martes 16, abril 2024
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¿Padres de la patria? ¿Q’es esa tontería?

Para mí es una tontería por varias razones.  Los padres (forma gramatical lingüísticamente perfecta no discriminatoria ni machista ni excluyente que incluye a las madres también) son seres que engendran a otros.  Entonces ¿los diputados engendran a los ciudadanos que somos la carnita de la patria?  ¿Y a ellos quién los engendra?  ¿No será más bien al revés, que somos los ciudadanos los que engendramos a los diputados?  Bueno, debería ser, pero todavía no nos dejan.  Y es que esa categoría de padres que se han encajado les viene muy bien como sofisma pseudocientífico:  puesto que científicamente los hijos no pueden escoger a sus padres biológicos lo “natural” es eso:  que como “hijos de la patria” no podamos seleccionar y elegir a nuestros “padres de la patria”.  Pero no, papito, así no es la cosa ni figurativamente.

Figurativamente los padres de los partidos políticos son los magnates, los partidos políticos son los padres de los diputados y los diputados son los padres de sus hijos y nada más.  A mí no me engendraron los diputados.  Si hubiese sido así me habría muerto del susto desde los seis años de edad, cuando me hubiese enterado (pensando en algunos de los que estaban ahí puestos en ese tiempo);  yo me quedo feliz con quienes me engendraron:  mi mamá y mi papá (y con mis hermanas, que me va a llover si no las menciono).

Ahora, más en serio ¿no se han preguntado cómo pueden 57 diputados engendrar a 6 millones de hijos?  Ah, a menos que… ¡ya sé!  Esos tienen un sistema reproductor de fibra óptica, son de banda ancha (anchísima), tienen miles de terabaites y fluidos vitales de éter condensado y encima para hacer tanta legislatividad reproductiva no se protegieron ni tomaron precauciones.  Pero no, no;  ni con dosis masivas de sildenafilo forte XXX ni injertados con cuilo.  ¿Y cómo iban a hacerlo y en qué momento?  Hacían una enorme orgía y se revolvían todos en una bacanal de desenfreno para poder generar tantos hijos de la patria hasta alcanzar la meta y ya ponerlo todo en redes?  ¿Pero además dónde lo hacían? ¿En Ojo de Agua? ¿En La Sabana? ¿En el Parque Morazán?  ¿En fiestas rave en todas las haciendas del país?  Y es que en épocas anteriores tampoco había la cantidad de “casas de citas” (el nombre por el que se conocían antes) como hay ahora.  Como dicen los argentinos:  “¡Que lo parió!”

Bueno, las obstétricas deberían haber estado brincando de alegría pero agotadas 24/7 y también poniendo “el lomo” por decirlo de alguna manera, en su tiempo “libre” ¡las pobres!  Peeerooo, mi abuelita Elvira, que me contaba tooodddo, no me contó nada de eso y fue la primera obstétrica del país que regresó tras graduarse en Texas, EUA, con esa especialidad (por cierto siendo luego denigrada y despedida del hospital por el director con el argumento de que esa no era “profesión honorable para una dama” – aunque fue restituida en el puesto de un solo cachimbazo contra la decisión del director por parte de un muy enfadado Ascensión Esquivel Ibarra, entonces Presidente de la República, nicaragüense pero que se había nacionalizado costarricense en 1869 a sus 48 años).

Lo que sí sería padrísimo, como dicen los mexicanos, sería dejarnos ya de chingaderas, revertir el orden, ser nosotros quienes escogemos y elegimos a nuestros representantes, dejarlos que sigan considerándose padres si eso los hace más felices, pero eso sí asegurándonos nosotros al mismo tiempo de que no lleguen a ser padres ni por torta, ni por fuera, ni por conveniencia ni por dinero, bienes y abolengo ni por ningún otro desmadre;  bueno, ya con solo estos últimos requisitos más de uno zafará el bulto, le cogerá fobia al término “padre” y andará evadiendo todo lo que se relacione con la paternal responsabilidad.  De momento me alegro de que cada vez haya más “madres” de la patria en la Asamblea, no por nada sino porque ¡mamma mía!  Con las excepciones de rigor, se ven mejor y lo hacen mejor que los padres, igual que en el hogar, en las fábricas, en las instituciones, en las finanzas, en el fútbol… bueno, en casi todo.

(*) Orlando García Valverde, Traductor-Intérprete Oficial

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1 COMENTARIO

  1. No dice nada. Intenta ser gracioso y no lo es.
    Tenemos los gobernantes que nos merecemos, los diputados son un reflejo de nuestra «suciedad», lamentablemente.

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