Las intensas lluvias registradas en los últimos días como consecuencia del huracán convertido ahora en depresión tropical, anegaron los campos de cultivos, provocaron deslizamientos de tierras, derrumbes e inundaciones que destruyeron casas, iglesias y carreteras, además de dejar incomunicadas a muchas personas, incluso a comunidades enteras, mientras los desaparecidos ascienden a 68.
Imágenes impactantes como la del socorrista que abraza un bebé para protegerlo de la furia de un río mientras se desliza por una cuerda para alcanzar la otra orilla recorren una y otra vez las redes sociales, al igual que los cráteres abiertos en las carreteras por la fuerte presión del agua.
Pero la devastación también dejó su huella en comunidades como Bambito, donde el río Chiriquí Viejo arrasó prácticamente con un pueblo que siempre presumió de sus encantos naturales.
La destrucción de la infraestructura vial impide hoy que la ayuda humanitaria llegue a muchos lugares que todavía carecen de energía eléctrica y agua potable, e imposibilita el envío de alimentos agrícolas al resto del país desde Tierras Altas, porque todos los caminos de acceso a la producción están bajo agua.
Pese a ello, los rescates continúan por aire y tierra, y en ocasiones el personal del Sistema Nacional de Protección Civil y de los estamentos de seguridad debe sortear los obstáculos de trochas por las montañas debajo de la lluvia o con personas mayores y niños a cuestas.
Y en medio de esta difícil y compleja situación, como la catalogan las autoridades, la Covid-19 no deja de acechar ya que al menos 14 personas fueron diagnosticadas con la enfermedad en los 11 centros habilitados en la occidental provincia de Chiriquí para los damnificados.
Según el Servicio Nacional de Fronteras, durante las acciones de rescate algunas personas manifestaron ser portadores de la Covid-19, lo que hace más difícil el traslado, pues en la mayoría de los casos no cuentan con mascarilla.
Ante la falta de previsión y los impactos de Eta, sectores sociales, de la política y ciudadanos en general reclaman más liderazgo y acciones contundentes de las autoridades en el manejo de la emergencia nacional que vive la región occidental del país debido a las inundaciones.
Sin embargo, la catástrofe, una de las peores registradas en esa zona a juicio de algunos medios de prensa locales, también reclama la solidaridad de todos para paliar las pérdidas materiales y humanas, pero sobre todo la incertidumbre cuando la esperanza se derrumba.