viernes 29, marzo 2024
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Las 17 obcecaciones, de España, ante los catalanes

España vive una batalla obcecada, ante la catalanidad. Siglos de persecución, intolerancia y orgullo irracional dan muestras de ello, pese a aparentes ciclos de tolerancia pasiva.

El último episodio es la reciente detención del ex-presidente de la Generalitat de Catalunya, en Cerdeña, el 23 de septiembre de 2021, y su posterior liberación.

España dice, a todos los españoles, que Carles Puigdemont (el ex-presidente) debe responder ante la justicia. Lo dice porque ha enviado a cientos de personas ante los jueces españoles, que ven en el pensamiento de liberación catalán un acto ilegítimo que debe ser perseguido y condenado. De hecho, las víctimas de esta represión ascienden a más de tres mil, si se consideran en su totalidad, incluyendo a las víctimas de las agresiones policiales que se ejercieron incivilizadamente para evitar la votación del primero de octubre de 2017.

Pero toda Europa lo ve de otro modo, o mejor dicho el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y, por supuesto, instancias internacionales como las Naciones Unidas, o Amnistía Internacional. Por esta razón la justicia italiana lo ha liberado, como lo han hecho anteriormente la belga y la alemana. Como todo en lo referente a los derechos de los pueblos, éstos existen, pero no es sencillo ponerlos en práctica cuando se ejercen relaciones de opresión basadas en el uso de la fuerza.

¿Qué le pasa a España? ¿Y a los catalanes? Una forma de verlo es a través del documento de la instrucción del auto de procesamiento que se abre la primavera de 2018 ante los líderes políticos y civiles catalanes, acusados de organización criminal por defender la voluntad de votar si desean, o no, seguir formando de España o erigirse como una república, el 1 de octubre de 2017.

El auto de procesamiento es obra del juez Pablo Llarena. Tiene 68 páginas, pero en un ejercicio de periodismo ejemplar, el diario La Vanguardia recoge sus 17 frases más contundentes, que aquí se transcriben. El artículo se publica a 24 de marzo de 2018, y se titula “Las 17 contundentes frases que han llevado a la cárcel a los dirigentes del procés” [http://www.lavanguardia.com/politica/20180324/441878930046/auto-juez-llarena-tribunal-supremo-encarcelamiento-rull-turull-romeva-bassas-forcadell.html]. Valga recordar que este periódico ha sido, desde su fundación en Barcelona en 1881 -por parte de la familia Godó- fiel a las doctrinas liberales, afín con la idea de España. Desde 1916, los Godó son condecorados con el título nobiliario de «condes», y desde 2008, con el de «grandes de España». Así, pese a mantener siempre una identidad responsable con los catalanes, pero siempre fiel y leal a España, no es de extrañar que, desde 2013, cuando es evidente la determinación catalana de desafiar a España, ejerza una campaña deliberada de condena de las pretensiones catalanas y exaltación de la monarquía y el orden constitucional español. Entre sus tendencias, está la de promover la idea de una decadencia catalana y barcelonesa, contra los movimientos sociales que aparecen, junto al sentimiento secesionista, tras el movimiento de los indignados del 15-M (de 2011) que, en España y Catalunya adoptan la forma política de Podemos y Comuns, respectivamente.

Dice esta fuente (de La Vanguardia) que “El magistrado del Tribunal Supremo ha finalizado su instrucción de una causa que ha hecho frente a un ataque al Estado constitucional, y que “Los principales investigados diseñaron un plan criminal para conseguir ilegalmente y por la fuerza la independencia de Catalunya”. Esta idea es capital, y es la esencia del pensamiento que, desde entonces, se ha impuesto en España, y que usa para amenazar y ajusticiar a los catalanes, ante los españoles y ante el resto del mundo. En base a este criterio, toda España, unida, construye y defiende una idea que, en el fondo, es un reflejo, un eco, del sentimiento del deber patriótico de mantener bajo control a los catalanes, por parte de la idea eminentemente castellana y borbónica de España, resultado de un derecho (y deber) de conquista por parte de los poderes del Estado, a los que se les exige la más alta de las lealtades: la que se ejerce a la ideología del poder que manda, en España.

