miércoles 24, abril 2024
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20 de octubre de 1868: Día de la Cultura Cubana

Fue un día más que memorable. Un grupo de previos e importantes acontecimientos históricos hicieron posible que al mediodía de esa épica jornada, en la pequeña ciudad de Bayamo, ubicada en el oriente (este) de la isla, se cantase en público y por primera el futuro himno nacional de Cuba: La bayamesa. El suceso se produjo en los albores de la primera guerra por la independencia de la isla, todavía colonia española en ese momento. Años después, la fecha fue escogida como Día de la Cultura Nacional Cubana.

En 1868, cuando casi toda América Latina había logrado su independencia frente a España (1810-1824), Puerto Rico y Cuba seguían siendo posesiones coloniales de España. En el caso cubano, el auge de la economía de plantaciones azucareras, y en menor medida de café (1790-1840), con sus variadas expresiones socioeconómicas y políticas, retardaron la entrada isleña al ciclo liberador continental. No fue hasta el 10 de octubre de ese año que los cubanos decidieron iniciar su primera gran insurrección anticolonial, conocida en la historia insular como Guerra de los Diez Años, ya que se desarrolló entre 1868-1878.

Liderados por el abogado Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874), futuro primer Presidente de la República de Cuba en Armas, los habitantes de la región oriental fueron los adelantados en tomar las armas. Diez días después de iniciada la guerra, el 20 de octubre, los patriotas orientales conquistaron la pequeña urbe de Bayamo, convirtiéndola en la capital primigenia de la insurrección anticolonial. Los cubanos que se enfrentaron con las armas del poder metropolitano fueron llamados desde entonces, mambises, palabra proveniente de la Republica Dominicana y que significa, rebeldes.

A lo largo de diez años de enfrentamientos bélicos, el carácter popular de la contienda fue creciendo hasta convertirse en un complejo fenómeno nacional. El brazo armado de los patriotas cubanos cobró vida en el Ejército Libertador, institución que enfrentó innumerables veces al profesionalizado Ejército de Operaciones Español. No obstante, la búsqueda de la independencia fue prolongada. Se extendió por treinta años a través de dos contiendas más (1868-1898), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra del 95, conocida también como Revolución Necesaria (1895-1898).

En el fragor de los combates y las batallas de la Guerra de los Diez Años, surgieron importantes nombres que de manera paulatina devinieron en héroes y mitos populares del país hasta el presente, los más recordados son: Carlos Manuel de Céspedes, también conocido como el Padre de la Patria (1819-1874), Ignacio Agramonte (1841-1873), Calixto García (1839-1898), Máximo Gómez, el Generalísimo (1836-1905, nacido en República Dominica), Antonio Maceo, el Titán de Bronce (1845-1896), vivió en Costa Rica entre 1891-1895, y José Martí (1853-1895), futuro Héroe Nacional de Cuba.

El mito histórico da cuentas que el iniciador y líder mambí, Carlos Manuel de Céspedes, entró aquel día a la ciudad y se desplazó hacia su plaza de armas, vecina a la iglesia principal. Allí encontró una escena impresionante: cientos de habitantes reunidos clamaban emocionados a otro líder insurrecto, Perucho Figueredo, la composición de la letra para una pieza musical que desde 1867 ya se escuchaba en las tertulias citadinas como un himno de combate. Esta fue compuesta en los fragores conspirativos precedentes al estallido bélico por el propio Figueredo; quien ahora, sentado encima de su caballo, apoyándose en su rodilla, y rodeado por aquellos cubanos redentores, compuso de manera improvisada y armoniosa la letra solicitada. Concluida su escritura, fue transcrita varias veces y aprendida rápidamente hasta ser cantada por primera vez y al unísono por todos los presentes. Sin lugar a dudas, se trató de un instante solemne, vibrante y lleno de emociones patrióticas. Así quedó sellada la suerte del primer himno patriótico cubano que años más tarde, el 5 de noviembre de 1900, fue declarado oficialmente como -Himno Nacional Cubano- por la Asamblea Constituyente del país.

Su espíritu de rebeldía nos recuerda al himno de la revolución francesa, La marsellesa. La similitud de nombres y espíritus no es casual. Los idearios franceses de 1789 inspiraron a otros muchos procesos liberadores en el mundo occidental y en especial a las independencias latinoamericanas del siglo XIX, como las centroamericanas de 1821. Esas aspiraciones de igualdad, libertad y fraternidad se condensan en las dos estrofas más importantes del himno cubano:

¡Al combate corred Bayameses!

Que la patria os contempla orgullosa;

No temáis una muerte gloriosa,

Que morir por la patria es vivir.

En cadenas vivir es vivir.

En oprobio y afrenta sumido,

Del clarín escuchad el sonido;

¡A las armas, valientes, corred!

El Himno de Bayamo, como también se le conoce, fue un importante catalizador de la identidad y del conjunto de la cultura cubana, cuyas formaciones quedaron definidas completamente al finalizar la Guerra de los Diez Años, primera contienda anticolonial por la independencia nacional. Este canto épico de rebelión forma parte indiscutible del corpus mítico, ideológico y patriótico de Cuba.

En 1980, el 20 de octubre de 1868, fue señalado como Día de la Cultura Cubana. Desde entonces cada año se realizan celebraciones y homenajes como parte de los festejos por tan sublime fecha histórica. La nacionalidad cubana tiene en su himno una fuente inagotable de inspiración para todos los cubanos.

(*) Antonio Álvarez Pitaluga, Historiador

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