martes 16, abril 2024
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Hacia Escila y Caribdis… sin un buen capitán

De cal y de arena

Como reza el refranero popular, el frío no está en las cobijas. La torpe gestión del gobierno ante la quiebra de las finanzas públicas, la irrupción de la pandemia en la versión del covid-19 y la fuerte contracción de la economía nacional, no va a desaparecer por obra y gracia de unos cuantos cambios en la composición del gabinete y en algunas gerencias del sector descentralizado.

Porque en la esencia misma de la crisis de las finanzas del gobierno y en la declinación de la economía nacional, así también como en la forma en que se gestionen los desafíos del covid-19, hay una demanda muy fuerte de habilidad política como componente de los expedientes con que se intente sanear esas finanzas, rehabilitar la economía y proveer a la asistencia social de las herramientas eficientes y eficaces para encarar el grave problema de salud pública.

Y de astucia política, de colmillo político, de experiencia política, es de lo que  menos puede hacer gala el presidente Alvarado Quesada. Y “a como es el rey, así es la corte”. Con las muy escasas excepciones de rigor.

Mientras don Carlos no abra sus entendederas a esa amarga realidad, los tropezones y caídas seguirán a la orden del día. Duro aceptarlo porque, como lo advertía el ex presidente don Otilio Ulate, nadie hay más poseído por los celos del poder que los políticos.

En 2018 Alvarado tuvo que aceptar la concurrencia de otras corrientes partidistas para forjar la plataforma de leyes fiscales y de ordenamiento institucional remediales para acometer los ajustes del momento. Fueron acciones de determinado signo ideológico y administrativo; no de otro, sencillamente porque por esa otra vertiente ni se ajustaban los números necesarios para dictar los cambios ni se convencía de la eficacia de esas otras propuestas.

La irrupción cuasi devastadora del covid-19 echó por tierra buena parte del optimismo con que se acompañó la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas  y sus normas complementarias. Hoy los presupuestos del gobierno y la precaria situación de la economía trazan una realidad muy compleja, de efectos social y económicamente desequilibrantes, demandan con apremio la necesidad de construir –otra vez- una conjunción de fuerzas políticas alrededor de una nueva versión de la redención de las finanzas nacionales y de la economía, impactadas duramente por la pandemia.

Pero Alvarado Quesada no muestra señales de apremio ni de que piense abrir el taller de la presidencia a la construcción, con aportes de diversas procedencias, de lo que ha de ser la plataforma de gestión de gobierno ante la crisis. Las dimensiones de la crisis como que no le quitan el sueño; los aportes de muchos profesionales en este complejo mundo le han llegado con generosidad, pero curiosamente no le han alimentado las ganas de actuar sin más demoras; la misma decisión de acudir al Fondo Monetario Internacional en procura de un amparo financiero y político, igualmente la abrazó sin mayor prisa y pareciera con desgano, como si la tormenta  no estuviera en el horizonte.

El gabinete siguió su desmoronamiento y para una administración desgastada y corroída por la desconfianza, muy difícil le es priorizar el sentido de calidad académica y aptitud política en los movimientos a que obligan las vacantes. Poco o nada servirán los cambios porque “el frío no está en las cobijas”.

Ese desgaste, ese desprestigio, esa desconfianza, le harán mucho más compleja la gestión en 2021, por lo demás un año de franca actividad electoral que no harán más que complicarle a don Carlos la situación en la cabina de mando.

El país verá cuánto más se dificultarán las cosas con un gobierno con las notas propias de una mala gestión, con una oposición política atomizada, sin liderazgos y distraída por los cacicazgos.

Un cuadro así suscitaba las advertencias de los navegantes antiguos cuando su embarcación se aproximaba al estrecho de Mesina sin percatarse de las amenazas de Escila y Caribdis, con sus escollos y corrientes entrecruzadas.

(*) Álvaro Madrigal es Abogado y Periodista

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1 COMENTARIO

  1. Soy de las que he creido y aun creo que no se hara nada.La moneda se va a devaluar y las cargas se iran acomodando.Desapareceran muchos,empresas e instituciones,de ambos lados, del sector publico y del privado.Solo los que esten bien parados sobreviviran.

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