De igual manera, cayó el mercado turístico, que recibió 28 millones de viajeros en 2019, además de la parálisis del tráfico aéreo, actividades marítimas y flujos de cruceros.
Papda recordó que en Haití, mucho antes de registrarse los primeros casos positivos del coronavirus SARS-CoV-2, las empresas de las zonas francas despidieron a más de dos mil trabajadores, ante la escasez de materias primas provenientes de Asia, mientras que compañías nacionales como Labadie, dejaron de recibir cientos de miles de cruceristas.
El alto grado de dependencia de las actividades económicas de nuestra subregión y su papel eminentemente estratégico en el comercio internacional, explican la gravedad y el alcance de los daños causados a los pueblos del Caribe, según la organización progresista.
La semana pasada, los países que integran la Comunidad del Caribe (Caricom) acordaron implementar un enfoque colectivo que permita a las instituciones financieras hacer frente a los desafíos derivados de la crisis de salud, aunque hasta el momento no se tomaron disposiciones concretas. De acuerdo con Papda, uno de los efectos devastadores de la pandemia será la reducción de las remesas de la diáspora, que representan más de 32 por ciento del Producto Interno Bruto de las naciones de la región.
A este escenario, agregaron, se suma la nueva fase de la crisis financiera y económica que sacude al mundo, y la inminente recesión prevista para 2020-2021, como consecuencia del funcionamiento del mercado y de la lógica del capitalismo transnacional.