viernes 19, abril 2024
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Obras completas de Don Pepe

I

Tomo I. El Espíritu del `48

Edición.  De la Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2020.

El libro lo escribió Don Pepe Figueres a los 81 años, 1987, con la colaboración del padre Benjamín Núñez. Es un libro de obligada lectura. Fue escrito reposadamente mucho después de sucedidos los hechos. No es un simple relato. Va mucho más allá. El autor no requiere ni la menor presentación: es sencillamente uno de los personajes costarricenses más relevantes de toda nuestra historia. Y el más polémico, como suele suceder en estos casos. Sobró quien lo adorara, pero también quien lo odiara. Don Pepe fue autodidacta, alérgico a la educación formal superior, aunque con plena conciencia de que esta es fundamental para el progreso de las repúblicas. Fue empresario agrícola, agroindustrial. Amante al mismo tiempo de la lectura   y del uso intenso de la razón. Sincero. Buen amigo, sensible respecto de las necesidades de los más pobres. Visionario, con enorme capacidad de liderazgo. Gran patriota, de los que no lo pensaban para anteponer por sobre todo el interés de la Patria Valiente, de los que no huyen, de los que acompañó a sus correligionarios siempre. Nunca lo asustaron las balas, aunque supiera que era una verdadera desgracia tener que volar bala. No era militarista. Abolió el ejército en C.R. Acabó guerrero y político a la fuerza, por razones coyunturales. Los hechos de los cuarenta le demostraron la indecencia de la política. Conciliador y práctico. Supo concertar pactos y supo honrarlos. Enemigo implacable del capitalismo salvaje y de la violación descarada de las libertades fundamentales. Enemigo de lujos y de vicios.

El que lee y piensa acaba escritor. Sus obras son de exquisita lectura. Esta del primer tomo es una amena narración de una parte importantísima de nuestra historia. Queda uno convencido de que la guerra era inevitable, que al país había ineludiblemente que adecentarlo. Hacer una guerra no es nada sencillo. Librarla y concluirla en tan poco tiempo parece hoy día increíble.

Vivió la época en que a la gente se le etiquetaba ideológicamente a conveniencia. Más resulta claro que se logró entender, a medias por supuesto, igual con la extrema derecha como con la extrema izquierda, sin haber integrado ninguna de esas posturas. Se auto-denominó social-demócrata. Le correspondió vivir en una época en que desarrollaban dictaduras bien duras en Latinoamérica y se solidarizó con los que las combatían. Su autoestima fue notoria y se tuteaba  con cualquier otro, fuese quien fuese. Su paso por el poder evidenció su respeto por los mejores valores en las relaciones humanas. Transformó al país. No podemos negar que aparece a partir de 1948 una Segunda República, con mejor futuro.

El nombre del libro es revelador de su contenido. Durante todo el texto alude a ese “espíritu”. Su finca en San Cristóbal Sur se llama aún La Lucha. Alude a su lema de que la vida le fue una lucha sin fin, que no acabaría nunca.  La guerra fue parte de esta lucha. Del mismo modo como sacaba del barro las carretas sacó del barreal al país. La primera vivencia cívica que vivió Don Pepe fue la del tinoquismo (1917-1919). A los 12 años (nació en 1906) ya andaba en las protestas callejeras estudiantiles contra el dictador Tinoco. Le correspondió forjar su futuro y simultáneamente involucrarse en remodelar  la República, todo en una lucha sin fin. En los años 40 la corrupción pululaba. Recordaba que su madre le había presagiado que sería grande.  Vivía sintiendo el llamado de la Patria. El 8 de julio de 1942, con 35 años, Don Pepe pidió públicamente al Gobierno caldero-comunista que se fuera. Fue encarcelado y exiliado. Ya  el asunto era además personal. Acabó viviendo en México, donde conoció a muchos luchadores latinoamericanos. Desde antes del fraude electoral del 13 de febrero de 1944, que permitió montar como Presidente a Picado, ya don Pepe tenía clarísimo que solo quedaría el recurso de las armas. Por presión de nacionales e internacional, Picado derogó el decreto de expulsión. Regresa Don Pepe a C.R.  el 21 de mayo de ese año. Entró activamente en política. Don León  Cortes le aseguró que sería Presidente. En 1946 vuelven los fraudes electorales, en elecciones parciales de Diputados. La situación se puso extremadamente tensa. Hubo intentos de buscar arreglos políticos, los que Don Pepe siempre consideró que no se darían. Siguió preparándose para la Guerra que inevitablemente se dio y que duró poco más de 40 días, entre marzo, abril y mayo de 1948, conflicto que se narra con abundantes detalles. Es la versión del victorioso, sin dudas, pero vende la sensación de que así sucedieron los hechos.

Como lo explicita en el libro Don Pepe, el espíritu del `48 es de guerra armada  (p.134), necesaria, inevitable. Don Pepe arriesgo vida, familia y hacienda. Las elecciones presidenciales de 1948 fueron la gran burla. Se le había robado la presidencia a Ulate a quienes los liberatores, luego lo  dejarían  gobernando, porque ese era un objetivo del espíritu del `48.  La guerra se da en las mismas laderas de la zona de su finca La Lucha, de donde se extenderá a otras zonas, sin tener que llegar a la Capital. El espíritu del `48 fue el de doña Perfecta Granados, quien colaboraba con el ejército de Liberación sin preocuparse por recuperar sus gastos (p.185) y sentía claramente que se estaba labrando una nueva C.R. El espíritu del `48 fue el de Emigdio Ureña, que decidió luchar para una mejor Patria, rogando a la Divinidad que le protegiera a su madre y a su hija, allá en la zona donde arrancó la guerra (p.194). El espíritu del  `48 fue la certeza de que “Dios, patria y coraje humano forman un tríptico indestructible” (p.213). El espíritu del ´48 fue la Marcha Fantasma a pie, de noche, hacia Cartago, “escurridiza, invisible, pero vigorosa e incontenible”  (p.235) Era también garantizar las conquistas sociales caldero-comunistas (p.279). Fue la colaboración de muchísimos ciudadanos, en todas las formas (p.309). Era perseguir y sancionar a los corruptos (p.318). Era garantizar la independencia de los jueces (p.334). Era fomentar el progreso social y la justa distribución de la riqueza (p.336). Era reformular la República, fundar la Segunda República (p.348), sobre la base de la solidaridad humana (p.349). El proyecto fue sanear al país, fortalecerlo y promover un cambio sustantivo. “El `48 pertenece ya a la historia, pero la revolución no ha terminado. El `48 quedó tras, pero no su mística”.   “La nueva mística debe de ser producir con mayor eficiencia”, repartir con mayor justicia y mantener con mayor ahínco la libertad, la soberanía y la paz (p.350).

Es una obra octogenaria pero claramente lúcida. Sobre la guerra civil del `48 sobra literatura. Esta versión tiene la particularidad de que tiene la firma del principal protagonista.

(*) Mauro Murillo Arias es Abogado

 

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4 COMENTARIOS

  1. Su POBREZA DE LAS NACIONES fue un desafío intelectual de don José Figueres Ferrer sobre temas que se venían discutiendo desde al menos dos siglos atrás. Si Adam Smith escribió LA RIQUEZA DE LAS NACIONES durante la segunda mitad del siglo XVIII, Figueres Ferrer contrapuso su obra para señalar las enormes injusticias en el intercambio comercial entre los países «ricos» y nuestras naciones latinoamericanas productoras de bienes primarios, con todo lo que implica para nuestros trabajadores el sólo hecho de la existencia de esas asimetrías. En el tomo dos de estas Obras Completas que publicó la EUNED hace un par de años se destaca también su opúsculo PALABRAS GASTADAS, aparecido durante su exilio mexicano de 1943, el que representó un buen comienzo para destacar la importancia del lenguaje que empleamos habitualmente en la vida social y política, es una pena que no continuara por esa vía de análisis de un tema de suyo apasionante. Es probable que las exigencias de la vida social y política le hayan impedido volver sobre sus implicaciones. Conviene sumergirse en las páginas de uno de los estadistas más importantes del siglo anterior, además de forjador de la Costa Rica que sus herederos destruyen hoy hasta sus cimientos, con empecinada saña e hipocresía. En fin, paradojas del devenir histórico.

  2. En cuanto al ESPÍRITU DEL 48, que es el texto a que hace referencia Mauro Murillo, cabe destacar que tanto Benjamín Núñez como Guillermo Villegas Hoffmeister (mi recordad amigo periodista y escritor alajuelense) intervinieron en su producción y publicación iniciales. Destaco dos aspectos de ese texto que me parecen de sumo interés: el rechazo por la educación formal y bancaria que demuestra en Figueres Ferrer, sobre todo a partir de la obtención de su bachillerato en el Colegio Seminario y su autodidactismo, si es que cabe el término, durante sus años en Boston, a lo largo de la década de los 1920. El otro es el de su identificación explícita con el socialismo utópico francés e inglés, lo que lo llevó a llamar a su finca LA LUCHA SIN FIN, un sitio donde intentó poner en práctica esa influencia ideológica, entendida en el buen sentido del término.

  3. Qué artículo tan conveniente en época electoral.
    Con un poco de educación e investigación se sabe que este tipo y su familia no hicieron ningún aporte decente al país y el cuento de la eliminación del ejército lo hizo para que no le hicieran lo mismo que él hizo, no porque fuera un visionario como lo pintan e idolatran.

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