Pero el pueblo y nación catalanes no ataca al Estado constitucional. Los catalanes se sienten atacados por un Estado que no reconoce su derecho a ser catalanes, y que no permite que ejerzan el derecho a la libre determinación, tal y como establece el Derecho Internacional al que España se debe constitucional y transnacionalmente, en especial tras la Carta de las Naciones Unidas de 1945. Por otro lado, evidentemente, el pueblo catalán no ha diseñado un plan criminal, esta afirmación es una barbaridad. La violencia la ejerce el Estado español con el abuso del poder a través de la manipulación de los hechos, la amenaza, la opresión, la judicialización, la condena y la prisión. Y la falsificación de la historia, ya sea la escrita a conveniencia o la que se desea imponer actualmente.

Las 17 frases “contundentes” del auto de procesamiento, elegidas por La Vanguardia y ordenadas en cuatro apartados (que son “desobediencia tozuda e incansable”, “Una estrategia latente”, “Un diseño criminal nítido” y “Una masa ciudadana contra el Estado”) consisten en:

Desobediencia “tozuda e incansable”

[1] En los últimos 6 años, ha habido un concierto entre partidos políticos y entidades soberanistas para llevar a cabo la ejecución de un plan determinado con el objetivo de declarar la independencia de Catalunya.

[2] El Parlament [Parlamento de Catalunya] desobedeció al Tribunal Constitucional de manera tozuda e incansable durante dos legislaturas y cinco años.

[3] Los ex consellers [consejeros] continuaron con la permanente y obsesiva actividad para crear las denominadas estructuras de estado así como para divulgar su proyecto e impulsar el mayor apoyo que pudiera obtenerse de la comunidad internacional y de la ciudadanía.

[4] El operativo llevado por los Mossos d’Esquadra [la policía autonómica de Cataluña] ante el 1 de octubre [de 2017] estaba dirigido a boicotear el cumplimiento de la orden judicial por inacción.

[5] Los miembros de la Mesa del Parlament y las entidades ANC y Òmnium [entidades civiles] asumieron la responsabilidad de favorecer la creencia pública de que la proclamación de la república era perfectamente viable.

[6] El 20 de septiembre la muchedumbre rodeó los vehículos de la Guardia Civil, que terminaron devastados y destrozados.

Una estrategia latente

[7] Jordi Sànchez y Jordi Cuixart [presidentes de la ANC y Òmnium, respectivamente] aprovecharon su notoria capacidad de movilización colectiva para impulsar a los catalanes a que el 1-O [de 2017] acudieran a los diferentes centros de votación e impidieran que las fuerzas policiales cumplieran su cometido.

[8] La estrategia secesionista puede continuar latente, aunque se encuentre puntualmente larvada y trate de servirse de un relevo de sus protagonistas.

[9] Esta causa judicial hace frente a un ataque al Estado constitucional que, con la voluntad de imponer un cambio en la forma de gobierno para Catalunya y del resto del país, integra una gravedad y persistencia inusitada y sin parangón en ninguna democracia de nuestro entorno.

Un diseño criminal nítido

[10] El diseño criminal puede no haberse interrumpido con ocasión de la aplicación del artículo 155 de la Constitución aprobada por el Senado y que -cada vez con mayor nitidez- parecen estar latentes y pendientes de reanudación una vez que se recupere el pleno control de las competencias autonómicas.

[11] Los hechos del 20-S [20 de septiembre de 2017] determinaron el efecto inherente a la violencia, esto es, una real restricción de la capacidad de actuación como consecuencia del uso de la fuerza, tal y como acontecería en un supuesto de toma de rehenes mediante disparos al aire.

[12] Aunque la violencia no estuviera idea desde el principio, desde luego permitió que todos los involucrados en el proceso se representan el riesgo de que futuras movilizaciones pudieran estallar con episodios de fuerte lesividad y daños en el grupo social.

Una masa ciudadana contra el Estado

[13] Impulsaron una masa ciudadana a que desbordara por la fuerza cualquier intención de contención que pudiera provenir del Estado.

[14] El 20-S fue la representación del fanatismo violento de muchos de sus seguidores.

[15] Se decidió utilizar el poderío de la masa para, con él, hacer frente a una actuación policial que sabían orientada a imposibilitar el referéndum.

[16] Los miembros de la Mesa del Parlament [del parlamento catalán)] tuvieron una tenaz y perseverante desatención al requerimiento que en diversas ocasiones les hizo el Tribunal Constitucional. 

