jueves 25, abril 2024
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¡Dramática revelacicón del fútbol meditado!

Gracias a un investigador periodístico que ahora está en un sitio seguro en el programa de protección de testigos se han descubierto los archivos secretos llamados “el misterio de las bolas”.  Todo esto revela y explica fenómenos como la falta de técnica en casi todos los lances del juego por más profesionales y mejores que sean los jugadores, para no hablar de los menos mejores.  Por ejemplo:  el jugador recibe la bola pero no tiene el dominio técnico para asegurársela y retenerla, sino que la recibe a medias, le rebota en el cuerpo y queda suelta para que la coja automáticamente un adversario.  Esto es el “efecto pilote” o “de poste abatible”.  Es de lo que más abunda aquí entre la generalidad de los jugadores durante todos los partidos de todos los torneos y categorías.    

Aclaro, nada de esto tiene que ver con LAS futbolistas.  Estas femeninas como llaman a las mujeres los de los cuerpos de socorro son como de otro mundo.  Deberían ganar todas por parejo lo que gana el mejor masculino del país aparte de todo porque juegan mejor y nos dan partidos más interesantes y dinámicos;  partidos más futbolísticos, entre otras cosas.  Ellas son… bueno ¡el mejor partido!

Se reveló que el nuestro es “fútbol meditado”:  cuando el jugador recibe la bola la para y medita porque de momento no sabe qué es lo mejor que puede hacer y también porque lo están viendo en casa y tiene que demostrar que es pensante, estratégico, intelectual y sobre todo calmado, tranquilo.  Hecha la meditación ya sabe qué táctica va a emplear.  El problema, según los investigadores, es que entonces ya no puede hacer nada porque durante la meditación lo rodean varios opositores que lo inutilizan y hasta le roban la bola.  La meditación es buena, pero tal vez en este momento no sea lo mejor como sí puede ser en ajedrez, por ejemplo.

Un fenómeno revelado de los menos comprendidos es el de desviar el balón hacia los lados del marco o hacia arriba (el lance más popular y frecuente) para que no entre al marco;  para no hacer el gol.  Ahora se sabe que no es que erra, que no acierta, que “la voló”.  ¡No! Es que no quiere meter el gol;  padece de “golifobia”;  un terror patológico a los espacios vacíos dentro de un marco según el doctor Mako Vor Dem Gentschenfeld del Psijanievralaguíchieski Institut de San Petersburgo:  en los hogares de los golifóbicos no hay óleos, acuarelas ni fotos enmarcados;  únicamente banderines, afiches, camisetas, trofeos y medallas.  Y esto es solo el principio de lo que se ha ido descubriendo. 

Se encontró también el “síndrome del barredor del curling”.  En el  deporte del curling en pista de hielo dos jugadores con escobas van abriéndole y alisándole el camino a una pieza de granito que lanza un jugador y que se desliza sobre el hielo hacia una diana para que la pieza llegue mejor y más rápidamente a su destino.  Don Mako opina que los primeros migrantes de Asia que llegaron a América transmitieron ADN de especímenes condicionados a este tipo de mecánicas, que fue heredado por nuestros deportistas desde el pleistoceno y que ahora vemos en nuestro fútbol:  cuando avanza un adversario a toda velocidad con la bola y le salen dos o tres defensores, estos defensores no lo atacan ni lo paran ni le quitan la bola, es decir, no defienden sino que se van retirando en reversa como mostrándole el camino al adversario y protegiéndolo para que nada le estorbe y pueda finalmente arrearle con todo a la bola y meter el gol gracias al buen espacio que han ido abriéndole al frente.  Y también tiene que ver esto con la simple humanidad:  es respeto a los derechos humanos, a los animales, etc.;  damos oportunidad al adversario.

Luego se encontró el “síndrome democrático” en la cosmovisión política del costarricense:  “o hay p’a todos o hay patadas” para decirlo coloquialmente.  Y ese es el origen del juego hacia atrás.  Los defensores y hasta los del medio campo están constantemente haciéndose pases con el portero;  ¿por qué?  Simplemente porque no se puede dejar al compa ahí atrás sin tocar bola.  Él también tiene derecho a estar en la jugada.  Esa es la razón principal pero también hay otra:  si se trata de un personaje muy famoso y no le está llegando la bola lo ponen a jugar pero a manera de exigencia:  que haga algo para justificar lo que gana;  claro, en este caso ya intervienen otras consideraciones:  la envidia, la mala fe, el deseo de venganza, por ejemplo, pero sea por una razón o por la otra el juego de pases con el portero es como un minijuego dentro del partido. 

Otra gran revelación es la “farsa del boxeador noqueado”, reforzada y estimulada por grandes figuras como Neimar, por ejemplo.  Es toda una técnica.  Si un adversario pasa al lado y por decir algo una hebra de su pantaloneta roza la nalga del que padece de este síndrome éste se cerciora de que nadie esté viendo, se lleva las dos manos a la cara como si le hubiesen dado un puñetazo en la nariz, grita, se deja caer de trasero y se da por lo menos un par de vueltas en el suelo como si lo hubiese puesto fuera de combate el campeón de los pesos pesados.  Y esto es algo que no hacen las chicas futbolistas dicho sea de paso.  No se sabe si es porque son más fuertes y valientes o porque no son tramposas ¡vaya usté a saber!

Otra gran revelación:  hay un problema trigonométrico y otro de cálculo.  Una de mis hermanas educadoras me recalcaba que siempre ha inculcado a sus alumnos cálculo mental.  Si no se calcula bien y encima no se conoce de ángulos y de dinámica, de fuerzas como la de la gravedad, no es posible tener la precisión que demanda el deporte de alto rendimiento.  No hace falta mucha observación.  Una de las características de nuestro fútbol es la imprecisión en los pases y una falta dramática de puntería.  Un caso es el “éxtasis precoz” como se conoce en “el misterio”, porque es un éxtasis de triunfo pero prematuro, a destiempo:  viene la bola desde las alturas por un lanzamiento de larga distancia y la esperan dos o tres jugadores.  Pues bien, el nuestro salta para cabecearla un segundo antes de que llegue o un segundo después y la gana el adversario.  Verlo en el próximo partido.  

Los documentos secretos afirman que la solución de nuestro problema no está en el gimnasio ni en la cancha de entrenamiento ni en nada de eso.  Es psicológico, psiquiátrico, neurológico, cerebral, político;  de todo menos futbolístico o deportivo;  ningún entrenador puede con eso;  que lo único que puede solucionarlo es que el equipo técnico esté compuesto solo por mujeres para empezar y no deportistas sino por una psicóloga, una neuróloga, una filósofa, una trabajadora social por jugador, una psiquíatra, una matemática, una física y una orientadora espiritual de cualquier confesión;  y, claro, por los preparadores físicos, entrenadores, etc., pero ahí en el banquillo solo para asistirlas;  entretanto, si es que se hace la revolución, que la afición siga sosteniéndose con su neurobión forte.

(*) Orlando García Valverde, Traductor-Intérprete Oficial

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