Si el oficialista partido Nuevas Ideas arrasa en las urnas, como sugieren las encuestas, Bukele pudiera tener una amplia ventaja en la Asamblea que le permitiría gobernar sin contrapesos.
‘A su vez, instituciones como la Corte Suprema de Justicia o la Fiscalía General de la República quedarían cooptadas por el Ejecutivo’, aseguró a Orbe la abogada Ruth López.
La también catedrática de la Universidad Centroamericana dijo que un dominio oficialista en el parlamento unicameral de ese país afectaría también la credibilidad de los mecanismos para regular al Ejecutivo e impedirle que cometa arbitrariedades.
En tal escenario, la oposición necesitaría hacerse de, al menos, 29 curules, esto es, un tercio del total más uno, para forzar al oficialismo a negociar durante la legislatura 2021-2024, que coincide con el cese de la Administración de Bukele.
El oficialismo, en una suerte de déjà vu, repite la narrativa de un presunto fraude, táctica que ya le funcionó a Bukele cuando se impuso en las presidenciales de febrero de 2019.
‘Si Nuevas Ideas tuviera alguna prueba de fraude, ya la habrían presentado’, replicó Julio Olivo, magistrado del Tribunal Supremo Electoral (TSE), quien desmintió tales acusaciones.
En sus palabras a esta publicación, Olivo denunció, además, que los fieles al mandatario intentaron a última hora que el escrutinio fuera manual, ‘para crear un desorden que les favoreciera’.
Lo cierto es que, durante los 24 meses en el cargo, el mandatario ha estado en un continuo enfrentamiento con la Asamblea Legislativa, a la que acusa de ‘obstruir sus esfuerzos por gobernar’.
Una de las circunstancias más tensas de su Administración aconteció el 9 de febrero del pasado año, cuando el presidente militarizó la sede del legislativo en un intento por forzar la aprobación de presupuesto para el plan de control castrense.
A todas estas, el ambiente se encuentra crispado: el asesinato de dos militantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, en enero pasado, fue un triste recordatorio de épocas sangrientas y aparentemente superadas.
De momento, el sentido común invita a ejercer un sufragio responsable y razonado. Sin embargo, a juzgar por la historia, el escepticismo y el desencanto podrían conjugarse para un nuevo –y habitual– triunfo del abstencionismo.