viernes 29, marzo 2024
spot_img

Durante la pandemia qué leer y cómo leer: Occidente abraza al Oriente, Chuang-tzu y Teresa de Ávila

Por más que el mundo moderno se haya secularizado, el hecho es que gran parte de la humanidad encuentra el sentido de la vida en los caminos espirituales de sus respectivas culturas. Los caminos espirituales son muchos. Sin desmerecer otros, quiero destacar dos que están en la base de dos grandes culturas: la de Occidente y la de Oriente. Cabe recordar que espiritualidad no es saber sobre la Suprema Realidad, sino experimentarla a partir de la totalidad de nuestro ser.

Occidente afirma: existe el camino de la comunión personal con la Suprema Realidad que incluye el Todo. 

El Oriente sostiene: existe el camino de la comunión con el Todo que incluye la Suprema Realidad. 

En Occidente predomina la comunión personal y dialogal con la Suprema Realidad, que en la tradición judeocristiana y musulmana se llama simplemente Dios. No se trata de una experiencia intelectual, de la cabeza, sino amorosa, del corazón que siente, ama y vibra, envolviendo todo el ser. Maestros de esta experiencia son, entre otros, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Teilhard de Chardin.

Dice San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual refiriéndose a Dios: “Descubre tu presencia. / Matéme tu vista y hermosura. / Mira que la pena de amor no se cura / sino con la presencia y la figura” (verso 11). Santa Teresa de Ávila no es menos efusiva en sus Aspiraciones de vida eterna: “Vivo sin vivir en mí, después que muero de amor / porque vivo en el Señor / que me quiso para sí. / Cuando el corazón le di / puse en él este letrero: / que muero porque no muero” (verso 1).

Este modo de hablar es el del enamoramiento, el del encuentro íntimo y profundo con Dios. A partir de esta comunión yo-tú, se entrevé Dios en el Todo y en cada ser, como aparece en la mística cósmica de San Francisco que emocionalmente llama a las criaturas mis hermanas y mis hermanos. San Juan abre su primera epístola así: “Aquel que nosotros tocamos, que hemos visto con nuestros ojos y hemos oído con nuestros oídos, ése os lo comunicamos”. Es una experiencia concreta, tocar, sentir y ver.

En Oriente la experiencia primera reside en el Todo. Nada está aislado. Todo está relacionado formando el Gran Todo. El maestro yogui responde a la pregunta: “¿Quién eres tú? Él señala el universo y dice: tú eres todo eso, toda la realidad, parte del Todo, tú eres el Todo”. Nuestro extravío se produce porque hemos perdido la memoria sagrada de que somos un eslabón de la única y gran corriente de la vida, parcela del Todo. No hacemos una experiencia de no-dualidad con todas las cosas: somos árbol, somos pájaro, somos las estrellas, estamos sumergidos en el Todo. Y el Todo se llama Tao, la Suprema Realidad presente en todo.

Tomas Merton que vivió en Occidente la experiencia del Oriente tradujo La vía de Chuang-tzu (Vozes 1993). Alguien preguntó a Chuang-tzu: ”Muéstrame dónde puede ser encontrado el Tao. A lo que él respondió: No hay lugar donde el Tao no pueda ser encontrado: está en la hormiga, en la vegetación del pantano, en el pedazo de ladrillo, en el excremento, y concluyó: el Tao es grande en todo, completo en todo, integral en todo. Estos aspectos son distintos, pero la Realidad es el Uno” (p. 158-159). Como se deduce, las cosas son diversas pero todas desaguan en el Uno, en el Tao.

¿Cómo se lleva a cabo una experiencia de no-dualidad? Los orientales proponen como primer ejercicio: la experiencia de la luz. Ella incide sobre nuestras cabezas, baña todo el organismo, atraviesa las paredes de la casa, el jardín, la ciudad, el océano, toda la Tierra y se extiende por todo el universo. La persona, hecha luz, se siente unida a cada cosa, al Todo.

