3 COMENTARIOS

  1. Estimado Carlos: Disfruté mucho con la lectura de esa pasión del libro que también es la mía, desde hace muchos años. Yo también pasé por la lectura de las comics, los diarios, las famosas selecciones que aparecían por ahí en mi casa, pero siempre recuerdo con emoción aquella lejana navidad de 1956 cuando mi madrina, Virginia Matamoros Córdoba, quien fue en muchos sentidos una mujer adelantada a su tiempo, me regaló en tres volúmenes Las Aventuras de Tom Sawyer, las de Huckleberry Finn y El Príncipe y Mendigo con lo que me hizo descubrir a Mark Twain en cuyas páginas me sumergí, un autor estadounidense de quien muchos años después pude descubrir otra faceta de su vida: Escuché una conferencia titulada “The other side of Twain” sobre los últimos años de su vida, los que se tornaron sombríos para él por tragedias personales, y cuando dejó de creer en el llamado sueño americano. También fui un lector apasionado de La Vorágine de José Eustasio Rivera, en una vieja edición rústica de la Editorial Zig Zag de Santiago de Chile, con un ameno y sugerente estudio crítico de Juan Loveluck…en fin por ahí me fui adentrando en esa pasión. Volví a leer mi texto y me asombré de la certeza y verdad contenidas en algunas de mis expresiones, lo curioso es que todas responden a la cruda realidad.

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