viernes 29, marzo 2024
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Evocaciones de una Universidad Pública (V y final) junio-julio 2012.

A la memoria de Guillermo Villegas Hoffmeister, un gran amigo de mi juventud.

IX

La excesiva departamentalización – o más bien acentuada parcelación de los procesos de elaboración del conocimiento dentro del ámbito propio de las distintas disciplinas- fue uno de los males -o rasgos, si no se quiere darle una connotación valorativa al hecho- que rápidamente comenzaron a afectar la vida académica de aquella Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), fundada bajo propuestas integradoras del saber que demandaban un esfuerzo muy grande de todos; algo que al parecer dejó muy atrás nuestras limitadas capacidades o disposiciones para llevar adelante una empresa de esa magnitud; todo ello como un resultado, en gran medida circunstancial e histórico, de que habíamos sido formados dentro de una mentalidad que rechazaba, de una manera instintiva pero también visceral, las posibilidades del trabajo interdisciplinario y del trabajo grupal, dada la mentalidad artesanal y acusadamente individualista arraigadas en muchos de nosotros. Dicho de otra manera, los componentes esenciales del ethos propio de la etapa germinal de nuestra institución descansaban en las posibilidades de un quehacer que, a partir de experiencias compartidas del trabajo de los académicos y los estudiantes, tales como los Estudios Generales o los Certificados Propedéuticos en cada facultad, dieran lugar a síntesis enriquecedoras a partir de la elaboración-reelaboración continua de nuevos y viejos conocimientos, dentro del despliegue de los componentes de una cierta dialéctica o contrapunto entre unos y otros. Las perspectivas de ese proyecto universitario se alimentaron del espíritu y del entusiasmo, – una especie de etapa donde los elementos carismáticos parecían tener una presencia significativa, aunque sin liderazgos de esa naturaleza- reinantes durante aquellos primeros años de la vida académica de la nueva institución universitaria.

La burocratización creciente, la multitud de presiones y requerimientos gubernamentales, potenciados durante los períodos en que se daban las discusiones y demandas de recursos presupuestarios, por parte de las instituciones de educación superior, vino a unirse a las presiones de la llamada sociedad civil, a través de los medios masivos comunicación/incomunicación social, cuyos propietarios estaban obsesionados no sólo con el tema del Herediocomunismo (la teratología o deformación monstruosa, que según decía Enrique Benavides, entonces columnista del diario La Nación, le había provocado la UNA a la parroquial y conservadora ciudad de Heredia), que hoy nos resulta tan folklórico y falto de asidero real, sino con las posibilidades de innovación pedagógica que la UNA pudiera representar, las que no eran muy bien vistas sobre todo si dotaban de herramientas críticas a las nuevas generaciones de profesionales y estudiantes cuando, como ya se puede ver con toda claridad, se estaba preparando el terreno para la ofensiva neoliberal, con su descarado asalto a las instituciones más importantes de Costa Rica, por parte de los intereses del capital transnacional. A partir de estas circunstancias el proyecto inicial de Universidad Necesaria tenía los días contados.

Como consecuencia de todo lo anterior, durante muchos años se ha asistido a la imposibilidad de construir espacios serios y efectivos de reflexión acerca de las modalidades de impartir los llamados cursos de servicio, de tal manera que tanto las unidades académicas que los ofrecen como las que los reciben, puedan tener una mayor claridad sobre el impacto que puedan tener en la formación disciplinaria de los estudiantes. De esta manera, los saberes matemáticos o las lenguas extranjeras podrían convertirse en experiencias enriquecedoras y multiplicadoras de la capacidad de trabajo investigativo de los estudiantes y académicos de la institución, al hacernos todos más conscientes de las enormes posibilidades que ofrecen como herramientas para el trabajo docente y la investigación misma.

