También el año pasado se instalaron otros cinco mil 71 centros de MTC, hasta totalizar 65 mil 809 con cerca de 1,33 millones de camas de hospital para quienes buscan esos tratamientos.
Desde la fundación del país como república en 1949, el gobierno chino apoya el desarrollo de la MTC y complementa su aplicación con procedimientos occidentales a fin de fortalecer la seguridad sanitaria de la población y al mismo tiempo revertir el escepticismo sobre su efectividad.
Por ejemplo, una ley de 2016 contempló la apertura de clínicas especializadas en hospitales generales y centros de atención materno-infantil financiados con fondos públicos y ordenó la debida calificación de los practicantes.
Plantea el uso de la tecnología, una protección especial para fórmulas consideradas secretos de Estado y de los recursos medicinales, lo cual implica el cultivo sin pesticidas tóxicos de especies raras y en peligro de extinción, y la supervisión de las materias primas.
Ello está a todo con la inclusión de la MTC como un componente esencial del plan para mejorar la salud del pueblo chino hacia 2030.
Pero expertos insisten en ajustar los procedimientos del sector a los estándares internacionales, a fin de ampliar la promoción en mercados extranjeros.
Otras voces abogan por reforzar la educación y campañas públicas dentro de China sobre la utilidad y valor, especialmente en las nuevas generaciones.
En ese contexto, algunos consultores políticos sugieren incluir el tema en el currículo de estudios de las primarias y secundarias, y construir un museo nacional sobre la MTC.
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El viejo Tico.
En un estudio publicado el 14 de febrero en Letters in Applied Microbiology, investigadores alemanes y chinos descubrieron que algunas de las especies de murciélagos utilizadas para la medicina tradicional china son probablemente anfitriones del nuevo coronavirus.
Tres de ellos, Pipistrellus abramus, Murina leucogaster y Rhinolophus ferrumequinum, se pueden encontrar en la provincia de Hubei, que incluye a Wuhan. La tercera especie, más comúnmente conocida como el mayor murciélago de herradura, se maneja comercialmente por sus heces y partes del cuerpo.
Llamado ye ming sha, “arena de brillo nocturno”, las heces de los murciélagos se usan para curar afecciones oculares, mientras que las partes del cuerpo del murciélago se secan y se beben con vino o se muelen en polvo y se tragan como un remedio general de “desintoxicación”.
Los murciélagos salvajes representan un riesgo de transmisión de enfermedades a cualquiera que los maneje: “Incluso cuando la venta de animales salvajes vivos en los mercados de alimentos estuviera completamente prohibida en China, el comercio y manejo de murciélagos para prácticas medicinales tradicionales seguiría siendo un riesgo grave para el futuro de epidemias zoonóticas de coronavirus ”, escribieron los investigadores.