viernes 19, abril 2024
spot_img

Para ser imbécil no hay que tomar un curso

Etimológicamente, la palabra imbécil quiere decir sin báculo, sin realeza, sin sostén De ahí que connotativamente se asocie con debilidad mental. Un imbécil sería entonces alguien que ha perdido su realidad humana, el sostén que lo hace hombre. En el orden político, sería quien perdió el báculo, su condición de autoridad, su inteligencia para gobernar, legislar o juzgar.

Es por ello que en el código explícito de los partidos políticos no figuran principios fundamentales como ética, prioridad de las necesidades generales sobre las particulares, respeto a la institucionalidad y diálogo para lograr consensos, donde los ganadores sean los ciudadanos y no los intereses tribales mezquinos. Al contrario, la irracionalidad con la que actúan muestra hasta qué punto todavía está vigente la irresponsabilidad de los actores que tienen en sus manos la conducción del país en las diversas manifestaciones del poder. Ejecutivo, Legislativo, Judicial.

El egoísmo con el que cada grupo interviene en las disputas habla a las claras del estado de primitivismo en el que todavía se encuentra la mayoría política de este país. No les domina la razón sino el instinto. Cuando afloran situaciones de conflicto donde cada cual maniobra a favor de su tesis –la que implica el desplazamiento de los que aspiran a lo mismo–, se revive el principio popularizado por Thomas Hobbes. Este decía que el hombre es un lobo para su semejante (homo homini lupus). La lucha encarnizada donde uno devora al otro apenas es una imagen que retrata a nuestros hombres públicos.

Las alianzas coyunturales son solo parte de ese mismo esquema de concebir la realidad y obrar en consecuencia. El objetivo es bloquear a la competencia y, a la larga, los que hoy están unidos van a morderse y separarse. El motor de la disputa siempre será el mismo: la ampliación de los espacios de poder para alcanzar mayores ventajas electorales en el futuro. Lejos de nuestros políticos está todavía la madurez de la grandeza de espíritu que implica sentarse a negociar razonablemente pensando, ante todo, en el interés de los ciudadanos. Si bien la Asamblea Legislativa no es el único lugar en el que se manifiesta esa crónica ausencia, allí es donde se explicita más públicamente el atraso de la clase dirigente.

Hemos soportado la corrupción, hemos cerrado los ojos ante el enriquecimiento delictivo de muchos políticos, hemos abierto la mano, por si caía algo de dinero, ante el urbanismo salvaje que destruía nuestras costas pasando por encima de la legislación que protege las playas, y hemos permitido, sin rechistar, el cáncer de la financiación ilegal de los partidos políticos, permitiendo que se atiborraran de dinero sucio mediante artimañas no detectadas por el Tribunal Supremo de Elecciones, en el pasado.

Ante nuestros ojos se ha convertido Costa Rica en un basurero que hoy ocupa puestos de notoriedad en el ranking mundial del avance galopante de la pobreza, el alcoholismo, el tráfico de drogas, el incremento de la delincuencia, la densidad de la población encarcelada, el fracaso escolar, la pérdida de calidad en la enseñanza y el deterioro de la confianza y la fe en la democracia como sistema. Y todo ello por la larga historia de imbecilidad que ha caracterizado a los gobernantes y legisladores de los últimos treinta años.

El imbécil es el amo en política nacional. Desempeña alegremente su papel en la Asamblea Legislativa y en las antesalas de los ministerios y de los organismos internacionales. Es príncipe y ujier, funcionario y público. Hace discursos, puntualiza, aconseja, advierte y opina; oye discursos, permite que le saturen los oídos con perogrulladas, se deja aconsejar, calla, concede, Halla la confirmación de su papel en los hechos que sepultan a las palabras, maltratan a las opiniones, desvirtúan los consejos y hacen caso omiso de las advertencias.

¿De dónde procede este horror omnipresente que lleva a cabo la imbecilidad?

Aun cuando parece ser sólo Uno, el imbécil siempre suma dos. ¿Dialéctica del amo y el esclavo? No: el imbécil es, a la vez, el amo y el esclavo, el tirano y el tiranizado, el sádico y el masoquista– «…en el caso del amor como en el de la crueldad, se requieren dos que congenien mutuamente» (Robert Musil, Sobre la estupidez).

En ausencia de la dialéctica, a falta de una síntesis que lo anularía, el imbécil es, uno tras otro, el amo y el esclavo. Es verdad que en ocasiones es al mismo tiempo el amo en política y en las relaciones: canciller y Don Juan; pero a fuerza de ganar acumula tantas imbecilidades que su victoria se vuelve pírrica.

Otros imbéciles tienen la costumbre de perder siempre; pero a fuerza de tanto perder a su modo resultan ganadores. ¿Acaso cuando pierden en las relaciones con el tiempo no salen ganando? De derrota en derrota, los hombres y mujeres políticos ¿acaso no ganan finalmente en vida personal y se vuelven menos idiotas?

No es requisito ser amo o esclavo para ser idiota. La estupidez no tiene la costumbre de respetar las jerarquías. Ninguna clase social está al abrigo de la imbecilidad. La tontería se aloja en lo alto y en lo bajo de la escala social. Además, adora los puntos intermedios. Vive feliz a diestra y siniestra. No ocupa un lugar privilegiado en el abanico de las ideologías.

En el plano de lo político la izquierda y la derecha se miran tontamente frente a frente. Y así se miden. No hay ninguna acción emprendida por una de ellas que no sea automática e inmediatamente mimetizada por la otra. Frente a la imbecilidad de la televisión adiestrada prorrumpe majestuosa la imbecilidad de la televisión siniestrada. Frente a los campos de concentración mentales de la derecha se origen los de la izquierda. Contra tu mentira, la mía y, como siempre, viceversa.

Ahora, cuando contemplamos impotentes cómo nuestros líderes políticos nos llevan hasta el abismo y cómo la sociedad costarricense está perdiendo a chorros la prosperidad que con tanto trabajo se ganó en las pasadas décadas, quizás ya sea demasiado tarde porque los políticos se han blindado y, en la práctica, no existen mecanismos para arrojar del poder a los ineptos, ni para regenerar una vida política que ya está infectada hasta el tuétano.

(*) Alfonso J. Palacios Echeverría

Noticias de Interés

3 COMENTARIOS

  1. Hay mucha gente tratando de aplicar para obtener ese atributo, la verdad es que muy fácil adquirirlo. Ni siquiera hay que pensar, algo que nos produce tanta fatiga…de acuerdo don Alfonso la izquierda y la derecha compiten por la estupidez, la estulticia más notoria y la complicidad con un estado de cosas intolerable.

  2. En efecto, nos encontramos con una excelente descripción panorámica del estado de postración intelectual y emocional con el que llegamos a esta segunda vuelta electoral. Ojalá encontremos un momento para pensar y por lo menos evitar el indigno, además de banal, acto de votar haciéndole el juego a los banqueros y a los amos de este país. Esos que nos tienen axfixiados con las tasas de interés de los bonos de la deuda interna.

  3. De Albino Vargas Barrantes: «El distinguido ciudadano economista, don Luis Paulino Vargas Solís, académico universitario de gran respetabilidad, se pregunta: “¿Es sostenible la ruta fiscal por la que transita Costa Rica?”. Desde un punto de vista obrero-social, la contundente respuesta es ¡NO!
    Según documento-oficio del Ministerio de Hacienda, DM-0238-2021, fechado 23 de marzo del 2021, la deuda total del Gobierno Central, a ese momento, era de 24 billones 289 mil 926 millones 710 mil colones: 24.289.926,710.000: un 67,50% del Producto Interno Bruto (PIB).
    Para mayor comprensión, redondeemos esa cifra: 25.000.000.000.000 (25 billones de colones). Y si somos unos 5 millones de costarricenses, cada persona tica, sin importar su edad, estaría “debiendo” 5 millones de colones.
    Según las cifras fiscales a febrero del presente año 2022, la deuda pública ascendió a 27 billones 728.805 millones de colones: 27.728.805.000.000; o sea, en un año (marzo 2021-febrero 2002), aumentó esa deuda pública en 2 billones 728 mil 805 millones de colones. ¿Cómo estarán estas cifras al final del presente año?
    En realidad, estamos hablando de cantidades de gigantesca dimensión, difícilmente comprensibles para el común de las personas. Esa deuda genera pago de intereses y es tan alto el mismo que, como bien lo afirma el ilustre economista don Luis Paulino, “…la proporción o porcentaje de los intereses en el PIB crece año con año, lo que hace imposible bajar el déficit fiscal, excepto que se recurra a medidas draconianas de recorte en renglones esenciales como la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la atención a la pobreza, las políticas de vivienda o el cuido de los parques nacionales”. Ya eso lo estamos viviendo, sintiendo, experimentando y sufriendo.
    Por otra parte, el Ministerio de Hacienda indicó que, durante los dos primeros meses de este año 2022, la recaudación de impuestos llegó muy cerca del millón de millones de colones (1.000.000.000.000). Sin embargo, casi la mitad de esa cantidad, cifra cercana a los 500 mil millones de colones, se fue en el pago de intereses de la deuda pública.
    Esto nos lleva a destacar que, durante cada uno de los 31 días del mes de enero anterior, y de los 28 días de febrero recién pasado, 59 días en total, se cancelaron intereses de deuda pública por unos 8 mil 500 millones de colones ¡diarios!
    Don Luis Paulino nos instruye a este respecto del obsceno pago de intereses de la deuda pública: “La cuestión va así: cuando uno revisa las cifras totales del año 2021, claramente detecta que el déficit del gobierno se origina, casi en su totalidad, en el pago por intereses. Estos representan el 94% del déficit total, y la parte de intereses asociada específicamente a la deuda interna, por sí sola representa el 82% del déficit total”.
    Poco a poco, la cruel realidad de que el país está quebrado se impondrá. La monstruosa mentira-calumnia-infamia de que el déficit fiscal era producto de los salarios estatales ha quedado completamente desnudada. Las draconianas leyes de combo fiscal, anti-huelgas y marco de empleo público tienen finalidades ocultas como precisamente esta: la de impedir que la ciudadanía tome plena conciencia de que si el país está al borde del precipicio es por la deuda pública y su inmanejable pago de intereses. ¡Nada más!
    Esta ha sido la más grande patraña del gobierno por terminar, el del nefasto Alvarado y su tutor político-partidario por excelencia: el Partido Liberación Nacional (PLN).
    *Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias