viernes 19, abril 2024
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Discurso del Presidente Carlos Alvarado ante la 75° Asamblea General de Naciones Unidas

Señor Presidente,
Solo seremos tan fuertes y prósperos como lo sean los más vulnerables del
mundo.

Este concepto no es una visión romántica del multilateralismo. Es una realidad
que vemos, una y otra vez, frente a los desafíos. Solo estamos tan seguros como
lo estén los más vulnerables. Esta es la idea central de la seguridad humana.

Pero nos cuesta entender esta verdad, y sobre todo, llevar adelante las acciones
para protegernos, a todos y a todas.

No dejar a nadie atrás: esa brújula moral y de acción, no solo existe en función
de los más vulnerables, sino en función del interés de todos. Porque somos un
solo macrosistema interconectado e interdependiente.

La evidencia la tenemos a la mano.

Millones de personas alrededor del mundo, principalmente las más pobres,
esperan la vacuna frente al COVID-19. Solo 2 de cada 10 personas en los países
pobres o de renta media baja han recibido una primera dosis de la vacuna,
mientras que en los países de ingreso alto o medio alto ese número es de 8
de cada 10 personas. La desigualdad es abismal y trágica. La idea solidaria
concretada en COVAX no ha logrado el alcance necesario, y el acceso a vacunas
es absolutamente desigual.

Costa Rica aboga por que las vacunas contra el COVID-19 estén al alcance de
todas las personas en el mundo, como un bien público global. La promesa de
COVAX debe cumplirse, y son los países desarrollados quienes pueden hacerla
realidad.

Este faltante y el paso del tiempo son el caldo de cultivo de más dolor y muertes,
así como del surgimiento de nuevas variantes.

Hoy es necesario que desde el multilateralismo efectivo logremos hacer de
COVAX una solución concreta. En ese sentido, solicito el apoyo del G-20 para
hacer de esto una realidad.

Mientras no haya una vacunación global máxima, todos, hasta quienes han
acumulado más vacunas, somos vulnerables ante las mutaciones del virus o
ante los estragos económicos de la pandemia.

Simultáneamente, en los últimos meses, en las últimas semanas, hemos visto
cómo desastres naturales extremos han azotado al mundo: desde Alemania
hasta Nigeria, desde Australia hasta Haití, desde Kiribati hasta Centroamérica,
de Filipinas a los Estados Unidos. Inundaciones, huracanes, deshielo, incendios
forestales, pobreza, pérdida de cosechas, migraciones.

Conocemos el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC). En el peor panorama, sino se actúa ya, y las
emisiones siguen creciendo al ritmo actual, a finales de este siglo la temperatura
del planeta aumentaría en 4,4 grados centígrados, y consecuentemente la
fuerza y frecuencia de los fenómenos extremos.

Irónicamente, son los países que menos carbono generan, como los estados
insulares o mi propia región, Centroamérica, quien se ven más afectados por la
emergencia climática. Los efectos extremos del clima provocan migraciones, y
hacen que los países en vías de desarrollo deban endeudarse para hacer frente
a la adaptación y a la reconstrucción.

La pandemia, la crisis climática, el desempleo y los limitados márgenes de
inversión están poniendo bajo una fuerte tensión a la estabilidad social y política
de los países en vía de desarrollo, y por la interconexión global, a la estabilidad
de todo el planeta.

Al mismo tiempo que todo esto pasa, el gasto militar global continuó en
aumento en 2020.

¿Cómo le vamos a explicar a la próxima generación que al mismo tiempo que
ocurría una pandemia donde no llegaban las vacunas a todas las personas, y frente
a una crisis climática sin precedentes, el mundo invertía más en armamento?

¿Cómo es este absurdo posible? El futuro nos grita: ¡Menos armamento militar,
más inversión en paz!

Queridos amigos y queridas amigas de la comunidad global: esta generación
y la próxima tienen frente a sí el desafío único en la Historia de la humanidad
de conservar la vida en el planeta y sus culturas frente a la amenaza de la
destrucción. La pregunta es si estamos haciendo lo suficiente y todo lo necesario
para lograrlo. Y de no ser así, ¿qué debe cambiar?

