscita un fenómeno tan complejo como este: pareciera que nos encontramos ante una “sociología de lo contingente” muy distinta de la sociología clásica, aquella que tendió al estudio y la consideración pormenorizada de las estructuras sociales. Además, como estamos ante una crisis o pandemia múltiple, una de grandes dimensiones y de una naturaleza diferente que trasciende, en mucho sentidos, las situaciones históricas revolucionarias o  incluso de naturaleza contrarrevolucionaria, surgidas como una o varias respuestas a las primeras, dentro del sostenido despliegue de los componentes de  algunas coyunturas sociopolíticas, propias de los siglos anteriores, como también en tanto formaron parte de las intensas y prolongadas discusiones acerca de la teoría del conflicto, tanto en la tradición marxista como en la estructural funcionalista, mientras que la actual pandemia presenta una naturaleza particularmente más seria y compleja, dado que además de una crisis sanitaria es también una hipercrisis, en el orden de lo económico y lo social, además de ser en esencia una crisis civilizatoria, que compromete todo lo construido por la humanidad durante al menos los últimos dos siglos.

Sucede, entrando en algunas consideraciones valorativas, aunque siempre científicas, que esta otra pandemia pareciera ser una especie de alter ego de la de orden biológico, la que tendría una función complementaria, vista en términos biológicos, sociológicos y culturales, de ahí las estrechas conexiones de una y otra, las que sin embargo muchos no logran distinguir: cuando los agentes patógenos empezaron a evidenciar su presencia, y los temibles efectos de ella, ya los sistemas de salud pública se encontraban debilitados como consecuencia de las acciones deliberadas de los creyentes en la religión del mercado (Franz Hinkelammert, dixit), consagrados a la tarea de desmantelar el Estado social de derecho. Buen momento para que empezara la segunda fase no tan explícita, ni tampoco como el resultado de una acción puramente conspirativa, ahora ambas patologías harán lo suyo, sin apenas resistencia del conjunto de la sociedad.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor.

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2 COMENTARIOS

  1. El sociólogo argentino Atilio A. Borón, nos dice a propósito de la profundidad del desafío planteado por el coronavirus, nos dice lo siguiente: » La pandemia ha movido las placas tectónicas del capitalismo global y ya nada podrá volver a ser como antes. Es un tremendo desafío para quienes queremos construir un mundo post-capitalista porque, sin duda, la pandemia y sus devastadores efectos ofrecen una oportunidad única, inesperada, que sería imperdonable desaprovechar.
    El coronavirus ha desatado un torrente de reflexiones y análisis que tienen como común denominador la intención de dibujar los (difusos) contornos del tipo de sociedad y economía que resurgirán una vez que el flagelo haya sido controlado. Sobran las razones para incursionar en esa clase de especulaciones, ojalá que bien informadas y controladas, porque si de algo estamos completamente seguros es que la primera víctima fatal que se cobró la pandemia fue la versión neoliberal del capitalismo. Y digo la “versión” porque tengo serias dudas acerca de que el virus en cuestión haya obrado el milagro de acabar no sólo con el neoliberalismo sino también como la estructura que lo sustenta: el capitalismo como modo de producción y como sistema internacional. Pero la era neoliberal es un cadáver aún insepulto pero imposible de resucitar. ¿Qué ocurrirá con el capitalismo?…»

  2. Lo que hace útil una profesión humanista como la Sociologia es la capacidad de transformase y permearse ante los acontecimientos presentes con características muy particulales que se han desatado con el coronavirus en el comportamiento de las sociedades tanto en aspectos humanos como la conducta, la economía y desectructuracion de estados con insuficientes capacidades para responder ante esta situacion histórica. Creo que la parte orgánica es escencial porque se trabaja con las sociedades y los seres humanos y no se puede desligar de la parte científica y viceversa porque son y serán complementarias.

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