sábado 20, abril 2024
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Vivir viviendo

Pensando, he estado pensando mucho, más de lo usual, hay demasiado tiempo para hacerlo. Aquí en este mundo donde habitamos siete mil millones de personas, todos estamos en lo mismo: sobreviviendo, evitando morirnos, en el break time más intenso de nuestra vida.
Pues bien, pensé mucho en que si bien me ha sucedido antes, tener que armarme de paciencia y esperar, nunca había estado acompañado de gente en similares circunstancias.
La última vez, veinte meses, es decir cuatro meses menos que dos años, tuve una traqueostomía por un proceso inflamatorio crónico de la laringe, nunca creí que uno podía soportar eso sin volverse loco.
Como he sido un lector desde muy joven, esos meses fueron pasando, leía más que antes si eso se puede, salía a dar una vuelta a la finca, luego a mi casa otra vez. Pasaron los veinte meses y logré (o la vida me lo dio) prescindir de la traqueostomía, la vida regresó en muchos aspectos a niveles normales, no obstante aprendí una cosa que quisiera compartir con toda le gente que me lea.
Aprendí a ser yo mismo, a amarme en el silencio, no a la manera de Narciso, no, amarme con mis vicios y virtudes, con mis defectos y con mis cualidades, aprendí que la vida no es tiempo tal como nos enseña esta cultura de la muerte y el desasosiego, que nos han metido en la mente y de cuyo error nos ha demostrado esta pandemia, que es muy poco lo que necesitamos.
Pasamos los años que vivimos sobre la tierra, preocupándonos por cosas baladíes, por tonteras, por cosas sin sentido. El dinero, el poder, la posición, las posesiones, el engreimiento, nos roban el máximo placer de la vida: el placer de ser. “Deseo muy poco y lo poco que deseo, lo deseo poco” San Francisco de Asís.
¿Ha pensado alguna vez en ser un ser humano libre de todo tipo de ilusiones y de temores? Posiblemente su respuesta sea no, porque así es como funcionamos todos, la cultura del consumo, de la ilusión fatua, del bienestar, de la liviandad, nos ha llevado a privarnos de lo único que vale la pena: la vida.
Logré recordar mis afanes durante mi carrera de medicina en México, las preocupaciones innecesarias que me causaban algunos jefes durante los años de mi especialización en los Hospitales San Juan de Dios y Nacional de Niños, las molestias que me causaron algunos jerifaltes en el Hospital Mexico, uno y otro eran “biomberos” pero dedicados a joder, hacían fortuna con la desgracia de los asegurados, ya uno se murió y el otro se extravió en el anonimato de la vejez, ¿pero cómo me dejé joder por ellos? Porque andar tras un subalterno para atemorizarlo es joder. Poco a poco me fui librando de muchas de esas obsesiones, aunque aún sueño con muchas de esas vicisitudes: ¡cuán afectado quedaría el subconsciente! No, eso no es vivir, eso es peor que estar muerto.
No crea que minimizo las cosas, no, pero ninguna es más importante que mi vida, ninguna, porque me lo ha demostrado la vida. Mis logros materiales han sido un asunto de equipo con mi esposa y mis hijas, yo solo he hecho muy poco.
No pienso en que tenga sentido estar pensando en “si hubiera…, si no hubiera…”, no tiene sentido, ahora es hoy mismo, ni mañana ni ayer.
Esta es una oportunidad de oro puro para trascender, para ser uno mismo, para vivir el día a día con uno mismo, en paz con todos y con uno, en serena dicha sin ataduras.
“Nadie sabe el día ni la hora, ni los ángeles del cielo, solo mi Padre”, Jesucristo nos da un mensaje en cada frase de los cuatro Evangelios que no sabemos aquilatar, que he podido ver como el Papa Francisco ha tratado de que leamos los cuatro evangelios, en realidad lo demás sobra, si somos cristianos, debemos tener presente lo que dijo, cómo pensaba Jesús, solo de esa manera comprenderemos su Mensaje.
Este tiempo es muy valioso, más de lo que nos hubiéramos podido imaginar, fue (y es) una oportunidad dorada para aprender a vivir, pues “lo único importante de la vida es estar vivo” (esta frase me la repetía un técnico de ortopedia todos los días en el hospital México, durante mi primera enfermedad hace veintiocho años).
De algo estoy seguro: de esta vida se marcha solamente cuando paguemos todo lo que hemos hecho.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico.

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1 COMENTARIO

  1. Colega Rogelio, por ser añoso, algo parecido sucedió con mi vida y concuerdo con sus apreciaciones. Estuve por casi dos décadas en el INS y mis problemas empezaron con denunciar las montadas corrupciones del PLUSC y finalizaron, a mis 38 años cuando pretendían disimulara esos chorizos, donde preferí renunciar que consentir. A partir de ello, ningún ente público o privado (tengo la lista) me empleó, cerrando las puertas y sencillamente trabajé por cuenta propia a la fecha. Hoy desde la barrera, muchos de los podridos han muerto, pero la vida y Dios me han dejado una altiva mujer, camada de hijos, nietos y bisnietos que han alejado aquellos sinsabores. Ni rico ni pobre, soy un ser feliz, el cual siempre agradezco que mis buenos principios y valores hayan prevalecido, cuando nuestra sociedad ha tomado niveles de catástrofe no solo con el montado COVID-19, sino el otro virus a saber, las depravaciones de moda, quienes extinguen al ser humano ante costumbres antinaturales, contaminando al costarricense e infectan a nuestros infantes y futuras generaciones, donde los supuestos representantes del pueblo, los políticos de mentirillas que nos gastamos, no han tenido la destreza e interés de plantarse y combatir por esa inopia absoluta de ficticias sólidas bases, oscureciendo el futuro de Costa Rica. Pronto, si no antes un genocida nos pulverice con una atómica, conoceremos los secuelas. Tal vez la vida nos alcance.

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