La realidad de un planeta interconectado nos tiene que hacer entender que hoy
el interés por los más desventajados es el interés de todos. Es entender que la
mejor forma de ser egoísta, es ser solidario y desprendido. Que la acumulación
de capital, conocimiento o salud, priva al mundo de un estadio mejor para toda
la Humanidad.

Pero para ir más allá, y luchar por el futuro nuestro, el de la juventud y el de
la niñez, la voluntad humana debe imponerse en una ruta de acción. No de
palabras, no de llamados, sino de compromisos concretos, con responsabilidades
y de cambios cuantificables en su impacto, y cualitativos en su ética.

Señoras y Señores:

La pandemia es también una oportunidad para construir mejor, promover una
recuperación económica y social que genere sociedades sostenibles, verdes,
inclusivas y resilientes, adaptadas a las transformaciones tecnológicas y digitales.

Costa Rica, junto a la Organización Mundial de la Salud y decenas de países,
propuso el C-TAP, un repositorio de tecnologías y propiedad intelectual con
miras a democratizar la innovación y tecnología, en particular en el área de
salud, tratamientos y medicamentos, buscando hacerlas accesibles a todas
las personas, en todos los países, especialmente a las que se encuentran en
situaciones vulnerables o viven en la pobreza.

Aquí la voluntad debe actuar. Los convoco a apoyar decididamente y unirse a
esta iniciativa.

No es ningún secreto que la pandemia ha puesto muchísima presión sobre las
economías en desarrollo. El decrecimiento económico, el desempleo, la caída
en la recaudación fiscal y los gastos incrementales en vacunas, tratamientos y
programas de sostén económico, han golpeado a las economías emergentes.

La creación de $650.000 millones en Derechos Especiales de Giro es un paso
en la dirección correcta, pero no suficiente. Más del 40% de dicha cantidad
corresponde a países que ya son ricos en liquidez y sólo el 1% de esos recursos se
ha movilizado hacia los pobladores de los países en desarrollo.

Son los gobiernos los que necesitan apoyo en sus finanzas y en las haciendas
públicas más allá de fortalecer reservas de los Bancos Centrales.

Costa Rica, en el contexto de su Presidencia Pro-Tempore de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ha propuesto la creación
del Fondo para Aliviar la Economía COVID-19 (FACE), un fondo de apoyo
extraordinario de al menos medio trillón de dólares, financiado con el 0,7% del
Producto Interno Bruto de las economías más grandes y fuertes del mundo,
— las que representan el 80% del PIB mundial—, para ser intermediados por
bancos multilaterales de desarrollo, como préstamos concesionales a los países
en desarrollo.

Los fondos serían prestados a largo plazo -40 años- y a tasas fijas, para proveer
financiamiento extraordinario a los países que tienen limitaciones económicas,
y permitirles responder a la crisis y mantenerse dentro de la ruta para cumplir
con la Agenda de Desarrollo 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Para que iniciativas ambiciosas y solidarias como C-TAP y FACE tengan éxito, se
necesita la voluntad de los países desarrollados.

Sueño con un acuerdo entre Estados Unidos y China, un acuerdo de cara al
mundo, para no enfocarse en competir, sino en cooperar para sacar al mundo
adelante. Un mundo que en gran medida depende de la determinación de los
líderes, particularmente del G-20, al cual hago un llamado para que podamos
entender la interdependencia entre interés propio y solidaridad; hoy, dos caras
de la misma moneda.

Debemos tener ambición positiva para el futuro del planeta. Las tres convenciones
de Naciones Unidas, sobre Cambio Climático, Biodiversidad, y Desertificación,
no son sino una sola realidad de un planeta que debe detener su calentamiento,
que debe preservar la vida y los ecosistemas, y debe proteger y restaurar las
tierras donde se producen los alimentos.

Debemos ser ambiciosos en objetivos a alcanzar en la próxima COP, es un
imperativo para la supervivencia de la humanidad. No podemos bajar la guardia
en nuestra ambición climática hacia la COP26 en Glasgow y de biodiversidad
hacia la COP15 en Kunming.

Costa Rica, con su ejemplo, ha experimentado que es la naturaleza la que nos
puede salvar, y que es posible la sostenibilidad, y el desarrollo humano. También
por eso desde 2019 lanzamos nuestro Plan para Descarbonizar la Economía al
2050.