Sin duda alguna, a lo largo de los años transcurridos, nos hemos deslizado como institución y no siempre de manera inconsciente, hacia el autoritarismo y el burocratismo más desenfrenados en algunos procesos de la administración académica, con la consecuencia de que muchas decisiones- tal y como sucedió con la trimestralización de los planes de estudios de todas las escuelas universitarias, cuyos propulsores fueron incapaces de explicar y justificar desde el punto de vista académico- no se consultaron al personal académico y a la población estudiantil, asumiéndose pasivamente como hechos consumados. Solo me queda decir, en momentos en que he decidido acogerme a la jubilación: ¡que lejos se encuentra nuestra institución de aquel espíritu con que  fuera fundada hace ya casi cuatro décadas, dentro de esta serie de inquietudes que he querido compartir con todos los compañeros universitarios (as), a manera de una sincera despedida, como pensamientos que no hubiera soportado tener que rumiar en la sombra, y en los momentos de ocio, como si se tratara del mayor de los crímenes!

X

No tenían que ser las coincidencias ideológicas, en el buen sentido de un término o categoría que resulta ambiguo la mayoría de las veces, ni tampoco las posturas políticas interesadas y cortesanas las que me llevarían a evocar la memoria de un querido amigo de mi juventud y de toda la vida, fallecido hace apenas dos años, lo que además podría resultar extraño en el contexto de una despedida a la vida universitaria, con la que se cierra uno de los círculos más importantes de mi vida, aunque no lo sea, en ningún sentido para mí.

Es más, podría decirse que el periodista y escritor alajuelense, Guillermo Villegas Hoffmeister (1932-2010), con ancestros teutones y quien escribe estas líneas estábamos en bandos diferentes si se quiere, pues él había hecho estudios de periodismo en el Madrid de los 1950, en la España de aquel dictador fascista a quien siempre repudié hasta por tradición familiar, mientras que Guillermo lo defendía a capa y espada, dentro de una contradictoria actitud que lo llevaba, muchas veces a decir que él era un hombre de derechas, aunque cuando había un problema que afectaba a una colectividad de trabajadores se comportaba como uno de izquierdas. Por lo demás, no me siento en capacidad de afirmar si esta terminología política tan empleada, a lo largo de más de dos siglos, seguirá teniendo el mismo valor explicativo que le atribuíamos hasta hace una generación. A Guillermo lo conocí, allá en mi juventud, ahora un poco lejana, cuando intenté dedicarme al periodismo radiofónico, habiendo laborado en algunos noticieros en varias emisoras de radio durante la década de los sesenta, mientras él lo hacía para el diario La República con sus compañeros Francisco Zeledón, Carlos Longhi, Orlando Núñez Pérez, Enrique Azofeifa Víquez, Manuel Zúñiga y otros cuyos nombres no acuden a mi memoria, todo ello en una época temprana de mi vida que me resultó muy difícil y fue allí en donde encontré una amistad leal y sincera, la que se extendió a otros momentos de mi existencia personal y familiar muy duros, como cuando hacia finales de 1973 regresé a mi país, con una esposa chilena y una hija muy pequeña. Creo que don Guillermo fue de esas personas que buscaban representar un rostro fiero y jugar a los duros para no sufrir los embates y las malas jugadas que acostumbra a hacer el ser humano, con tanta frecuencia, pero en el fondo lo que había en él era un ser muy generoso, un amigo de los amigos sin reticencias de ninguna clase, una especie de la que parecen quedar ya muy pocos. Sin duda que fue un hombre portador de unos valores que no puedo dejar de compartir con la comunidad universitaria de la que formo parte y alguien que reflexionó mucho, de manera provechosa, en la etapa final de su vida.

Al hacer un balance de tantos años, no puedo dejar de manifestar que estoy orgulloso de las jornadas de lucha contra del Combo del ICE, durante los meses de marzo y abril de 2000, a pesar de un desenlace de las políticas gubernamentales en la materia que no resulta satisfactorio y también en los episodios de lucha contra el TLC CAEU-RD, en aquel gran frente social, cívico y político que se conformó hace unos pocos años, son dos episodios de la vida social y política de nuestro país en los que intervine, de manera activa y no sin tomarme algunos riesgos, dentro de la vida universitaria, a las par de compañeros(as) como Catarina Goldoni, Marino Marozzi, Álvaro Vega, Maritza Rodríguez y un importante grupo de dirigentes del SITUN, del SINPAE y de la dirigencia estudiantil de la UNA que estuvieron en esas trincheras, llevando las banderas amarillas del ICE, símbolo de un Proyecto País que hoy se nos cae a pedazos. Agradezco a los compañeros(as) que tomaron parte en la historia reciente de nuestro país, dentro del bando de los que consideramos necesario seguir defendiendo un país solidario y democrático, al margen de los desmanes de la dictadura en democracia que hoy nos desgobierna.

