miércoles 24, abril 2024
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Justo lo que necesitaba Cartago

Pero les voy a contar por qué exactamente.  En la antigüedad Cartago era la capital y un buen día se decidió que ya no.  Así de simple.  Y le dieron ese privilegio a San José.  Pero Cartago se quedó con ese clavo que ya tal vez sea para siempre y tenía que seguir sacándoselo de alguna manera.  ¡Ojo!  Y junto con eso está que el Club Sport Cartaginés era el terror del fútbol, que hacía temblar a los demás y ya desde hace algún tiempo no ha podido darle sus glorias a la excapital. 

Pero entonces ahora Cartago ha hecho que las demás provincias se queden para vestir santos por decirlo así con esto de la bandera más grande del país en su Plaza Mayor y el monumentazo ese de 12 metros de altura y 150 millones de colones sobre la firma de la independencia y rajando desafiantes con que hecho por el mejor escultor y, bueno, tan atrevido como que es de una mujer esbeltísima ¡y desnuda! ¡Y ahí en la misma sede municipal de la Basílica! (¿Y para gozo de un evangélico Alcalde…? ¿Y eso don Mario?).

Dicen que  tiene “…una base con un anillo en granito volcánico, piezas milenarias extraídas de las faldas del volcán Irazú y talladas por los canteros de Cervantes de Cartago” y ahí digo yo que hay que ver si hicieron todas las vueltas que nos hacen hacer a todos hasta para arreglar una pinche acera según las leyes y los reglamentos y peor si vamos a usar materiales del subsuelo ¡y de un volcán de Parque Nacional!  Que los análisis geológicos, que los permisos del SETENA, del MINAET, del Colegio de Ingenieros y Arquitectos;  que la municipalidad, que la contraloría, que el AyA,  que los planos y diseños, que las fianzas, el Patrimonio, el INS, Bomberos, las certificaciones, el impacto ambiental y todo lo demás que ya sabemos bien en este país.  ¡Ajá!  Porque si no las hicieron podría haber después recursos que terminaran en que hay que demoler todo eso.  Pero sigamos.

Todo esto parece un delirio de grandeza, pero no calza mucho porque don Mario no es de ese perfil de víctima del delirio de grandeza y más bien va más con el del que el tico medio considera “buena gente”.  Los que sí califican para el delirio de grandeza son precisamente los futbolistas que revientan hacia las alturas cuanto balón se les pone por delante para anotar un gol y no lo meten (que solo juegan hacia arriba).  Pues bien, yo sospecho lo siguiente:  no hay un adversario peor que uno que esté no solo picado sino enfadado y defraudado con sus inversiones y más si le están dando pérdidas.  Entonces, los poderosos de la MUCAP, de otras empresas, magnates, personeros del poder público, etc., agarran a don Mario y se lo llevan a una finca secreta.  Ahí comienzan con que el Club Sport Cartaginés no está dando el lustre debido al lema de “Muy Noble y Leal Ciudad” que se dio a Cartago en 1813 y le dicen que su misión evangélica es reemplazar al CSC en ese sentido y que no se lo están preguntando sino que se lo están informando.  Le cuentan su plan para la Plaza Mayor.  Le recalcan que ni Napoleón Bonaparte pudo tener en su palacio la bandera más grande de Francia.  Que ninguna institución del mundo puede darse el lujo de gastarse 150 millones de colones para objetos decorativos y estéticos como en este caso la MUCAP en media pandemia (y menos en vísperas de las elecciones), con las cotas de desempleo, carencia de vivienda y pobreza que prevalecen actualmente (lo cual, por cierto, demuestra que aquí sobra la plata sin tener que endeudarnos más con el FMI, el BID o los usureros locales). 

Y le aseguran que lo pueden premiar hasta con una alcaldía vitalicia.  Que él ya ha sido diputado 2 veces y hasta Presidente del congreso y sabe cómo se le hace ahí la vuelta constitucionalmente.  ¡No problem!  Que él será, para el pueblo, como Robin ¿qué tal? Pero no como el Robin de Batman que no pasa de ser un pinche adolescente precoz con ínfulas de astronauta sino como el de verdad:  ¡Robin Hood! Que trasladaba riquezas de los ricos a las manos de los pobres (aunque en este caso sería un poco al contrario más bien) y que sería el adalid del pueblo, como una especie de Cid Campeador más o menos.  ¡Y don Mario se lo cree!  Pero bueno, además tiene que hacerlo aunque no se lo crea. 

Lo primero que yo pensé fue que con 150 millones de colones podrían construirse unas 10 viviendas prefabricadas para las gentes que han quedado en la calle y que la bandera que dicen es la más grande de C.R. puede que no lo sea comparada con el manteado que se mandó hacer para su furgón con el motivo de la bandera un trailero tico en Nueva Jersey, pero también pensé que es que yo no estaba entendiendo que primero eran el honor y la gloria de Cartago perdidos o desteñidos y después todo lo demás.  En cuanto a las gentes sin casa ahí se irá viendo…  Ahora, en cuanto a la bandera sí hay un aspecto que me revolvió las tripas por decirlo suavemente:  que el día de la iza inaugural resultó que la punta de la bandera se arrastraba por el suelo cuando tenía que haber quedado a cierta altura razonable.  ¡Qué vergüenza, madre mía!  Eso sí me parece imperdonable y ahí mismo ya anunciaron que estaban trabajando en una extensión para el asta.  Con solo que le hubieran preguntado a un estudiante de matemáticas de quinto grado les habría dado la altura;  habría sido el simple cálculo de una hipotenusa.  Si esto hubiese ocurrido en Japón, por ejemplo, el responsable de semejante error se habría hecho el harakiri de seguro. 

Y después pensé en la gula:  Ya tienen el símbolo del poder máximo y el más sagrado del país:  La Patrona de Costa Rica.  ¡Casi nada!  Pero ahora con estos dos gigantes más ¿cómo dejan al resto de las provincias?  ¿Cómo dejan al faro de Puntarenas, a la estatua de Juan Santamaría en el parque de los mangos en Alajuela, al fortín de Heredia, al Monumento al Boyero en Guanacaste, al Black Star Line de Puerto Limón y a nosotros aquí en la capital?  Aunque en la capital es donde peor hemos quedado con ese tarugo de concreto del fideicomiso a la par del restaurante chino en Cuesta de Moras que es donde sesiona (por ahora) la Asamblea Legislativa y que en mi opinión es el edificio legislativo más horrible, peor ubicado y defectuoso del país, de Centroamérica y el Caribe, de América y sin duda alguna del mundo.  ¡Qué va! ¡Cartago nos bañó!

Ahora, con el honor y la gloria recuperados ya no volverán a caerse los puentes (aparte de que más de un experto estará proyectando que con el calentamiento global y el secado de muchos riachuelos y ríos ya no habrá que instalar tantos y podrán pasar los vehículos por el cauce mismo), ahora habrá casa para todo el mundo, se reducirán considerablemente la cantidad de baches en las vías públicas y la delincuencia.  Claro, entretanto hasta las mismísimas esferas de piedra estarán bastante pensativas respecto de estos acontecimientos imaginando, entre otras cosas, que nadie en su sano juicio daría ni la cuarta parte -37,5 millones de colones- por una de ellas con todo y el cacareado valor místico, ritual y simbólico que se dice tienen.

 (*) Orlando García Valverde – Traductor-Intérprete Oficial

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