57 senadores de 100 optaron por condenar a Trump, 43 no lo hicieron. Hicieron falta 10 votos más para alcanzar el mágico número de 2/3. Se cerró un capítulo de un libro lejos aún de su epílogo.
Los números mencionados describen políticamente un duelo mortal, veamos:
- Desde la Guerra Civil no se rompen -en lo fundamental- las reglas democráticas acordadas de mil maneras entre las 2 grandes facciones del “establishment”.
- La toma violenta del Capitolio tuvo como objetivo extender en 4 años el mandato del candidato perdedor, siendo ello una forma sui generis de golpe de estado.
- La intención caótica de los golpistas era la de arrestar, y hasta ejecutar, a algunos miembros del Congreso, empezando por Nancy Pelosi y sin dejar de lado al ex vicepresidente Pence.
- Trump no ocultó su simpatía hacia los golpistas como lo ha dejado traslucir el jefe de la bancada republicana de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y la representante republicana Herrera-Beutler, que sirvieron para ratificar la intención de Trump cuando se dirigió a los insurrectos con un “I love you”.
- La intentona golpista ha dejado hondas fisuras muy lejos de tener solución. La sangría ha afectado o dividido al establishment, como dije, pero también a la plutocracia, a la clase obrera, a los intelectuales, a los Estados, a las regiones, a las etnias y razas, como nunca en la historia reciente.
- La absolución de Trump implica que la amplia mayoría del partido Republicano condona -a su manera- la tesis del fraude electoral y un derecho a resistir dicha hipótesis. No de otra forma se puede inferir el apoyo otorgado por los representantes republicanos a Marjorie Taylor Greene.
- El partido Republicano enfrenta una crisis existencial pues ha degenerado en una tolda caudillista, desafiada tan solo por 7 senadores de su propio patio y de un número débil de representantes. Para el impostor y oportunista Mitch McConnell -jefe de los republicanos en el Senado- Trump y el trumpismo son un dolor de cabeza, pues son una amenaza a su autoridad y prestigio personal entre los conservadores.
- La energía democrática (con todo y lo limitada que se quiera) ha logrado prevalecer y fue capaz de montar una acusación impecable que el mismo McConnell reconoció, y si votó a favor de la absolutoria lo hizo con base en una leguleyada y no sobre el fondo de la acusación.
- Una facción del partido Demócrata que respira con el fracaso golpista es la de los progresistas y socialistas, que tiene a Bernie Sanders y a Alexandra Ocasio-Cortez entre sus figuras emblemáticas.
- El 89% de los republicanos quiere que Trump siga en política. Él se sabe caudillo, el partido está en sus manos y avanzará sin perdonar.
- El grueso de la clase obrera blanca seguirá con Trump, igual que los evangélicos de corte fundamentalistas tanto como los poderosos granjeros. No se olvide, tampoco, a sus aliados en Wall Street.
- Mi conclusión: la lucha por hacer avanzar las necesidades democráticas de los oprimidos y discriminados dentro del contexto de la democracia imperial estadounidense, es una tarea en exceso compleja incluso de comprender.
Si hay una sociedad veloz y bastante eficiente en resolver las contradicciones sociales del día por graves que sean, llámese Estados Unidos. En este país resolver significa resolver, y ello no siempre va de la mano de la justicia.
Esta democracia imperial es única en su género y NO es de exportación ni sirve de modelo para otras naciones. Lo que más aprecio de ella es su libertad de expresión, sus culturas, y el cosmopolitismo de sus grandes ciudades. Es un imperio nacido de ideales democráticos que invita a la curiosidad intelectual y espiritual. Eso sí, me hace infeliz su vocación imperial hacia el resto del mundo, su desquiciado militarismo y frenético chauvinismo.
Pero la realidad es tal cual y no soy yo quien la impone. Se debe a eso que llamamos “historia”. Los sucesos del 6 de enero, y la absolución ayer de Trump, son graves fisuras de algo mucho mayor que recorre el mundo -que ahora mismo se vive en Costa Rica- y que no es otra cosa que lo siguiente: el fracaso de la democracia, sus reiteradas promesas incumplidas, la muerte de las aspiraciones sociales, la crecida del cinismo y del pensamiento inculto, el letargo vital, la pereza democrática, la frustración existencial, la desproporcionada distribución de la riqueza, la estúpida velocidad del tiempo, la violencia en un mundo de guetos y palacios, en fin, se trata del asesinato del logos y del mito.
No he dejado ni dejaré de ser demócrata, pero aspiro a una democracia con rostro humano, porque la democracia es insuficiente: depende de su calidad. Mecanismo y contenido van de la mano.
(*) Allen Pérez es Abogado
If the glove doesn’t fit ,you must acquit !!.
Todo lo que se haga con el higado y no con la cabeza,saldra mal.
Como un ser de tan baja ralea llega a hacer tanto daño a un país. Trump encarna lo peor de los seres humanos y es seguido por muchos dentro y fuera de su país, lo que hace que sea todavía más decepcionante lo que somos como especie.