Una de las mentiras que repiten los que adversan a las universidades públicas es que allí solo ingresan estudiantes procedentes de colegios privados. Esta mentira se nutre de una situación que es real, a saber: que no todos los estudiantes que salen de la educación secundaria pública logran ingresar a la educación superior pública, sin embargo, eso también es cierto para estudiantes que se gradúan de los colegios privados.
El hecho de que no todos los estudiantes graduados de la secundaria ingresen a las universidades públicas tiene múltiples razones. Una de las principales es que los recursos son limitados, es decir, no todas las carreras que se brindan son de tiza y pizarra, hay carreras que requieren laboratorios de diferente tipo; por ejemplo, disciplinas como la Biología, la Química, las Ingenierías y las Lenguas Modernas, que tienen necesidades de equipos que implican o requieren dinero, espacio y tecnología.
También el ingreso a las universidades públicas está basado en el mérito académico. Por una parte se tiene en cuenta las calificaciones obtenidas en la secundaria (nota de presentación) y, por otra parte, está el puntaje obtenido por cada estudiante que realiza el Examen de Admisión; en otras palabras, la nota de admisión no depende de un solo factor y está en función de lo que haga cada estudiante en sus últimos años de secundaria y en la calificación de su examen de admisión.
Se ha cuestionado que la admisión basada en el mérito académico no tiene en cuenta las diferencias de formación de los estudiantes. Este es un aspecto que tampoco se sustenta en la evidencia, ya que históricamente los estudiantes de la educación pública han podido ingresar y graduarse sin el menor inconveniente; sin embargo, hay situaciones extremas como las que han sido detectadas en la educación pública en las zonas indígenas y ello sí ha sido motivo de correcciones por parte de las propias universidades.
El problema es que no todos los que quieren ingresar pueden hacerlo. Para corregir esta situación sería necesario incrementar el número de admitidos, sin embargo, ello no es tan simple porque todas las carreras son diferentes; no es lo mismo incrementar la admisión en el Área de las Ciencias Sociales en que sería necesario invertir, fundamentalmente, en el profesorado, que tener que hacerlo en el Área de las Ingenierías o de las Ciencias de la Salud, en que se requiere de equipos de muy alto costo.
Nótese que a la par de estos aspectos se debe considerar la necesidad de ayuda económica de muchos estudiantes. La lógica es sencilla, si un estudiante ha mostrado tener méritos académicos para ingresar a la educación superior pública, la carencia de recursos económicos no debe ser obstáculo para que estudie.
En un estudio del Consejo Nacional de Rectores (CONARE) denominado “Caracterización de la población estudiantil universitaria estatal, 2019”, se estableció que el 74,7 % de los estudiantes de las universidades públicas provienen de los colegios públicos. Esos datos se pueden verificar en el citado estudio y también se pueden observar otras estadísticas que le dan seguimiento a estos aspectos; en consecuencia, cualquier afirmación en el sentido que los estudiantes de los colegios privados son mayoría en la educación superior pública es totalmente incorrecta.
(*) Andi Mirom es Filósofo
