jueves 28, marzo 2024
spot_img

La digitalización de la cultura

La era de la postmodernidad, pletórica de desarrollo tecnológico, es a su vez una oscura época de mentiras y urdimbres, que amenazan la razón humana. Usualmente el hecho científico ha sido aceptado como conditio sine qua non para la investigación que deviene en descubrimientos concretos, con la finalidad de no hacer daño al tratar de favorecer o al menos que el daño colateral sea mínimo o no lo haya. La facilidad de acceso a la información gracias a la internet, solo es comparable con la invención de la imprenta y mucho más atrás con la invención de la escritura. He estado asistiendo virtualmente a un evento semanal de la A.C.O.T. (Asociación Costarricense de Ortopedia y Traumatología), donde cada viernes se imparte una verdadera cátedra magistral, de parte de algún colega ortopedista, acerca de temas complejos de la especialidad, es en tiempo real y con un espacio de preguntas y respuestas. Lo he encontrado hasta más fácil que las charlas en vivo, porque no existe nada que distraiga en esa hora, evitando la pérdida de palabras clave sobre el tema. Mi hija menor, una arquitecta, es docente de una Universidad y lleva casi cinco meses de dar sus lecciones en línea, para estudiantes de arquitectura, me ha comentado que le es mucho más sencillo lograr la atención de los estudiantes “online” en webinar. Otra hija, antropóloga y profesora de inglés, imparte sus clases en línea y aunque ya tiene bastante tiempo, se siente muy cómoda con ese sistema de docencia. Mi nieto, un joven bilingüe, está haciendo su trabajo en una transnacional, en línea. Mi hija poeta de convicción y publicista de formación, mantiene cursos de poesía internacionales en línea, sus reuniones con sus jefes son en línea.
Aquella frase: “ser o no ser digital”, es una realidad incuestionable, o somos digitales o terminaremos en analfabetas, así de sencillo, de ahí la necesidad del gobierno de un revisionismo del sistema educativo, tanto curricular como de posibilitar la implementación del sistema educativo digital, no solo durante la pandemia del Covid sino por siempre. Podríamos evitar salir a gastar combustible y comida fuera de casa, más dos o tres horas de presas, para llevar a cabo múltiples labores. Quizá el famoso proyecto del tren, tan obsesivamente impulsado por la Primera Dama, no sea necesario, si aprendemos el uso de herramientas tecnológicas, disminuyendo el flujo de personas para siempre. Esas dos horas de presa normales, pueden utilizarse para hacer ejercicio, practicar yoga, leer, en fin muchas cosas mejor que embrutecerse en una fila kilométrica. Igualmente los negocios que venden “comida express”, los supermercados, las librerías, las tiendas etc, tendrán que reinventarse para que podamos pedir la lista de compras y que se nos lleve a nuestra casa, lo que mejora definitivamente nuestro desempeño. Datos actuales, dicen que si hace veinte años se iba al supermercado una vez a la semana, se está retornando a ese sistema por temor al contagio, mientras que de febrero para atrás las visitas al supermercado eran de más de tres veces por semana. Yo tengo más de veinte años de comprar mis libros por internet, donde encuentro desde luego más inventario que en las librerías físicas, y está el libro digital, que aunque no tiene ese olor a papel, es todavía más rápido y más barato, muchos incluso ya no se editan en formato de papel, con lo que reducimos la deforestación y en dos minutos nos estamos divirtiendo con un excelente libro.
Los periódicos digitales, las revistas digitales, la conversación baladí en Whatsapp, están cambiando nuestro mundo desde antes de la pandemia. Aquel mancharse las manos con tinta, leyendo un periódico, que publicaba como de hoy algo de ayer, ya es cosa del pasado. La proliferación de radios online, aumenta nuestro alcance informativo y de entretenimiento, ya tenemos radios cantonales con lo que podemos enterarnos del diario discurrir del quehacer de nuestro terruño.
Todo pareciera que nos dirijamos al “Mundo de las mil maravillas”, aunque todo tiene su lado oscuro. Hackers amenazando bienes económicos y la información confidencial, por ejemplo, ahora una nueva plaga ha creado un ejército: los conspiranoicos, yo les llamo conspiratontos por la deficiente información que utilizan para tergiversar un hecho. No existe el Covid 19, Bill Gates se está robando el mundo, George Soros se adueña del mundo, los Rockefeller están detrás del virus por negocio, las redes 5G nos harán depender de un gobierno mundial, ya se descubrió en xxx país que una mejoral en ayunas mata el virus, pero se está acaparando el inventario mundial por los iluminati, esto es el nuevo orden mundial etc etc etc. Por desgracia todas estas estupideces tienen clientela asidua, quizá la misma que veía telenovelas, que escuchaba radionovelas, que oía programas deportivos o que en la cantina lanzaba el chisme gris de que el alcalde xxx es homosexual.
Con todo lo molesto que pueda parecernos este proceder multitudinario, tiene un gran papel en la sociedad: cada vez será más difícil la entronización de las dictaduras, porque ellas ocupan el silencio de los ciudadanos.
Es un mal use tiene su recompensa y que lo único que podrá medio paliarlo será la educación.
En realidad no estoy muy seguro, pues es más bien un signo de almas mezquinas que de cultura.
En mi pueblo natal, Naranjo de Alajuela, en mi niñez había dos señores que eran los reyes del anónimo, colocaban escritos en las palmeras del parque, donde difamaban a diestra y siniestra.
No es posible que el olmo dé peras.
(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico

Noticias de Interés

1 COMENTARIO

  1. Siempre ha habido conspiraciones para uno u otro objetivo; llevadas a cabo por parte de grupos poderosos. Que le hace pensar que hoy día no se están llevando a cabo conspiraciones nefastas, por parte de esos mismos grupos poderosos económicos, políticos, militares. Más hoy día con la ayuda que les da la tecnología.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias