viernes 19, abril 2024
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La dignidad de no habernos mentido

A su excelencia don Carlos Alvarado Quesada, presidente de la República, y a su distinguido canciller, don Rodolfo Solano Quirós: que en mérito por haber denunciado la conflictiva situación de los derechos humanos en Nicaragua y en Venezuela como antecedente, y con el ardor y el bravío aire que caracteriza a nuestra bicentenaria democracia, les solicito convocar con diligencia y urgencia al Consejo Permanente de la OEA para examinar la represión militar que el régimen de Trump inflige en estos momentos en Portland y Seattle, contra la ciudadanía, violación flagrante a los derechos humanos que el régimen autoritario  amenaza con extender a otra ciudades de la Unión, tales como Nueva York y Chicago, Austin y Los Ángeles, bajo la modalidad de terrorismo de Estado y con la intención de acallar la voces disidentes  de incontables estadounidenses.

Señor Presidente, me he permitido resumir conceptos suyos sobre los derechos humanos  que le escuchado decir en múltiples ocasiones y que mi memoria refleja de la siguiente manera: 

«Es cierto, somos un país pequeño y desarmado, pero también seguimos siendo una potencia moral en derechos humanos y democracia, y, por lo mismo, no temeremos en señalar a quienes en la comunidad internacional violen sus normas, sin importar el tamaño y la influencia del país necesitado en rectificar.» 

Hago míos sus nobles ideales, señor Presidente, porque el régimen de Trump debe ser confrontado conforme a la ley internacional y condenado por su mal proceder. 

POSDATA: Por supuesto que no va a suceder, ni le llegará carta alguna, no tiene caso, porque ni somos muy libres ni muy soberanos como país y como pueblo. 

No conviene olvidar ni hacerse el ciego con el hecho de que uno de los pilares en las relaciones internacionales es simplemente la fuerza bruta, la capacidad de un régimen para intimidar a otros y la insignificancia de ser débiles y pequeños. En esto y en otras cosa feas, Trump es el ejemplar a escoger.

Probablemente el presidente Alvarado simpatice con el deber ser de mi enunciado, y sabe de seguro que puede ser hasta trágico criticar a los Estados Unidos. Insinuarlo y hasta murmurarlo es demasiado arriesgado, más ahora con un megalómano en la Casa Blanca.

Somos una colonia entre otras muchas, predeterminadas a seguir un guión, como Roma hacía en Palestina con Judea e Israel, y honesto sería enseñarlo así en nuestros claustros académicos antes que seguir reinventando una Costa Rica imaginaria que no conviene.  Una que se sumerge en fantasías y temas mal aprendidos, y que cada 15 de septiembre se resumen en un “somos libres e independientes”, mantra que la gente repite como lora y que no es cierto.

La patria que somos hay que verla en su cruda realidad, desprovista de poesía y cantos de sirena, para mejor saber de nuestras virtudes  y defectos, de nuestras posibilidades y limitaciones. 

No hay vergüenza en exponer nuestra opresión, dar cuenta de nuestro encarcelamiento diplomático en áreas sensibles del quehacer político internacional,  ni de nuestra impotencia para exhibir una diplomacia blindada; no, la vergüenza es no explicarle al pueblo el origen y el porqué de tanto yugo impuesto. 

Ha sido ley de la Historia el que los imperios reclamen para sí el derecho a sojuzgar y el de sus periferias a obedecer. Y dicho canon sigue siendo letra de la humanidad. 

Pero en contrapartida hay derecho a percibir lo real como real, sin crema y sin dulce, para mejor soñar con nuestra libertad y sus posibilidades en el presente y en el futuro, y ese soñar hacerlo tradición para que viaje de generación a generación. 

Es fácil ser cola de león y condenar a Venezuela porque Washington lo ordena, pero cuánta incoherencia ello implica en nosotros cuando cumplimos empujados, como esclavos, sin ningún ápice de independencia, y falsamente enarbolando una bandera que no existe, como si fuéramos completamente soberanos. 

No. Nuestras posibilidades como nación hay que verlas como son, y saber lo que potencia la libertad a la que se puede aspirar, con la dignidad de no habernos mentido. Decir la verdad  y educarnos con la verdad, para bien comprender en su contradictoria anchura por qué Costa Rica no puede condenar a Trump y sí, hipócritamente, a otros países. 

(*) Allen Pérez es Abogado

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2 COMENTARIOS

  1. Y quien nos ayuda con el régimen de este gobierno diabólico de Carlos Alvarado y sus secuaces diputados PLN,PUSC RN, Salas,¿será el chapulín colorado ?el que va arreglar la economía ,arruinada por la cortina de la epidemia.
    Estos de la izquierda siempre en pleitos con la derecha ,dos ideologías satánicas unidas para imponer un Orden Mundial, que cascara.

  2. A mi no me interesa que puede pasar con la cloaca de Trump, me interesa que Carlos Alvarado RENUNCIE , junto con Daniel Salas y Macaya , estos tres monstruos están haciendo sufrir a mucha gente y arruinando el país , un anciano se quería suicidar, y un taxista se ha suicidado por su mala situación económica ,YA BASTA, ESTO ES DESESPERANTE ,MÁS SERIEDAD Y RESPONSABILIDAD POR PARTE DEL PUEBLO , SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO, DESPIERTEN.

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