miércoles 17, abril 2024
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«Educalzón»

Educalzón es un poema de Vivian Cruz y fue publicado en Vientre de Ocarina (Editorial Costa Rica, San José, 2005); libro ganador, en la categoría de poesía, del Premio Nacional Aquileo J. Echeverría, en el 2005. 

El poemario se divide en dos partes: Yema de tu sangre en la mía, donde la poeta reafirma y reivindica su condición de mujer; y, Plegaria de los cuerpos, poemas que describen, con exquisito refinamiento, las vivencias eróticas de la mujer y el hombre que experimentan la plenitud de un erotismo sin prejuicios.

Educalzón viene en la primera parte del poemario y muestra, con perspicacia, que liberarnos de tabúes y absurdos imperativos sociales es fundamental… ¡y no sólo en temas eróticos!; por ello deseo compartir y comentar ese poema que resume las costumbres y prejuicios en el aprendizaje femenino. 

Con agudo ingenio la poeta denuncia un secreto a voces: las mujeres son “educadas”, primordialmente, a través de la represión sexual. Ella nos cuenta:

“Al nacer dijeron:

es una niña 

(tendremos que cuidarla el doble)

Dos besos de oro bordaremos  

en su pecho de ángel 

y un calzón de rosas 

lucirá su piel de alondra

Y escuchando

que me colmarían siempre

de flores

loca de contenta

salté entre los arbustos

Pero ellos replicaron

las niñas no brincan de ese modo

(se les pueden mirar los calzones)”

La vida continúa, como expresa la poeta, entre juegos de muñecas y sartenes hasta ese momento en que el floreciente erotismo se manifiesta:

“Y cuando quise respirar cortejos

mezclados al viento

una vez más dictaron:

eres muy niña para soñar amores 

(ni siquiera sabes lavar tus calzones)”. 

¡Y entonces aprendimos a lavar calzones!, entre otras prendas, incluidas las de hermanos y demás familiares. Así, practicando los quehaceres del hogar crece la joven, y dentro de ella la idea romántica del amor; entonces:

“…con voz de trueno enunciaron:

es pecado asir los besos

que se apilan en los hombres

(ellos te pueden bajar tus calzones)”

Muchas se quedarán con el miedo y reprimirán el deseo, otras, como declara la poeta, después se convertirán en “mujer, tornado y rebeldía” buscando la ansiada libertad. Pero el imperativo patriarcal tiene otros planes para la mujer y también a estas alturas de su vida sigue pesando la educalzón; como bien revela el poema:

“ Y entre palizas por fin sentenciaron: 

La mujer no gime

(a pesar del golpe)

La mujer sonríe

(a pesar del frío)

La mujer aguarda

(a pesar del miedo)

La mujer remienda

(sus propios dolores)

La mujer sacude

(los sueños perdidos)

La mujer amasa

(su propia desgracia –y la de los otros–)

Y fue así como me convertí 

en pajarito 

en migaja

en silencio”. 

Esto sucede a la inmensa mayoría de mujeres, aún en países que se jactan de muy civilizados porque, por ejemplo, prohíben la ablación del clítoris ¬–un gran paso, sin duda¬–, pero donde se permite, y hasta fomenta, la ablación psicológica de la libertad sexual, o el goce erótico.

La educalzón surte efectos tan represivos y castrantes a nivel psicológico, que muchas mujeres renuncian a su placer por temor de transgredir esa moral que “huele a crueldad”, para decirlo con palabras que usó Nietzsche refiriéndose al imperativo categórico de Kant.

Conste que de tal crueldad no culpo a los varones en exclusiva –ellos también son víctimas de la herencia patriarcal–; y la buena nueva es que cada día hay más hombres y mujeres que luchan contra semejante inhumanidad.

Y esos seres humanos que aún no se convencen de que la educalzón debe ser erradicada: “Tienen que comprender, porque lo habrán sentido en carne propia, que nada esclaviza tanto como esclavizar, que nada produce una degradación mayor en uno mismo que la degradación que se pretende infligir a otro. Y que si se da a la mujer el rango de persona que hasta ahora se le niega o se le escamotea, se enriquece y se vuelve más sólida la personalidad del donante”, como bien lo expresa Rosario Castellanos en Mujer que sabe latín… (Fondo de Cultura Económica, México, 2004).

Castellanos propone realizar una campaña que ponga en evidencia lo que las costumbres tienen “de ridículas, de obsoletas, de cursis y de imbéciles”. Creo que el poema de Vivian Cruz actúa a favor de dicha campaña contra los prejuicios y, con fina ironía, nos muestra lo ridículo, obsoleto, cursi e imbécil de esa educalzón que la poeta declara haber superado:

“Hasta el día que decidí

ser hembra

(y llevar por calzón una estrella)”.

(*) Nuria Rodríguez G. es Abogada

* Nota del Editor: Este artículo fue publicado originalmente en Diario Extra.

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