Pero hoy en día, solo el 15% de la Tierra está protegida y el 7% de los Océanos
están protegidos. Los científicos coinciden en que se debe proteger y restaurar
una extensión mayor del planeta para preservarlo frente a la crisis climática y la
pérdida acelerada de biodiversidad.

Por ello, la Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y las Personas, liderada
por Costa Rica, Francia y el Reino Unido como colíder para el Océano, es una
solución basada en la naturaleza que pretende proteger para el 2030, el 30%
de los ecosistemas marinos y terrestres del planeta, evitar que se supere un
aumento de la temperatura global de 1.5º centígrados y promover la protección
del Océano. Más de 70 países se han sumado a esta iniciativa, e invito a otros
Estados a hacerlo también.

Hacemos también un llamado por detener la explotación y exploración petrolera,
y por esta razón junto con Dinamarca estamos lazando la Alianza para ir más
allá del petróleo y el gas, BOGA por sus siglas en inglés.

Entender y vivir nuestra interconexión y nuestra interdependencia en este
planeta es lo que nos puede llevar al nuevo estadio de la Humanidad.

Es favorecer el acceso de las poblaciones más vulnerables a oportunidades
de bienestar económico, con especial atención a los pueblos indígenas, a las
poblaciones afro-descendientes, los migrantes, las mujeres, la niñez y juventud,
los desplazados internos y las personas LGTBI.

Es llevar a la práctica ese nuevo Contrato Global.

Nos congratulamos por la declaratoria del 31 de agosto como Día Internacional
de las Personas Afro-descendientes, y por la conformación del Foro Permanente
de los Afro-descendientes de Naciones Unidas.

El marco del Bicentenario de la Independencia de Costa Rica nos ha recordado
esa realidad de interdependencia. Una interdependencia que nos tiene que
hacer volver la mirada a Haití para apoyar en momentos dificilísimos al primer
país de las Américas que acabó con la esclavitud.

Es esa misma mirada la que nos hace levantar la voz para que cesen las medidas
unilaterales contrarias al derecho internacional y que afectan al pueblo cubano,
y exigir que se respeten el ejercicio de los derechos fundamentales de todo
ciudadano cubano.

Es la interdependencia la que nos hace abogar por la paz y reiterar el anhelo
de un mundo sin armas nucleares. Hacemos un llamado a los países a unirse
al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN), el que alcanzó ya 55
ratificaciones (86 firmantes).

De igual forma, abogamos por una Península Coreana libre de armas nucleares
y que podamos construir juntos paz, estabilidad y seguridad.

Reiteramos, tal como lo hizo hace pocos días la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, nuestra
profunda preocupación por la situación de derechos humanos en Nicaragua.

Nos preocupa el encarcelamiento de opositores políticos, de periodistas y de
estudiantes, y hacemos un llamado para que la institucionalidad democrática, el
respeto y promoción a los derechos humanos, la libertad de expresión y prensa
tengan todas las condiciones en ese hermano país.

Reconocemos a las Islas Malvinas como territorio argentino, y hacemos un
respetuoso llamado a zanjar esta diferencia de manera pacífica.

No podemos dejar de honrar nuestros compromisos internacionales con las
mujeres y las niñas de Afganistán, no podemos permanecer silenciosos cuando
el nuevo régimen no permite a las niñas tener educación. Educar a las niñas hoy
es la clave para empoderar a las lideresas del mañana.

Amigas y amigos: es un honor servir en este cargo, porque desde este foro me
ha permitido representar las aspiraciones y los valores del ideal costarricense de
vida: la paz, la democracia, la sostenibilidad ambiental, la igualdad en diversidad
y la defensa de los derechos humanos.

Con esperanza digo que ese nuevo Contrato Global tiene nombre. Es uno que
ve el desarrollo como algo circular, algo que compartir, invertir y fi nanciar. No
para acumular. El Nuevo Contrato Global hace del bienestar un bien circular.
Esa ruta diseñada por la humanidad para lograr ese nuevo Contrato Global se
llama la Agenda de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hago votos para
que la historia recuerde a esta época, sus gentes y sus líderes, sobre todo a los
más poderosos y por ende los más responsables, como los que tomaron esta
ruta y le dieron una nueva oportunidad a la Tierra.
Muchas gracias.

(*) Carlos Alvarado Quesada, Presidente de Costa Rica

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