Trump

Para muchísimos, el peor Presidente de USA, de todos los tiempos, una persona más lista y hábil que inteligente, más engreído que creído, de humilde nada, alguien que más desprecia que aprecia, a las mujeres, a los emigrantes latinos, un sujeto capaz de poner en zozobra las relaciones internacionales aun solo para demostrar su poder. Supo explotar un malsano nacionalismo, al creerse líder supremo del mejor país del Universo. Menospreció irresponsablemente el meridiano y gravísimo deterioro de la Naturaleza y la capacidad destructiva de la Pandemia del milenio. Se creyó por encima de la ciencia y de toda prudencia. Se le pudría la vida ante cualquier crítica y solo aceptaba colaboradores agachados. No aceptó la derrota en su reelección pretendida. Acusó fraudes donde no los había. Se niega a entregar el Poder colaborando debidamente, como debe hacerlo cualquiera que esté consciente que primero y por sobre todo debe estar el interés de la Patria. Y, se dice, hasta piensa auto indultarse y por adelantado ante las centenares de acusaciones que deberán venirle luego.

Genera y está generando millones de análisis. Hizo algunas pocas cosas bien, pero no le bastarán para que de él quede siquiera un regular recuerdo.

¿Representa Trump el prototipo gringo? Esta es una cuestión importante, pues son nuestros vecinos y principal socio económico. Recuérdese que ganó una elección y no estuvo lejos de ganar la reelección. Claro, las elecciones gringas son un reflejo de lo enredada que se hacen la vida ellos solitos. Pero si pese a ser una personalidad nada admirable es apreciada por casi la mitad de USA, la calidad misma de los ciudadanos de ésta queda en entredicho. Una cosa es ser potente y otra es creerse con derecho a prepotencia.

Trump demostró que una cosa es ser empresario y otra es ser estadista. El liderazgo político y menos a nivel internacional, no se puede manejar como cualquier empresa dentro de la jungla de los negocios.

Las etnias emigrantes resultaron en realidad como era de esperarse. Una cosa es lo que a uno le gustaría ver y otra es la que verá. Lo de siempre. Ni siquiera los de origen latinoamericano demostraron un sentimiento unívoco. Cuando uno se arraiga en otro lado y para un buen rato, acaba integrado y a menudo más fundamentalista que los que ya estaban adentro y definían el prototipo del nacional. Por otro lado, cada minoría tiene sus propios intereses. Incluso el latinoamericano no es el mismo si es de origen cubano o mexicano.

Cuando se dice que los pueblos nunca se equivocan, se yerra clamorosamente. El hombre es el ser más imperfecto de los resultados de la evolución. Esas imperfecciones, elemental, se trasladan al ámbito social. En América (USA no es América) es usual, hoy día, que los peores gobernantes han empezado electos popularmente. Por lo menos USA tuvo la cordura de echar marcha atrás en la primera oportunidad.

La democracia, como sistema, no ha podido todavía blindarse contra la toma de sus riendas por sujetos que se creen ungidos celestialmente de facultades extraordinarias que les permitirán sacar adelante al país, ni tampoco ha podido blindarse contra la milenaria incapacidad del pueblo de tomar siempre decisiones acertadas.

Y no debe dejar de reconocerse una cosa: la fortaleza de la prensa gringa. A Trump lo echó la prensa. Así de simple.

Tiempos pandémicos del 2020.

(*) Mauro Murillo Arias es Abogado