[17] Desde el Govern [Gobierno catalán] existió una relevante disposición de fondos públicos que no vino impulsada por las finalidades inherentes a las competencias que tiene encomendadas la administración autonómica, sino por el objetivo de satisfacer el interés compartido con un concreto sector de electores, pese a haber sido declarado reiteradamente inconstitucional por el Tribunal Constitucional.

Todas estas frases están plagadas de una obcecación irracional. Según como se miren son ridículas y absurdas, pero generan un estado de la cuestión anómalo y enfermizo capaz de alimentar la xenofobia, legitimar la violencia y ordenar la prisión a mentes libres, para condenar la voz de la identidad catalana que se niegan a tolerar.

En base a esta evidencia, conviene darles respuesta. En esta línea, se les da, a cada una de las 17 frases anteriores, la siguiente réplica:

[1] En los últimos 9 años (desde la consulta de Arenys de Munt de 2009) el pueblo de Catalunya se ha propuesto ejercer su derecho a la libre determinación, al amparo del Derecho Internacional que impera tras la II Guerra Mundial.

[2] El Tribunal Constitucional deslegitimó un Estatut d’Autonomia [Estatuto de Autonomía] aprobado por el Parlament de Catalunya, refrendado por el pueblo catalán en 2006, aprobado por las Cortes de España y autorizado por SM el Rey, después de un recurso interpuesto por el Partido Popular, quien boicoteó la sustitución de los miembros del Tribunal Constitucional (TC) tras su derrota electoral, imponiendo así una mayoría deslegitimada por el pueblo español con la intención de forzar el resultado de la sentencia a su favor. Con cinco votos a favor y cuatro en contra, el TC desautorizado dictó la inconstitucionalidad de un Estatut que aclaraba la condición de nación de Catalunya, amparada en el concepto de nacionalidad que dicta la Constitución Española. Luego, el Tribunal Constitucional no está autorizado para decidir si Catalunya es o no es una nación, y este hecho provocó una reacción colectiva del pueblo catalán para defender su autoridad ante quienes la deslegitiman.

[3] El pueblo catalán emplazó a sus representantes políticos, de manera pacífica y ejemplar, a ejercer su derecho a la libre determinación.

[4] El operativo llevado por los Mossos d’Esquadra ante el 1 de octubre fue ejemplar y mantuvo el orden público en todo momento, ante una situación excepcional que requería prudencia y no violencia. En su lugar, la Guardia Civil y los cuerpos policiales enviados por el Estado español ejercitaron la violencia contra dos millones de catalanes que pacífica y decididamente se organizaron voluntariamente para ejercer su derecho a la libre determinación. Mil heridos y dos millones de catalanes, junto con cientos de filmaciones que así lo corroboran, son testigos presenciales de la violencia y la agresividad de los cuerpos indicados, mientras que el Estado español se ha dedicado a negar los hechos, a manipular la información a través de los medios de comunicación que controla y condiciona, a condecorar al cuerpo policial, a tener a su servicio al cuerpo judicial y a desatender a los ciudadanos heridos. El Estado español ha dirigido así una estrategia para erigirse como víctima siendo el agresor.

[5] Los miembros de la Mesa del Parlament y las entidades ANC y Òmnium asumieron la responsabilidad de garantizar el derecho del pueblo catalán a la libre determinación y a cumplir con su voluntad por el bien de los derechos fundamentales de la humanidad y por la dignidad de los catalanes.

[6] El 20 de septiembre de 2017, la Guardia Civil intervino un edificio público como represalia a una decisión política, exaltando a la población (la “muchedumbre” es un adjetivo innecesario). Rápidamente, los líderes del pueblo de Catalunya que se sintió desautorizado difundieron el mensaje de responder pacíficamente a tal provocación, sin renunciar a expresar su indignación.

[7] Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, amparados por más de dos millones de catalanes organizados para ejercer su derecho a la libre determinación, participaron de una decisión colectiva decidida a no ejercer resistencia a las fuerzas policiales, sin renunciar a su derecho a voto por el bien de la justicia universal. El pueblo catalán mostró así su dignidad ante las amenazas del Estado español.

[8] La estrategia unionista ha sido desautorizada definitivamente a los ojos del mundo, y sobre todo a los ojos del pueblo catalán, que, por dignidad, no olvidará ni perdonará la experiencia del 1 de octubre y se mantiene firme y convencido en ejercer su derecho internacional a la libre determinación.

