martes 16, abril 2024
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La educación costarricense requiere un giro copernicano

Columna Poliédrica

Esta semana fue dado a conocer el Informe del Estado de la Educación (IEE). Se trata de una investigación que se hace en el marco del Programa del Estado de la Nación (PEN), un programa que ha sido desarrollado por el Consejo Nacional de Rectores (CONARE). Nuevamente hago la referencia, ya que casi ninguna persona de las que allí trabajan tienen la deferencia de indicar que son las universidades públicas las que han sostenido ese programa de investigación a lo largo de los años .

Recientemente, en varias de las entrevistas que los medios de comunicación han hecho con motivo de la publicación del informe, la señora coordinadora del IEE tampoco hizo mención de las universidades públicas. Hizo toda una disertación en relación con la situación de urgencia que presenta la educación primaria y secundaria, dando una serie de datos que alarma hasta la persona más ecuánime.

La portada del informe de un niño gritando es coherente con lo que la prensa, radio y televisión de este país le gusta difundir. Por supuesto que estamos claros que se trata de una situación apremiante desde hace años y que la pandemia vino a profundizar las inequidades que existen a todo nivel, a saber: entre centros educativos, entre profesores y entre los estudiantes. La brecha económica, social y tecnológica ha quedado al descubierto, aunque es algo que ha estado a la vista de quienes han querido ver.

Los problemas estructurales a los que se hace mención no repara en los problemas funcionales de la educación. Está claro que la pandemia pone en el tapete el problema de la brecha tecnológica de estudiantes y profesores de la educación pública, pero lo mismo sucede si tenemos en cuenta la infraestructura educativa; no obstante, los educadores siempre han hecho su trabajo a pesar de las condiciones en que lo hacen, el problema es que su función se ve entorpecida por un montón de tonterías que les piden en el Ministerio de Educación Pública. Sí, leyeron bien, tonterías que no les permite dedicarse a lo que verdaderamente importa.

Los docentes de primaria y secundaria no pueden cumplir su función principal por estar haciendo trámites administrativos. La mayoría de personas que trabajan en la educación pública tienen una gran vocación por la enseñanza, al punto que su trabajo lo realizan a pesar de las circunstancias adversas; pero los obligan a llenar papeles que nadie revisa, a organizar actos de todo tipo, a resolver conflictos que no les compete, en fin, a hacer cosas que les impiden concentrar sus esfuerzos en su función pedagógica.

El apagón de que habla el IEE se entiende y se puede estar de acuerdo con sus consideraciones, pero la educación depende de las personas que la desarrollan y de aquellos que la reciben. A los docentes se les ha perdido el respeto, se les ve como unos cuidadores y se han convertido en esclavos de un pedagogismo totalmente ineficaz para el aprendizaje de los estudiantes, empero, el estudiantado no se queda atrás, al desinterés que presentan por los contenidos de las diferentes materias, se suma una conducta displicente en relación con el aprendizaje, aspecto que es promovido por muchos padres de familia que no les interesa si sus hijos aprenden o no. Evidentemente, como en todo, hay excepciones.

La educación primaria y secundaria siempre ha sido una prioridad en la sociedad costarricense. Desde el siglo XIX quedó establecido en el texto constitucional, en la segunda mitad del siglo XX se convirtió en el eje central del Estado del Bienestar junto con la salud pública; pero en el siglo XXI las cosas han venido a menos desde todas las perspectivas, no sólo en relación con lo que señala el IEE, sino respecto al funcionamiento de la educación que hemos enunciado en estas líneas.

Se enfatiza mucho en que las huelgas de los educadores han perjudicado el proceso de aprendizaje de los estudiantes costarricenses. No obstante, esa es una afirmación que se debe analizar con mucho cuidado porque, al igual que con el trabajo, el número de horas que un profesor y un estudiante dedican a estar en los centros educativos no es garantía de una educación eficaz; al contrario, el pedagogismo irreflexivo, ha llevado a la educación costarricense a un abismo de aprendizaje en aras de un burocratismo docente que no tiene ningún efecto positivo para nuestros estudiantes.

La educación costarricense debe dar un giro copernicano en que se ponga en el centro a los estudiantes y también a los docentes. La solución de los problemas estructurales deben tener como guía ese postulado central y al igual que en los países nórdicos, poner a los actores de la educación en el papel central del desarrollo de nuestra sociedad.

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

columnapoliedrica.blogspot.com

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5 COMENTARIOS

  1. Hay mucho de razon en su articulo de hoy .Creo yo que tambien la calidad de los Ministros de Educacion ha bajado considerablemente, amen de que se convirtio en terreno fertil para adoctrinar a la juventud con las ideas politicas del gobierno de turno.
    La disciplina ,valuarte que admiramos,esta ausente.Preocupan mas temas de diversidad sexual,igualdad de genero que la educacion para preparar jovenes ante un mundo cambiante en lo laboral.
    El profesorado envuelto en esta voragine se acomoda a la situacion y se preocupa mas por su sueldo y pension,comprensibles, en este mundo en que la calle esta tan dura.
    El pais invierte una gran cantidad de dinero, que no tiene, en educacion.Claro que es elemental para nuestro bienestar,pero tambien debe ser el medir constantemente el exito o no de esas politicas educativas y dar el giro copernicano.

  2. La educación pública en su forma actual está obsoleta y es de muy mala calidad, porque hay que mandar a los hijos a una escuela y colegio privado para que en verdad aprendan?, el dinero no es excusa, ya que la educación pública tiene un presupuesto gigantesco, el cual al igual que en todo lo que ofrece el Estado, el dinero invertido nunca se ve reflejado en el servicio que brinda, el dinero se esfuma en gastos administrativos y gollerias, para variar pagamos impuestos para mantener grupitos de sinvergüenzas que no aportan nada.

  3. Don Andi, comparto la mayoria de sus escritos y siempre que puedeo los leo.
    Que lastima que la la mayoria de los educadores actuales , en su formacion carescan de los sabios conocimientos de las materias de humanidades, las conferencias,los repertorios, la cultural y la deportiva que adquirimos en la universidad publica muchos de los educadores que estamos jubilados, eso marca una diferencia muy grande con los educadores actuales. El dia que los obliguen a llevar dichas materias todos volveremos a ganar y principalmente los alumnos actuales. Nadie ha hecho un estudio sobre la eficacia o carencia de esos conocimientos en los educadores actuales y el beneficio para la enseñanza actual con toda esa tecnologia mal usada o mal aprobechada.

  4. Hasta ahora hay alguien que diga las cosas tal y como son. Nosotros los que trabajamos en la docencia en el Ministerio de Educación Pública se nos va la vida presentando planes, formularios y demás papeleos que nos distrae de nuestra labor fundamental que es enseñar a nuestros estudiantes. Todos hacemos nuestro trabajo sin importar las condiciones, muchas veces deplorables, de nuestros centros educativos; ello nunca ha sido obstáculo (aunque sí influye) para que la enseñanza sea mejor aprovechada, pero el señor Mirom da en el punto cuando dice que dedicamos muchísimo tiempo a cosas que no tienen que ver absolutamente nada en relación con nuestra función fundamental.

  5. Pues sí en general estoy de acuerdo con el artículo. Algunos creen que con echar dinero y más dinero ya todo solucionado. Esto es una sin razón que les viene bien a los aprovechados.. Presupuesto sí y más presupuesto.. Pero, no nos pidan cuentas de rendimientos.. de resultados.. JAJAJAJAJÁ ¡Listos!

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