De cal y de arena
No es tema de menor importancia; todo lo contrario. Tampoco es tema para relegar a segundos planos de la agenda de actividades de las autoridades gubernamentales asignadas a la atención de la salud. El asunto es que las medicinas en Costa Rica son muy caras, obscenamente caras. Hasta un 50% más caras que en el resto de Centroamérica.
Y reclamar por ello procede, no porque sea una gravosa carga derivada de la irrupción violenta y desafiante de la pandemia del covid-19 sino porque la fuerza disruptiva de este virus en las finanzas de la provisión de servicios médicos a cargo de la Caja Costarricense de Seguro Social, de rebote también está golpeando la capacidad de buena cantidad de hogares que por efecto de las circunstancias deben acudir a las farmacias privadas a proveerse. La verdad es que con covid-19 o sin él, las medicinas en este país son groseramente caras.
Hay estudios al respecto hechos por la Asociación de Farmacéuticos y Propietarios de Farmacias Independientes (AFAPROFACO) que desnudan la trama construida para ejecutar este expolio y que enlaza, anuda, ata los intereses de los laboratorios internacionales que suministran los medicamentos a las droguerías que, a su vez, abastecen a las farmacias a las que llega el público consumidor a adquirir a los precios arbitrariamente estructurados.
De este laberinto de intereses cruzados se ocupa un reportaje publicado un mes atrás por el Semanario Universidad, donde se anota que muchas farmacias son eslabones de la cadena que liga los intereses desde las droguerías que comercializan y distribuyen hasta los expendios al detalle, también patrimonio del núcleo.
En el Estudio del mercado privado de medicamentos a nivel detallista en Costa Rica, que toma como referencia el Universidad, se consignan las grandes brechas de precios y la presencia de estructuras oligopólicas, por virtud de lo cual se echan a hombros de los consumidores valores distintos hasta por el doble entre un país y otro. Ni más ni menos que a US$ 550 millones al año asciende el mercado privado de medicamentos.
Han de ser demasiado grandes los intereses que disimulan las debilidades de las autoridades de gobierno a la hora de proveer asistencia a la enorme masa de población. Tan grandes como para neutralizar cualquier iniciativa dirigida a restaurar el imperio de la oferta y la demanda, eso que tanto le gusta a la OCDE a cuyo amparo nos llevó el gobierno del presidente Carlos Alvarado en procura –dizque- de una mejor convivencia social.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista
¿¿En algo estamos fallando?? Nadie lo diría que en el País de las Iglesias, vírgenes,Jesus Cristos santos/as, ángeles, arcángeles, espíritu santo, misterio Santísima trinidad, beatos/as, rezos, por todas partes. etc etc, Costa Rica No sólo es el País de las medicinas más caras, también somos el País con las mayores desigualdades del mundo. ¿¿Qué nos está fallando?? ¿¿Quizás ser más auténticos y mirarnos menos al ombligo??