[9] Esta causa judicial no se basa en la realidad que muestra el abuso del poder por parte del Estado español, y es ilegal porque no reconoce el derecho internacional del pueblo catalán. Por este motivo, debe ser enjuiciada por un tribunal internacional independiente bajo la tutela de los valores democráticos universales que la humanidad debe dirigir.

[10] El abuso del Estado a través de la aplicación del artículo 155 de la Constitución aprobada por el Senado no es ninguna solución. Este artículo prevé la intervención del Estado español de una autonomía, pero se ha hecho un uso político de él, sin seguir un debate parlamentario adecuado. Al contrario, es una muestra más del abuso del poder a los ojos del mundo y sobretodo del pueblo catalán. El “diseño criminal” de la voluntad catalana al que se refiere el juez Llarena es una barbaridad inadmisible que debe ser denunciada.

[11] Los hechos del 20-S determinaron un modo de actuar inadmisible en un sistema democrático amparado por el orden internacional defendido por la Unión Europea. El Estado español intervino un edificio de la Generalitat de Catalunya motivado por la organización del referéndum del 1-O, y la ciudadanía se desplazó ante el edificio pacíficamente (y masivamente) para manifestara su indignación y observancia. Pero esta reacción molestó a los poderes estatales. A partir de este momento el Estado español dirigió un operativo hostil ante el pueblo catalán, a través de todos los medios a su alcance e incluso mediante la manipulación de la realidad. Dicho comportamiento es el resultado de siglos imponiendo una catalanofobia estructural en el sentir de la identidad española, promovida por las fuerzas y los poderes centralizados en el Estado español dirigido desde Madrid. La cuestión de fondo es el control del poder establecido para el control de España, por parte de quien lo ostenta, que desde el siglo XVIII mantiene una desautorización compulsiva de la nación catalana.

[12] La violencia jamás ha formado parte del sentir ni del modo de actuar del pueblo catalán, todo lo contrario que han demostrado los poderes del Estado español. Decir que tarde o contrario se producirá violencia, después de haberla ejercido el Estado, es únicamente un modo de legitimar su abuso y, a su vez, una amenaza inadmisible.

[13] Los líderes políticos y sociales, representantes legítimos de la voluntad del pueblo catalán, gracias a la autoridad que les está delegada y conjuntamente con la autoridad del pueblo al cual representan, han mantenido una actitud digna y firme pese a las continuas amenazas y represalias del Estado español.

[14] El 20-S y los actos sucesivos protagonizados por los poderes del Estado español ante el pueblo catalán son una representación manifiesta e incuestionable del abuso del poder que ejercen, del incumplimiento del Derecho Internacional y, en definitiva, de su deslegitimación colectiva.

[15] El pueblo catalán defendió pacíficamente su derecho a voto pese a las amenazas del Estado español y sus fuerzas armadas, y más de dos millones de personas votaron asumiendo el riesgo de ser heridos o detenidos. Defendieron las urnas y con ello a sus derechos fundamentales.

[16] Los miembros de la Mesa del Parlament desautorizaron los desafíos jurídicos de un Tribunal Constitucional erigido como instrumento del abuso del poder del Estado español, amparados por la voluntad popular del pueblo catalán que debe regir el correcto orden democrático de los pueblos del mundo.

[17] El Govern de Catalunya asumió el desafío colectivo del pueblo catalán de ejercer, pese a las amenazas, su derecho a la libre determinación ante un Estado que lo desautoriza reiteradamente. El Estado español ha impuesto un orden desigual en España, imponiendo unos poderes castellanos sobre el resto de los pueblos (que benefician a una determinada élite), resultado de un abuso de poder, que los catalanes se niegan a aceptar.

Consideraciones finales

El pueblo catalán desea ejercer su derecho a la libre determinación, que el Derecho Internacional legitima y Estado español vulnera, para seguir siendo un pueblo, y una nación, que España no acepta y desea que desaparezca. Son una mayoría evidente y, mientras lo sea, España no permitirá ningún referéndum de autodeterminación.