Concluyo estas reflexiones (en San José de Costa Rica, durante los meses de junio y julio de 2012), no sin destacar que se trata de un mero intento de acudir a la memoria personal y sus recovecos, como una entidad que suele ser selectiva, y hasta traidora si cabe decirlo, como señaló en alguna oportunidad el dirigente político venezolano, Domingo Alberto Rangel, al escribir sus memorias, hace pocos años, las que intituló ALZADO CONTRA TODO, una especie de alegato político libertario hecho por un hombre que pasó la mayor parte de su vida militando en partidos políticos, dando lugar a hechos que lo llevaron a la cárcel, al exilio y el poder en diferentes momentos de su vida.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor.

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6 COMENTARIOS

  1. Volver en retrospectiva sobre nuestros propios textos, sobre nuestros innumerables recuerdos no siempre fieles a eso que llamamos «la realidad», la que por lo general no es posible aprehender en todos sus alcances, puede resultar un ejercicio grato o ingrato según se vea, en cada caso específico, pero en cambio resulta ser un ejercicio que nos permite acercarnos a las perspectivas, y a los enfoques de una problemática universitaria en la que estuvimos inmersos durante buena parte de nuestra vida, numerosos señalamientos que hicimos entonces siguen siendo válidos, otros deben ser revisados o ampliados. Ya han transcurrido ocho años desde su elaboración y considero que la problemática universitaria en nuestro país se ha tornado mucho más compleja, es algo que debemos seguir estudiando y analizando en una sociedad y un mundo que está cambiando, de manera acelerada e incluso violenta.

  2. De Adriano Corrales Arias: He leído con mucha atención y emocionado esta «despedida» de nuestra Alma Máter. Es la mía porque allí inicié estudios de grado y concluí los de posgrado, aunque nunca laboré en ella a no ser como asistente en mis años mozos. Participé sí, de muchas luchas y movilizaciones y fui actor del movimiento estudiantil en aquella época dorada de la Universidad Necesaria. Es una despedida muy amorosa, crítica, generosa, como es y ha sido tu actitud política, académica, literaria y amistosa.

  3. De Rodrigo Montoya Alvarado No solo en el ámbito universitario, que por supuesto, ser el centro de la ciencia por antonomasia, la sociedad en su totalidad es un laboratorio para las ciencias sociales.
    Sucede que en nuestro medio la ciencia social se no desarrolla con la agilidad debida, por asuntos meramente politiqueros.
    Una sociedad educada políticamente es un laboratorio de ideas muchas más complejas y al mismo tiempo más rica.

  4. Aprecio sus comentarios, aunque no puedo dejar de señalar que habría sido de mi agrado que hubieran leído y comentado los señalamientos que hice en mi texto. Con todo mi aprecio para ambos.

  5. De Francisco San Lee Campos: «Se han hecho muchos esfuerzos por retomar un trabajo interdisciplinario y hasta transdisciplinario, pero aún hoy tiene mucho peso la disciplinariedad. Tanto es así que por ejemplo se falló en los cuadros de relevo y muchos que tenían un amplio conocimiento desarrollado en investigación y extensión siempre desde la especialización no lograron formar cuadros de relevo que los sustituyeran y a eso se suma que no se han logrado con algunas excepciones formar equipos de investigación interdisciplinarios mucho menos pensar en transdiciplinarios. En la última década se han realizado intentos pero no han logrado aún cuajar, pero al menos se abren los espacios para ir delineando acciones estratégicas, avanza lerdo pero se avanza.»

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