La víspera, el gobernante ingresó sorpresivamente al Supremo Tribunal Federal (STF) en Brasilia para pedir una relajación del confinamiento social, pese a que el país registra más de nueve mil muertes por la pandemia de Covid-19.
Acompañado de autoridades ministeriales y empresarios, Bolsonaro llegó a la sede de ese órgano de justicia, en una visita no programada y se reunió con el presidente del STF, Antonio Dias Toffoli.
‘Durante dos meses he estado diciendo que la economía no puede detenerse porque la economía también es vida’, dijo el exmilitar, quien una vez más abogó por el fin del aislamiento.
Otro objetivo del gesto, sin precedentes, fue presionar a Toffoli contra la decisión del STF de que los estados y municipios tengan autonomía para imponer políticas locales en el combate contra la pandemia, como el posible decreto de cierre total de las entidades federativas más afectadas.
Visiblemente sobrecogido por la forzada reunión, Toffoli escuchó más de lo que dijo. Con cautela, solicitó ‘una planificación organizada en la recuperación de la economía’ y abogó por la formación de la hasta ahora fracasada oficina de crisis y la coordinación del proceso.
Reiteró que era necesario que el país adoptara las medidas encomendadas por las autoridades sanitarias nacionales y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A través de redes sociales, Bolsonaro transmitió que los empresarios que lo acompañaron a la corte superior están preocupados por el ‘eventual colapso de la economía’ y piden ser escuchados.