La fuerza de los catalanes es su identidad nacional labrada tras siglos de historia, en un proceso que se mantiene inalterable a lo largo de los siglos hasta los inicios del siglo XVIII, cuando, resultado de una guerra internacional en que el rey Borbón aspira a controlar el Imperio de Las Españas, es vencida tras el abandono del apoyo del Reino de Inglaterra que se establece en el Pacto de Génova de 1705. Esto sucede en el Tratado de Utrecht de 1713. Antes, Francia invade y agrede las tierras catalanas hasta el sitio y ocupación de Barcelona de 1697, que se repite en 1714. Hasta esta fecha, la nación catalana y sus reinos asociados lideran su destino y a partir de entonces la nueva España manipula su relato histórico para ejercer su autoridad, en un proceso que se impone colectivamente en toda Europa para legitimar el nacimiento de un orden colonial cristiano e imperial. Así, desde entonces, ser catalán es un estigma en España, como lo fue antes ser judío, y a lo largo del tiempo se crea una negación forzada de la catalanidad que se convierte en una fobia estructural de los poderes del Estado español.

(*) Dr. Andreu Marfull Pujadas, Profesor en Planificación y Geografía Urbana a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.

25 de septiembre de 2021

 

 

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7 COMENTARIOS

  1. Agradezco de todo corazón este extenso y valioso escrito. Lo enviaré a mi familia, todos de lenguaje castellano que no quieren entender los planteamientos de los ciudadanos catalanes, entre los cuales vivo y ejerzo de catalana.
    Abrazos para todos los hermanos latinoamericanos, en especial la hermosa nación Costa Rica. En su tiempo tuvieron un presidente catalán…
    Araceli Royo Guardiola

    • Soy argentina,y me adhiero totalmente a lo expresado en éste artículo, debido a que me he estudiado la historia de Catalunya en su lucha por sus derechos, libertades y lengua propia. Fui testigo ocular de la barbarie perpetrada por España el 1 de octubre 2017, con motivo de la votación por el Referéndum..Mi pasmo ante cientos de ciudadanos apaleados hasta sangrar,arrastrados por sus cabellos por los suelos, niños arrancados de los brazos de sus padres intentando protegerlos del asalto armado, detenciones arbitrarias contra una resistencia pacífica, cuando intentaban defender las urnas de votación ciudadana en ejercicio democrático.
      Creo que nunca más se me borrará de mi retina, SEMEJANTE REPRESIÓN..

      • Hablan de los catalanes como si todos fuesemos independentistas, según las últimas encuestas lo son un 48%. No es poco, sobre todo teniendo en cuenta el dineral que se gasta la Generalitat en propaganda y subvenciones a organizaciones como la ANC, Omnium y medios de comunicación que no existirían sin la cantinela independentista. Llevamos varios siglos con este victimismo derrotista pero nunca hemos caído tan bajo como ahora, empobrecidos y descarrilando mientras la Comunidad de Madrid no para de atraer empresas e inversiones que antes de todo este merdé se habrían quedado en Catalunya.
        Catalunya no es un pueblo oprimido, siempre hemos sido tierra de acogida y de emprendimiento, siempre pujantes, vanguardistas y a la cabeza de la economía española. No como ahora, convertidos en irrisorios imitadores de ciudadanos oprimidos, indigenistas del fuet, la barretina y la ¿raza? catalana.
        Y lo surrealista es que el lloriqueo ha llegado hasta a la prensa costarricense.
        Mare de Deu!!!

  2. Hay detalles de esta obcecación española contra el pueblo catalán que se desconoce. Un ejemplo,una familia que toda su vida ha hecho petardos festivos les entran a su casa a las 3 se la mañana empuñando rifles a los hijos de 4 años. Acusar de terrorismo a gente independentista buscando cualquier excusa (otro ej sería llevar una máscara de Puigdemont) está a la orden del dia

  3. Bravo, no se podia expresar mejor.
    A la vez que ilustrativo, refleja perfectamente el sentimiento de ambas Naciones.
    Si bien el sentimiento actual de España es totalmente esperpéntico, fruto de la visión de un Juez y ciertos sectores políticos.
    El de los catalanes es fruto de nuestra Historia, del agotamiento al sometimiento forzado a España, como “gota malaia”, nos impide levantar cabeza, nos ha convertido en chivo expiatorio de todos los males, y antes de sucumbir, el pueblo catalán en un último esfuerzo agónico A DICHO BASTA.
    Es esto o morir.
    Yo fui protagonista del 1 de octubre. El del pueblo catalán fue un acto absolutamente pacifico, de solidaridad y fraternidad. A los catalanes nos ha devuelto la vida, de ese día han salido ideas y asociaciones con fines absolutamente altruistas que nos dan mil años más de vida para soportar cualquier vejación de España.
    Del 1 d’ octubre: NI OBLIT, NI PERDO!!

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