miércoles 24, abril 2024
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¿Somos tan idiotas sexualmente hablando?

¡Carajo, es apabullante comprobar lo idióticamente idealistas, soñadores, poco prácticos, hipótéticos y académicos que somos!

¿Será que no sabemos que la sexualidad natural genera placeres que son de lo más plenos que puede experimentar un ser humano?  Al menos en mi generación se comenzaba a descubrir eso por ahí de los 6 o 7 años de edad ya con cierta consciencia de que era así (antes de que el telefonito reemplazara todo eso).  Sin necesidad de estudio, consejo, asesoramiento, permiso, experiencia, patente municipal, cédula de identidad ni nada.  En efecto, una de las primeras grandes verdades que nos reafirmó uno de los inspectores en la secundaria nomás al comenzar los estudios fue que el orgasmo era quizás el mayor de todos los placeres y qué era y cómo funcionaba orgánicamente.  Y profesores de lo más circunspectos, honorables, serios y vestidos como ministros de Estado nos dieron, apenas comenzando, consejos prácticos sobre lo que deberíamos hacer para evitar contraer enfermedades en aquel momento llamadas venéreas, consejos que venían entremezclados con las enseñanzas de mecanografía, química, historia, filosofía, etc.  ¡Ya a nuestros 14 y 15 añitos, carajo!

¿Y no sabemos que la interacción sexual entre seres humanos está al alcance de todos por igual, desde los jeques árabes que mandan a enchapar en oro sus yates (cierto) hasta los más miserables del mundo que viven en las calles?  ¿Y no sabemos que unos comprarán esos placeres pagando grandes sumas porque les sobra el dinero y otros los arrebatarán por la fuerza porque no tienen ni en qué caer muertos pero que no van a privarse de ellos?

¿Y no sabemos que el país está lleno de lupanares (búsquenlo en el diccionario) súper prósperos que viven de eso, a los que acuden lícitamente desde los más honorables habitantes (aunque sean honorables solo en apariencia) hasta los más pútridos y que hasta han logrado que el comercio de la sexualidad sea considerado por el Estado como una industria y un negocio con patentes, que la compra y venta de los placeres sexuales sea considerada como un trabajo lícito y que quienes prestan  los servicios en ese ámbito tengan todas las garantías cívicas y laborales que cualquier trabajador en cualquier profesión u oficio tiene?

¡Qué ingenuidad, madre mía! O qué “santulonería” demagógica.  ¿Qué creen algunas personas respecto de las violaciones que ahora están de moda? Ah, pero este fundamental factor ni se menciona.  No se habla de estas realidades fisiológicas del ser humano que son el motor de todo lo que sigue;  el origen y el final de las violaciones.

¿Entonces qué?  Solo se recalca infantilmente que no hay que “regañar” a las mujeres (que por cierto no es lo que se está haciendo) ni decirles cómo hay que comportarse para que no estén en peligro;  que es a los hombres que cometen las fechorías a quien hay que dirigirse.

¡Ah, ya!  Entonces lo que hay que hacer es hacer una arenga, una proclama:  “¡Chicos, chicos, estáis muy machistas, esto es muy feo.  Eso no se hace.  Debéis respetar a las mujeres y estar conscientes de sus derechos y de los derechos humanos, no decir piropos, respetar a la autoridad, pagar los impuestos, no decir malas palabras y no robar;  no volver a ver a las chicas con malos pensamientos.  Hay que portarse bien y si no os va a ir mal.  No debéis fumar marihuana ni consumir crac ni otros estupefacientes ni violar a las mujeres, bueno ni a los hombres, no debéis beber en exceso y no debéis ver pornografía!”  y con eso ya los malhechores que están corruptos y degenerados, degradados, enfermos, se abstienen y regeneran ¿no? y ya cesan los asaltos y las violaciones.  ¡Era tan fácil y de tontos que somos no lo habíamos hecho!

Y se puede enfatizar también que no deben sentirse atraídos ni estimulados por labios, bustos, glúteos y piernas que son símbolos clave explotados a los extremos tanto manifiesta como subliminalmente por las industrias de la moda, de la publicidad, del alcoholismo (que no es lo mismo que el consumo culto de alcoholes finos);  que son elementos de los que viven esas industrias;  que son partes del cuerpo utilizadas como excitantes y exacerbadas por estas industrias y otras más, particularmente la pornografía que está también ahí, al alcance de todo el mundo en todo el mundo.

Al menos aquí se excita al macho biológicamente hablando, incita la gran industria a la mujer a consumir productos seductores para atraer y seducir como ropa interior, tiras, bikinis, provocativos, maquillajes y fragancias que excitan, calzados que explotan el culto al pie entre otros muchos mecanismos sensoriales naturales que hacen más que un desnudo total y cuando ya tienen condicionados a los seres humanos fisiológicamente, cuando ya los tienen sexualizados, liberalizados, ebrios en varios sentidos, cautivos en la explotación comercial de todo ello, adictos a la pornografía, urgidos de sexo, excitados e impulsados a pecar los censuran y amenazan con apalearlos por “machistas” ¡vaya malévola hipocresía!  Muchos, los desgraciados, los miserables, los desposeídos (también productos de la perversidad del Estado) caen más y más bajo en un proceso degenerativo y no pueden controlar nada;  entonces violan, asaltan y matan.  ¿Y todavía hay gente que cree que con solo decirles que no hagan esas cosas tan feas, que con crear leyecitas para censurarlas y prohibirlas, ya las paramos?

Encima, siempre se ha publicitado en todos los medios el ardor, la pasión que dicen caracteriza a los seres humanos de los trópicos.  Lo que eso hace sexualmente en las personas;  la sensualidad, las curvas, la exposición al viento de la anatomía, los efectos del sol, de la playa y del mar, el desenfreno de los trópicos.  Más leña para atizar la hoguera.  O sea que por aquí estamos peor en ese sentido que digamos en Reikiavik, Islandia:  hormonas tropicales mas conductismo manejado por gigantescas industrias que viven de la explotación de la sexualidad humana.

No veo ni escucho nada de eso en el escándalo nacional.  Sólo se discuten derechos, teorías, hipótesis, demagogias, medidas irrealizables por falta de medios económicos, legalidades inoperantes y utópicas, principios que son letra muerta en códigos de archivo.  Ah, pero todo se arregla con un simple “¡muchachos, muchachos, pórtense bien, no sean machistas!” ¡Bendita candidez, madre mía! ¿Por qué no hablan de placer sexual así peladamente, que es el tema de fondo?

(*) Orlando García-Valverde, Traductor-Intérprete Oficial

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1 COMENTARIO

  1. Un tema muy importante y QUE NO SE DISCUTE en el país de la virgencita y la mojigatería. Es cierto, debemos buscar las causas de por qué los «varones» de nuestro país andan tan «urgidos» hasta llegar al punto de violar.

    Muy buen artículo!

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