viernes 29, marzo 2024
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Las otras modalidades del amarillismo

La definición que usualmente se utiliza para prensa amarilla o prensa amarillista es la de que se trata de un tipo de periodismo que presenta noticias con titulares llamativos, escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas, aunque por lo general estas noticias no cuenten con ninguna evidencia (o escasas) y sin una investigación bien definida. La definición, concisa como deben serlo todas, ilustra bastante bien ese tipo de periodismo que busca alimentar la vulgaridad y el deseo de sensacionalismo de las masas. Este tipo de publicaciones privilegia el impacto y siempre pretende llamar la atención. Por lo general se interesa más por las formas que por la calidad del contenido.

A nivel general, puede decirse que el amarillismo se caracteriza por los titulares de gran tamaño y las fotografías explícitas.

El lenguaje suele ser informal o incluso vulgar, incluyendo muchas veces opiniones o juicios de valor que generan polémica.

Los accidentes, los hechos policiales y los problemas de pareja de personas conocidas son las temáticas más frecuentes del amarillismo. En lugar del análisis de la información o de la investigación rigurosa, estas publicaciones, programas radiales y televisivos suelen darle preponderancia a las frases, los rumores y las imágenes que causan conmoción. Informar, de este modo, queda en un segundo plano, detrás de la intención de impactar.

El amarillismo también afecta de forma negativa cualquier emprendimiento por parte de las grandes compañías de cualquier mercado de interés popular; por ejemplo, ante la salida de un nuevo dispositivo electrónico, la prensa amarilla tiende a publicar decenas de artículos vacíos de contenido enfocados en sus defectos y en accidentes que supuestamente provocaron en los primeros usuarios, intentando generar en el público la idea de que la empresa irá indefectiblemente a la quiebra a causa de su fracaso, aunque nada de esto sea cierto.

A diferencia de la prensa transparente y ética, que puede ser la fuente de artículos que trasciendan su era y se inmortalicen por el uso de la lengua o las ideas que presentan a sus lectores, el amarillismo parece ver sólo el día a día, el impacto que puedan causar «hoy», sin importar qué hará mañana.

Sin embargo, debemos realizar algunas distinciones entre amarillismo, sensacionalismo, prensa roja y prensa popular


Como lo dice la palabra, el sensacionalista es quien se dirige solo a los sentidos o sensaciones de las personas y los estimula, particularmente el oído y la vista, porque se piensa que eso es lo que atrae a los receptores de información, que solo quieren ver y oír, pero que no utilizan su inteligencia ni su sensibilidad social.

La anterior no es sinónimo de amarillismo. Esta se utilizó originalmente para designar los periódicos de comienzos del siglo XX que en su primera página publicaban la figura de un hombre de color amarillo que comentaba las noticias. Después esa palabra, amarillismo, significó la tendencia a destacar en las primeras páginas las noticias de crímenes y catástrofes.

Esta tendencia de origen comercial, porque parte de la creencia de que así se venden más ejemplares o se obtiene una mayor sintonía, limita el objetivo de la información periodística e impide que el receptor conozca los aspectos más profundos y sólidos de los hechos.
La crónica roja es el término peyorativo con que se designa la información judicial cuando en ella se destaca el carácter sangriento de los hechos que narra, con exclusión de otros aspectos de la información como el impacto y contexto sociales de los hechos.
Prensa popular es la designación de uno de los mejores avances de la prensa que se ocupa, en primer lugar de comunicar las noticias de mayor impacto y la relación con la vida de la población y que, en segundo lugar, se vale de técnicas de comunicación, entre otras, el lenguaje sencillo y amigable que les permite a las clases populares acceder al conocimiento de la realidad. Esta prensa cumple su función cuando presta un servicio y no se vale de lo popular para hacer negocio.
 
La pregunta es si existe otro tipo de amarillismo en la prensa, además del que fácilmente podemos identificar por las características que la definición expone. Y a mi parecer la respuesta es sí.  Se trata de un amarillismo que se mezcla con dos elementos según las intenciones: el tremendismo o catastrofismo, por un lado, o el negativismo irracional y mal intencionado, por el otro.  Son dos combinaciones que vemos en la prensa de toda naturaleza más comúnmente de lo que pensamos.
 
Del primero existe una larga lista que incluye cosas tan variadas como el peligro inherente a la aproximación de un meteoro a la tierra, aunque se encuentra su órbita a varios miles de kilómetros de distancia, la aparición de objetos voladores no identificados, las posibilidades de contagios masivos de alguna enfermedad todavía bajo control, porque apareció un caso en alguna parte, las posibilidades de terremotos y maremotos con sus correspondientes tsunamis, la exageración de las debilidades económicas, políticas y sociales de algún país que ejerce influencias notables en el concierto internacional, y otras así.
 
Del segundo, más pedestre, existen los ejemplos típicos en medios de comunicación que siguen una concepción política y económica determinada, y por ello critican, informan, de manera negativa e incluso mienten acerca de las actuaciones de un gobierno determinado, al que consideran contrario a sus intereses. Esta modalidad por lo general se distingue de la primera porque resulta más sostenida en el tiempo, más recurrente, repetitiva, pues la intención es penetrar en las mentes de los ciudadanos, haciéndoles creer lo que es el tópico común de sus comunicaciones.
 
De la primera modalidad podemos liberarnos fácilmente, salvo algunos casos raros. De la segunda es bastante más difícil, pues la seriedad, recurrencia, y sostenibilidad en el tiempo con que se mantiene esta actitud en el medio de comunicación, hace parecer más aceptable lo informado. Sobre todo cuando hábilmente se mezclan hechos ciertos con suposiciones y opiniones intencionadas.
 
Así como nos es más fácil identificar como amarillismo lo evidente, en las dos modalidades señaladas no lo es tanto. De allí la importancia del pensamiento crítico y el buscar en otras fuentes información sobre los mismos tópicos, a fin de contrastar el enfoque de cada fuente.
 
Por otro lado, el libertinaje que existe dentro de los medios electrónicos existentes en la actualidad, en donde cualquier hijo de vecino puede  expresar las más absurdas barbaridades sin posibilidad alguna de mencionar fuentes respetables, hechos concretos y comprobables, para sus expresiones y opiniones, ha incrementado exponencialmente el amarillismo que tanto satisface y entretiene a las masas menos educadas. Y aquí quiero hacer una acotación acerca del concepto de masas menos educadas: dado el alto nivel de especialización en la educación y la formación profesional, incluso, a veces tenemos verdaderos ignorantes titulados por universidades de toda índole y ralea. Es decir, Usted puede tener un doctorado en física nuclear  y ser un absoluto y total ignorante de la historia, los movimientos sociales, la literatura, y cosas así.
 
Cuidémonos, pues, cuando estemos frente a los medios de comunicación y sus mensajes.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

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