Los caminos de Oriente y de Occidente no son antagónicos sino complementarios. Ambos intentan, fundamentalmente, crear en nosotros lo que tanto buscamos: un centro a partir del cual todo se liga y re-liga y nos permite vivir el Todo. Poco importa el nombre con el que llamamos a ese centro. Corresponde a lo que significa Dios, Tao, Alá, Yavé, Olorum. Ese centro está en nosotros pero también nos desborda. Es el misterio vivo e interior de nuestra vida y del universo.

Entre nosotros tenemos también la experiencia espiritual que subyace a las religiones afro-brasileras u otras que asimilan elementos africanos. Todo gira alrededor del axé, que corresponde más o menos al qi de los orientales o a la ruah, pneuma, spiritus de los occidentales: una energía cósmica que impregna toda la realidad y tiene sus principales portadores en los seres humanos. Exu, no es el demonio que se debe invocar, sino la principal expresión del axé. El axé actúa dentro de nosotros, como fuerza de irradiación y de captación de buenas energías, puestas al servicio de los demás. Por no entender la profundidad, ecológica incluso, de estas religiones de origen africano, son difamadas y hasta perseguidas por grupos neopentecostales que tienen poco de espiritual y de sentido de lo sagrado de todas las cosas.

Somos seres espirituales cuando nos sumergimos en nuestra profundidad y nos damos cuenta de que somos parte de un Todo que nos transciende. Estamos habitados por el espíritu, aquel momento de la conciencia por el cual tenemos la percepción de ser parte de un todo y que el Todo está en nosotros.

La espiritualidad occidental u oriental tiene que ver con la experiencia de la Suprema Realidad, no con un saber, expresado en doctrinas, dogmas y ritos. Todo esto es parte de la religiones que nacieron de una experiencia espiritual, pero que no son la espiritualidad. Pueden fomentarla, igual que pueden sofocarla por exceso de doctrinas. Son agua canalizada, no fuente de agua cristalina. De esa agua todos tenemos sed. Al beberla nos hacemos más humanos y abiertos unos a otros y al Todo.

(*) Leonardo Boff es Teólogo

Noticias de Interés

2 COMENTARIOS

  1. Somos seres humanos e intelectuales, desde la infancia nos inculcan el desarrollo intelectual, en la escuela, en el colegio y en la universidad, hasta puede ser que la familia se endeuda con tal de conseguir el ansiado título universitario. No Obstante, es evidente en el mundo, entre mayor intelectualidad hay mayor apego a lo material, al poder y al dinero.
    Entonces, el Camino al Cielo es como un cuento de hadas o solo para los domingos o los sábados, depende de la religión a que se asista. No obstante, ni la técnica de iluminación interna de Oriente ni la metodología del judeocristianismo ha cambiado el mundo por un mundo espiritual.
    Guerras, plagas, odio, corrupción y más, es el norte a seguir de todos los sistemas políticos y sociales de cualquier país o estado, por más pequeño o pobre que parezca o igual da del primer mundo.
    Es muy evidente, el ser humano actual desconoce la diferencia entre lo humano y lo divino o espiritual, esta muy distante y no tiene tiempo para hacerlo, por eso deja este «problemilla» a la religión y ella o él se ocupan, nada más, del mundo, de su mundo, pobre o rico, enfermo o sano …
    Aquí, entonces, se tiene que prestar atención a que en el año más o menos 32, del Gran Acontecimiento, un varón del judaísmo expreso: Yo soy el Camino a Dios, y el Camino a la verdad de Dios, y el Camino a la vida inmortal; nadie viene al Padre, sino por mí.
    Ahora, es cierto, es en vida que se debe experimentar el «Reino de Dios», pero, esa «cortina de humo» no lo permitirá, si Usted logra romper esa barrera igual puede enseñar a otros a hacerlo, esta información secreta está, tergiversada, en el Evangelio de Jesús del Nuevo Testamento. Gracias

    No obstante, esa cortina de humo que cubre la Verdad de Dios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias