En Costa Rica, las tomas de poder son parte de un ritual político que permite al nuevo gobernante obtener legitimidad, a través de la escenificación del poder. Se trata de un evento formal, una sesión solemne conducida por el primer poder de la República: el Poder Legislativo. En el caso de la toma de mando 2022, para su comprensión, hay una serie de elementos a destacar, como lo son el espacio escogido, el discurso y los gestos del presidente, así como otros aspectos vinculados con la forma y la organización de este evento.
El escenario
Anterior al movimiento armado de 1948, diversos traspasos de poder se celebraron en el Congreso, como fue el caso del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia, en 1944. Entre los años 1949 y 2014, trece traspasos fueron realizados en el antiguo y en el nuevo Estadio Nacional, el primero fue construido durante la administración de Ricardo Jiménez (1924-1928) y el segundo durante el gobierno de Óscar Arias (2006-2010). Las excepciones han sido: Mario Echandi (Templo de la Música, 1958), Abel Pacheco (Teatro Popular Mélico Salazar, 2002), Laura Chinchilla (La Sabana, 2010) y Carlos Alvarado (Plaza de la Democracia, 2018).
Traspaso de Poderes entre Rafael Ángel Calderón Guardia y Teodoro Picado Michalski (1944). La toma de posesión 2022 guarda algunas similitudes con esta imagen: se trata de un traspaso sencillo, de carácter ejecutivo y minimalista. Foto. Álbum Manuel Gómez.
Las tomas de poder en el antiguo Estadio Nacional (apodado La Tacita de Plata) fortalecieron un imaginario de ‘igualdad y de legitimidad’ entre gobernantes y gobernados, pues el rito no solo tenía un carácter más público, sino que también su forma ovalada contribuía a crear la ilusión de convivencia empática, cercanía y de unidad. Pero ¿realmente estaba el pueblo representado en estos eventos? La realidad era que muchos de los invitados de la gradería popular habían laborado -desde diversos frentes- en la campaña política del candidato ganador. La diferencia más visible era que ya no sostenían la bandera de su partido político, sino que ondeaban la tricolor. Entre quienes claramente otorgaban un matiz cívico y argumentativamente menos político, estaban las personas estudiantes de escuelas y colegios.
Ingreso de la sinfónica juvenil a la Toma de Poder de Rodrigo Carazo Odio (1978). Obsérvese también la concurrida presencia de abanderados. Este tipo de traspasos le dieron un protagonismo importante a la educación. Foto. Mario Rodríguez.
La tradición concurrida se interrumpió con Abel Pacheco de la Espriella (2002-2006) y, posteriormente, se desvaneció con la toma de Carlos Alvarado Quesada (2018), quien, a pesar de realizarla en un espacio llamado Plaza de la Democracia, la asistencia fue reducida, controlada y realmente no había una gradería que genuinamente pudiera llamarse “popular”. La justificación fue “austeridad». Pero tampoco se puede descartar el contexto en el que se dio dicho traspaso, pues Alvarado venía de ganar una elección con votos prestados -principalmente-, nutrida de una variedad de partidos. En ese sentido, llenar un estadio de fieles partidarios -y en tiempo récord- no resultaba tarea sencilla. Luis Guillermo Solís (2014) tampoco fue capaz de hacerlo, aun cuando para su traspaso una cantidad significativa de entradas se repartieron entre simpatizantes, partidarios, y el voluntariado de su campaña.
En el caso de la Toma de Mando 2022, la no elección del Estadio Nacional se adujo por razones presupuestarias y de austeridad. No obstante, con el escogimiento del nuevo edificio legislativo se generaron distintas posiciones entre la población. Por un lado hubo quienes opinaron que la austeridad sí lo justificaba. Por otro, hubo quienes criticaron que el escogimiento de la Asamblea representaba un portazo a la participación popular. También hubo quienes manifestaron que la austeridad no daba para tanto, y que aún, en dichas condiciones, se pudo seleccionar un espacio existente, que permitiera mayor convocatoria de la ciudadanía, y que, a la vez, se ajustara al presupuesto existente.
Para muchas personas no quedará del todo claro algunos pormenores de la elección de la Asamblea Legislativa. Aunque algo parece ser cierto, al realizarse a lo interno del congreso, sucedieron dos cosas: al presidente Chaves se le garantizó mayor seguridad personal después de una campaña plagada de todo tipo de hostilidades, y por otro lado, al no realizarse en el Estadio Nacional, el expresidente Alvarado ahorró exponerse ante un público que pudo haberle sido hostil.
En comparación al nuevo Estadio Nacional (donado por China), el viejo Estadio proporcionaba un carácter un tanto más íntimo entre los invitados. Contrario al traspaso de Laura Chinchilla Miranda a Luis Guillermo Solís Rivera (2014), en el que se ubicó una tarima -tipo concierto- en la gramilla, la tarima principal del viejo Estadio se ‘insertaba’ entre una de las zonas de gradería (ver imagen superior – Traspaso entre Rodrigo Carazo Odio y Luis Alberto Monge Álvarez, 1982). Ello daba la ilusión que la escenificación del poder quedaba en el mismo plano de las otras graderías del público. Y fuera esta una decisión consciente o no, se generaba un espíritu -al menos en apariencia- de convivencia entre clases. Foto. Christian González.
Bajo una misma bandera
En un discurso presidencial son diversos los elementos que se pueden destacar. Como elemento sobresaliente estuvo el llamado de Chaves a trabajar por causas comunes, especialmente desde el congreso. Uno de los objetivos del presidente se centró en promover una Asamblea que camine vs una Asamblea que se estanque en cálculos políticos.
“Es el momento de dejar atrás las viejas prácticas que tanto nos cobra, y con toda razón, el pueblo costarricense. Aquí no hay distingos entre oficialismo y oposición: si una vez más la clase política falla, el país se podría desmoronar.”
Hay una clara advertencia a los distintos partidos representados, pues si sus representantes no se liberan de prácticas obstruccionistas, serán responsables del declive total al que el país se enfrentaría, asumiendo graves consecuencias. El presidente parece además jugarse una carta importante, ya que, al no contar con una fracción legislativa de peso, la apuesta por trabajar en conjunto y bajo el marco del diálogo haría -en sana teoría- que los proyectos sean menos entrabados.
Chaves no es el único que ha hecho un llamado a la unidad, sea esta en el marco del Congreso o a un nivel más macro. En su discurso de toma de posesión, por ejemplo, Mario Echandi (1958) expresó: “No serviré intereses de bandera política, ni clase económica o social […] vibra, en lo más íntimo de mi ser, el fervoroso anhelo de poner término a todas las disensiones políticas que han mantenido división en el seno del país, y de hacer de Costa Rica una sola patria…”
La tradición del diagnóstico
Una práctica en discursos presidenciales es hacer referencia -directa o indirecta- al estado en el que el gobierno anterior deja su administración, especialmente si es de un partido de oposición. Así por ejemplo, en su toma de posesión de 1982, el exmandatario Luis Alberto Monge Álvarez manifestó: “El pueblo tiene clara conciencia del deterioro general de nuestra nación.” Dicho ‘deterioro’ hacía alusión a la administración de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982). En 1994, Rafael Ángel Calderón Fournier señaló que Oscar Arias Sánchez (1986-1990) dejaba las finanzas desbalanceadas: “Las arcas están vacías.”
Alvarado el estafador
Como parte del diagnóstico que el presidente Chaves realizó, hizo alusión al expresidente Alvarado Quesada (2018-2022) como timador, pues al cierre de su administración intentó posicionar la idea que dejaba “la casa ordenada” cuando en apariencia, de acuerdo a él, no lo estaba.
“Hoy les digo que la idea que nos quieren vender de una casa ordenada se esfuma ante la realidad del país. La realidad es muy distinta y es una realidad que nos resulta innegable. Por más que algunos quieran continuar estafándonos.”
Ante esta realidad, repetidamente llamada ‘el espejo’ (7 veces), el llamamiento de Chaves fue a ordenar la casa. Pero para ordenarla, señaló, “la vamos a reconstruir.” A través del empleo de este tipo de frases, el nuevo mandatario tuvo la intención de mostrarse como alguien constructor, pragmático, y decidido.
El presidente Chaves fue estratégico en su empleo de los gestos ilustradores. Dicho tipo de gestos se emplean para enriquecer el discurso, representando con las manos lo que se dice. En esta toma se observa cómo Chaves con una mano representa a la ciudadanía y con la otra la confronta frente a un espejo. De esta manera, la intencionalidad es poner en acción la realidad tal cual la percibe y al mismo tiempo transmitir credibilidad.
Los discursos de toma de mando en Costa Rica tienden a caracterizarse por exceso de austeridad en este tipo de gestos. En el caso de Chaves, estamos ante un estilo distinto de comunicar, el cual se distancia de la política tradicional y en la que su lenguaje no verbal sugiere también un carácter un tanto más espontáneo. Captura de pantalla del canal oficial de la Asamblea Legislativa.
¿Quedan advertidos?
En traspasos anteriores fue práctica de algunos mandatarios el ofrecer líneas de acción. No obstante, Chaves pareció buscar un estilo hasta cierto punto más “propio.” De ahí que, en la segunda parte de su discurso se refirió a sectores concretos. En algunos casos puntualizó un aspecto positivo, y seguidamente marcó límites. Esto se puede explicar porque los discursos de Traspaso llevan implícito una relación de poder. Varios ejemplos:
A las universidades públicas se les envió el mensaje que se le respeta su autonomía, pero que ello no es sinónimo de despilfarro.
A los trabajadores públicos se les valora su responsabilidad, sin que ello conlleve al abuso y al aprovechamiento.
Al sector privado se le pidió no corromper a funcionarios públicos, ni aprovecharse de lo que es de todos.
A los sindicatos, prácticamente se les dijo que se ‘ubiquen’, pues el bienestar es para todos.
A los partidos de oposición, levantar la confianza de las personas por medio de puentes de diálogo que permitan desarrollo y paz.
Al narcotráfico, que este no es bienvenido en Costa Rica.
A quienes se cobijan bajo la corrupción, crimen organizado y delincuencia, que se den por enterados que no la tendrán fácil.
Bofetada al protocolo
En Costa Rica es bien sabido que el traspaso de poderes representa el segundo evento político más importante de nuestra tradición democrática, seguido de las Elecciones. Así las cosas, se trata de una ceremonia formal que requiere el apego a ciertas reglas. Pero, el incumplimiento de códigos, como lo es el de vestimenta, supone muchas cosas. Por ejemplo, ello podría comunicar que las reglas no importan y que no es necesario obedecerlas. Este fue el caso de la Sra. Karla Granados Brenes, jefa de protocolo del primer poder de la República.
El protocolo para un acto solemne de esta naturaleza -al nivel más básico- requiere de vestido negro y sin escote. No obstante la funcionaria optó por un vestido rojo, de escote, y donde su tatuaje -rojo también- (sobre el hombro izquierdo) quedó exhibido para los presentes y el resto del mundo. Hay situaciones en las que se rompen las reglas, pero se “tolera” sólo si se es ‘una estrella’, y este, claramente, no era el caso.
Sra. Karla Granados, ubicada en el centro, de frente al presidente del Parlamento y del nuevo mandatario. La relevancia de su posicionamiento en el espacio central tampoco quedó del todo justificada. Entre quienes sí se apegaron al protocolo estuvieron los y las estudiantes de escuelas y colegios que asistieron al evento, aunque de la explanada del congreso no pasaron.
Robando miradas
Una de las figuras destacadas, positivamente, fue la primera dama de la República, la economista Signe Zeicate. De manera similar a la ex primera dama, Claudia Dobles, Zeicate es consciente de que las formas importan y comunican.
El vestido de la Sra. Signe fue una creación de la diseñadora costarricense Adriana Orozco. En este se aplicaron sellos indígenas utilizando el mismo material de la vestimenta. Tanto en el traje, como en la forma sobria y reposada en que fue llevado, se confirma aquella frase de que la elegancia es el perfume del espíritu. Foto. Marlon Segura.
Invitados sobresalientes
Entre los invitados especiales destacaron representaciones de las poblaciones indígenas costarricenses: Ngäbes, Cabécares, Bribrís, Chorotegas, Borucas, Malekus y Huetares. Su presencia vino de alguna manera a reparar la ausencia que dichos grupos han tenido históricamente. Una de las excepciones fue el traspaso de Oscar Arias Sánchez a Rafael Ángel Calderón Fournier (1990) en la que grupos indígenas participaron en el acto cultural. Foto Jorge Castillo.
¿Traspaso a la tica?
Si bien es cierto la opinión pública parece haber comprado la idea de que el traspaso sucedió en la Asamblea Legislativa meramente por un tema de austeridad, lo cierto es que ello no justifica el insuficiente detalle que hubo en algunos aspectos.
La seguridad del Rey de España se quejó del manejo que a ésta se le da en Costa Rica.
La coordinación para que las delegaciones desfilaran de manera sobria entre unas y otras no sucedió como se hubiese deseado. Esto es significativo, ya que el traspaso estaba intencionalmente escenificado para la televisión. No se trataba de una caminata informal por el boulevard de la Avenida Central, se trataba de una alfombra roja.
Un número importante de invitados ingresó a la Asamblea, pero no al plenario. En su lugar, vieron el traspaso en el mismo edificio pero por televisión. Igual situación se dio con otros invitados que fueron ubicados en el viejo edificio. Tal parece que a la nueva Asamblea, aún siendo un edificio tan grande, nunca se le presupuestó el espacio -interior o exterior- para una ceremonia de toma de mando u otro tipo de actividades de gran concurrencia.
Hubo ministros y ministras que no se aguantaron las ganas de sacar el celular para tomarle fotos al presidente en el momento de la entrega de la banda presidencial, lo cual le restó formalidad al momento.
La entrada del pabellón nacional en manos de los cadetes de la Guardia de Honor disgustó a algunos, pues este pudo haber sido conducido por estudiantes para darle un carácter más civilista. El Manual de Protocolo y Ceremonial del Estado no hace mención alguna sobre quién debe llevar el pabellón, por lo que pareciera que la decisión recae en la organización.
Dejaremos la lista acá, pero es larga, y la futura organización del siguiente traspaso necesita tomar nota y tendrá mucho por aprender de esta experiencia si es que desea ofrecer a Costa Rica y al mundo una imagen de país con capacidad organizativa.
Lo que sí podemos celebrar es que el traspaso, a pesar de todo, sucedió de forma pacífica, acorde a la idiosincrasia costarricense. ¡Que así sea siempre!
Sobre el autor del artículo. Marlon Segura, coach y analista no verbal. Es graduado en teatro y cine, Universidad de Costa Rica – Universidad de Kansas, con énfasis en Ciencias Políticas. Master en Educación Internacional, Universidad de Massachusetts. Estudios de análisis de movimiento, Ecole Jacques Lecoq, París.
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